Greta y el diluvio universal

Estos últimos meses del año y días prenavideños están siendo especialmente intensos, interesantes y quizás básicamente dramáticos como para un serial de nuestra historia, pero aún así intentaré ofrecer a los lectores un paseo por el escenario en que nos hallamos.

Empecemos por la Cumbre del Clima que tan necesaria es para el mundo y la sensibilización de todo el equilibrio que estamos destruyendo, aunque es paradójico que nuestro presidente del Gobierno en funciones llegue a los actos de la Cumbre en coche eléctrico para después de su presencia e intervención regresar en su Audi diésel para tomar el helicóptero hasta el Falcon donde volar a otro lugar, sin especificar si a otra cumbre o concierto o boda. Y lo mismo, atendiendo a la verdad, debo decir de todos los demás mandatarios del mundo. Simplemente sorprendente.

Después tenemos el fenómeno Greta como ejemplo de la falsedad y manipulación mediática de una niña-objeto de pocas luces que, como si eso no fuera maltrato infantil, está haciendo de pelele a mayor gloria del falso ecologismo, yendo a no se sabe dónde, sin saberse tampoco de dónde viene. Se traslada de su ciudad natal cerca de Estocolmo en Suecia a Estados Unidos, no creo que en la Kon Tiki atravesando el Báltico y el estrecho de Eskagerrak y Kategat, para luego volver a cruzar el Atlántico de nuevo a bordo de un catamarán, que tampoco en una balsa de cáñamo, que además por el mal tiempo y los temporales ha debido hacer la travesía a motor so pena de desarbolar la embarcación. Todo ello para llegar a Lisboa, desde donde tampoco llegará a Madrid en patinete o a caballo, para después de que le hagan millones de fotos, lea los manifiestos que le han escrito y su familia se embolse unos millones de euros, poder regresar a Suecia pudiendo presumirse que no lo hará en tartana o trineo.

Vaya juerga que nos estamos corriendo en alegría manifiesta.

Volamos en ala delta a Barcelona, donde es obligado visitar el basurero Colau de trastos viejos más caro de la historia de la ciudad, bautizado como belén navideño en donde por la modesta cantidad de cien mil euracos la ínclita alcaldesa del escrache antidesahucios ha contratado a estudiosos artistas de vertederos y entorno de contenedores para estrujar sus creativos cerebros y hallar la estética de mejor solución. Y así hemos convertido la Plaza de Sant Jaume en un almacén de residuos controlados quizás para que Puigdemont y Torra ordenen a los CDR su cremación con botes de combustible y explosivos.

En mi ya larga vida jamás había vivido mi ciudad tan cruelmente destruida, amargamente violada por los pseudoterroristas, los chicos de la gasolina según Arzalluz, escarnecida por el fuego, el humo y el caos e insultada convirtiendo un belén tradicional en un basurero y el arte en una especie de broma de mal gusto. Y a todo ello una triste y pobre iluminación navideña tan solo con complementos de adorno por locales de negocio y comercio que aún aguantan de pie intentando no echar el cierre.

Pero siguiendo la excursión, despleguemos nuestras alas blancas volando a Madrid con viento de levante para posarnos suave y silenciosamente en el Congreso de los Diputados, diputadas y esperpentos en general para asistir al lamentable espectáculo de la toma de posesión de los mismos ante los nobles rizos rubios circunspectos de la señora Batet. Se han oído las mayores groserías, aberraciones e ilegalidades de la historia del Congreso democrático español entre sonrisas y gestos del más puro cachondeo. Ya puestos, tan solo echo en falta que alguna esperpéntica señoría hubiera añadido que acataba su sillón de esa forma por hallarse en una granja de cerdos o una pocilga o un comedero de patos, con perdón de los cerdos y los patos. Ahora, eso sí, a final de mes todos a cobrar unos eurillos de nuestros bolsillos.

Francamente me es imposible entender cómo hemos llegado a esta situación, concediendo, por los votos, sillones de tan litúrgico lugar desde donde se dirigen los destinos de España a convictos, amigos y cómplices de convictos o aspirantes a convictos que no solo no se han arrepentido y disculpado de sus delitos, también de sangre, sino que se permiten el chuleo y amenaza a los ciudadanos. Tampoco puedo entender que ni una sola persona haya votado a esa calaña de gente.

Y debo acabar con el diluvio universal que quizás por bíblico, por lejano y por incierto sea lo más limpio y auténtico de éste artículo, pues barrió toda la basura y excesos, transformó el panorama del planeta, siendo la fuente de alimento de nueva vida y energía para hallar el secreto de la convivencia en el mundo en igualdad de oportunidades. Y ello me conduce a preguntarme si es que lo que realmente estamos necesitando es un nuevo diluvio universal para empezar de nuevo, aunque tengo gran dificultad para encontrar la persona que haga de Noé.

Mariano Gomá es presidente de Foro España.

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