Gobernar para la mayoría

El próximo 24 de mayo, los ciudadanos están llamados a elegir entre una propuesta clara y en positivo, la socialista, o una creciente mezcla de lenguas, ideas y siglas que reivindican como suya la idea del cambio. La confusión intencionada, el enmascaramiento táctico y el trampantojo político parecen haberse instalado en el paisaje preelectoral. Frente a este río revuelto de ideas —ganancia breve sólo para malos pescadores— los socialistas planteamos todo lo contrario. Un proyecto claro y concreto, con más sustantivos que adjetivos, propuestas fiables y soluciones posibles. Ese es el edificio que comenzamos a levantar tras la elección de Pedro Sánchez como secretario general con el voto directo de los militantes. Un edificio de ideas nuevas, cercanía y ejemplaridad que no pretende llegar al cielo, sino clavar sus cimientos en el suelo que pisan —y sufren— la mayoría de los españoles.

Sobre ese mismo suelo, el Gobierno ha levantado un escenario que llama recuperación aunque diste mucho de serlo. Es cierto que los datos macroeconómicos mejoran, gracias fundamentalmente a factores coyunturales externos, pero la recuperación, que no es un estado contable sino social, solo podrá merecer ese nombre cuando sea justa; es decir, cuando llegue a las familias y no solo al balance de bancos y grandes corporaciones. La intangible macroeconomía mejora, sí, pero el Gobierno no hace otra cosa que flotar en las olas del ciclo. No crecemos gracias a Rajoy, sino a su pesar. En un doloroso juego de equívocos, el PP denomina recuperación a lo que los españoles llaman desigualdad con la credibilidad que confiere hablar en primera persona. La brecha entre quienes más tienen y los que tienen poco o nada —tampoco esperanza— se ha disparado hasta convertirse en el primer problema del país, porque es un contenedor de todos los demás: entre otros, el desempleo, la precariedad laboral y el desmantelamiento y la criminalización de servicios públicos básicos como la educación y la sanidad.

El PP ha gobernado sistemáticamente en favor de una minoría. Abundan los ejemplos: una reforma laboral contraproducente que no ayuda a los empresarios porque castiga a los trabajadores o medidas fiscales que sólo benefician a defraudadores de vergonzosa actualidad y castigan con subidas de impuestos a las clases medias que sostienen a un país. Ni tiene la culpa la crisis ni hablamos de economía, sino de ideología pura y especialmente dura con quienes sufren las consecuencias de las políticas de la derecha. Por eso hay quien abjura de la ideología, porque no mostrarla permite disponer de una elástica patente de corso. Desconfíen, por favor, de quien diga que la ideología no importa; es un conservador —de izquierdas o de derechas— y suele ser un farsante.

La igualdad no es un capricho de los progresistas, sino una exigencia moral y, también la garantía de una economía más productiva y sostenible. Los socialdemócratas creemos que la justicia social y la solidaridad no solo benefician a las clases medias y trabajadoras, sino al país en su conjunto, porque las sociedades iguales son sociedades más prósperas. Tan seductor es este principio, que quienes optan en realidad por visiones puramente estatalistas, como Podemos, prefieren ocultarlas por cálculo electoral, haciéndose pasar por los socialdemócratas que no son. Y quienes por su trayectoria e ideario sabemos que optan por propuestas neoliberales y deshumanizadas, como Ciudadanos, prefieren también simularlas o matizarlas para aparentar ser los progresistas que nunca han sido. Unos y otros renuncian a mostrar su ideología, no vaya a ser que alguien abra el envoltorio de las promesas y descubra qué hay de verdad dentro de la caja.

Pero otros quienes sí creemos que el éxito reside en no esconderse. Desde esa convicción, el PSOE, el partido del socialismo democrático, ha mantenido las mismas siglas y principios desde hace más de un siglo y propugna un proyecto mayoritario, autónomo y soberano para transformar España. Un proyecto planteado para el bienestar de las mayorías. Esa es nuestra propuesta. Con una historia a la que no renunciamos y una experiencia que nos avala y reivindicamos sin complejos. Sabemos hacer. Por eso concurrimos a las elecciones de mayo con 7.210 candidaturas y más de 62.000 candidatos y candidatas. Tenemos equipos formados y solventes, ideas viables y experiencia. Hemos estado en todas las instituciones del Estado, en todos los niveles. Sí, sabemos cómo se hace. Dice Javier Marías que “el pasado tiene un futuro con el que nunca contamos”, y Cercas, citando a William Faulkner, nos enseña que “el pasado es sólo una dimensión del presente”. Y tienen razón.

Así afrontamos los socialistas la campaña electoral: con la responsabilidad de nuestra posición central y protagonista en la política española, el orgullo de nuestra ideología nítidamente progresista y de izquierdas, la pasión por la libertad y la igualdad, la honradez de nuestro comportamiento y la fuerza de sabernos la garantía de un cambio seguro frente a las políticas conservadoras e insolidarias del PP y la corrupción de sus dirigentes.

Los socialistas llegamos a las próximas elecciones de mayo con los deberes hechos. Hemos renovado nuestro liderazgo, cuadros y estructuras, reforzado nuestro compromiso con la honradez y la limpieza y hemos bajado a la calle. Precisamente por eso, porque hemos hecho los deberes, tenemos una legitimidad y una fuerza especiales para ofrecer a los españoles nuestro proyecto. Porque hemos trabajado duro para llegar a este momento, los socialistas tenemos la vocación irrenunciable de convertir nuestras propuestas en acción de gobierno. Y porque nacemos de la sociedad en la que vivimos, ofrecemos una diferencia radical sobre la derecha: gobernamos para la mayoría, ese es el elemento clave que nos distingue.

Los socialistas estamos convencidos de que la prosperidad se mide en el conjunto de la sociedad y no en la satisfacción de una minoría privilegiada. Ofrecemos a la ciudadanía un proyecto solvente para combatir las desigualdades y garantizar una recuperación justa. Una propuesta medida y viable para modernizar la economía y el marco fiscal y hacer que ayuden a crear buenos empleos, con buenos salarios y justicia social. Los socialistas tenemos una oferta creíble para preservar los servicios públicos y para garantizar gobiernos honrados, limpios y transparentes.

Frente a quienes no dicen qué son aunque todos comencemos a saberlo, el PSOE se adentra en el umbral de las elecciones de mayo con ganas de devolver a la gente la confianza en que España puede volver a guiarse por los principios de la libertad, la igualdad y la justicia social.

Esa fuerza nos mueve. La fuerza de un PSOE puesto en pie para devolver la honradez a la política y ponerse al servicio de la gran mayoría social de España. Para trabajar juntos a favor del progreso colectivo, es decir, para seguir haciendo eso que los socialistas llamamos gobernar para la mayoría.

César Luena es secretario de Organización del PSOE.

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