Guillermo Céspedes del Castillo y la América virreinal

En España, se ha prestado especial atención a la historia de la América virreinal, aunque sin la continuidad y dedicación deseables. Entre todos los investigadores especializados en el estudio de la América española destacó, desde mediados del siglo XX, Guillermo Céspedes del Castillo. A pesar de lo difícil e inadecuado de comparar, quizá fuese, en estos últimos años, primera autoridad en el mundo, en historia de las Indias, en cuanto al conocimiento de las fuentes, saber y ecuanimidad en el juicio.

Guillermo Céspedes se graduó en Historia en la Universidad de Sevilla en 1944. Al año siguiente, obtuvo la diplomatura en Estudios Americanos, y comenzó las investigaciones necesarias para presentar su tesis doctoral, lo que hizo en la Universidad de Madrid en 1946, con la máxima calificación. Formó parte del pequeño grupo de fundadores de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos en Sevilla. Puso gran entusiasmo en la organización de aquel centro y en los trabajos que en él se hicieron durante los diez primeros años de su existencia. En 1948, se vinculó a la Universidad de Sevilla como profesor adjunto y como catedrático un año después. Pudo así armonizar su actividad docente con sus tareas investigadoras en el Archivo General de Indias, en cuya sala de trabajo se le veía a diario. Estas investigaciones le impulsaron a examinar documentos en otros archivos españoles y, desde 1951, también en archivos extranjeros.

Guillermo Céspedes se interesó en el estudio de las instituciones políticas y de los aspectos socioeconómicos de la América Virreinal. En 1951, viajó por primera vez a América y, desde entonces, completó allí la información necesaria para sus estudios. Con motivo de su viaje a Estados Unidos en 1959, visitó las más prestigiosas universidades e instituciones especializadas en estudios iberoamericanos y trabajó en sus bibliotecas, especialmente en la famosa Libray of Congress de Washington. En el año 1962, regresó a esta ciudad para permanecer en ella durante quince meses, como invitado del Centro de Estudios Avanzados de la Brookings Institution. Las facilidades que tenía en su trabajo, los cambios de impresiones con investigadores interesados en diversos aspectos del pasado y del presente de la América Española motivaron que Guillermo Céspedes comenzara a pensar en emigrar a Estados Unidos, lo que hizo en 1965. Vivió allí dos años entre el vértigo de Manhattan y la paz semi-rural de Long Island, como profesor visitante en la State University of New York at Stony Brook. A pesar de que le ofrecieron quedarse, decidió aceptar un puesto permanente en la Universidad de California, en San Diego, de la que ha sido profesor emérito hasta su fallecimiento. Allí pudo tener algo así como un balcón con vistas al futuro, por ser fama que lo ocurrido en California se repite a los pocos meses en el resto del país y en todo el mundo occidental.

La flexibilidad de los planes de estudios en las universidades americanas y la libertad de que disfrutó para organizar los cursos permitieron a Guillermo Céspedes experimentar e innovar. Siempre recordaba que, en aquellos años en la Universidad de California, había alcanzado el más alto nivel de autoexigencia. Con ser la enseñanza tan importante, la actividad fundamental allí era la desarrollada en su pequeño despacho con vistas al Pacífico. Al lado, tenía la biblioteca, con un millón de libros y con los ficheros, catálogos y servicios técnicos que le permitían disponer de cualquier libro perteneciente a bibliotecas de Estados Unidos y de muchas extranjeras. Aprovechó las vacaciones en aquellos años para viajar a lugares de todo el continente americano. La vida idílica de que disfrutó durante diez años y que tanto le enriqueció como historiador por la tranquilidad que tuvo y por las facilidades que le dieron para su trabajo, terminó para dar paso a otra época, al regresar a España en 1975.

Al llegar a Madrid, Guillermo Céspedes pasó a desempeñar la cátedra de Historia de los descubrimientos geográficos. Para facilitar el trabajo a sus alumnos, publicó enseguida la antología de Textos y documentos de la América Hispánica, precedida de un extenso estudio preliminar, en el que mostró su saber como historiador que ya había alcanzado la máxima perfección en cuanto a la amplitud de sus conocimientos y capacidad interpretativa, ejercitada en tantos años de docencia, de investigación y de viajes por toda América.

No es posible en esta página enumerar las publicaciones de Guillermo Céspedes desde que se doctoró en la Universidad de Madrid en 1946. La avería en el comercio de Indias (1945); Lima y Buenos Aires. Repercusiones económicas y políticas de la creación del virreinato del Plata (1946); Reorganización de la Hacienda virreinal peruana en el siglo XVIII (1953) muestran su calidad como investigador. Sus obras de síntesis son ejemplo en su género por la claridad expositiva, por la exactitud conceptual y por la objetividad de sus planteamientos. En su extensa colaboración en el tomo III de la obra que dirigió Jaime Vicens Vives, Historia social y económica de España y América (Barcelona, 1957), en los capítulos sobre las Indias en los siglos XVI y XVII, mostró Guillermo Céspedes el alto grado de perfección que había alcanzado ya entonces. El volumen América Hispánica (1492-1898), publicado en 1983, y su gran síntesis sobre La exploración del Atlántico, que apareció en 1991, prueban la excelencia en la capacidad de interpretar y de exponer.

En 1985, con la jubilación forzosa anticipada en la Universidad, a los sesenta y cinco años, vio acrecentadas su independencia y su libertad. Al ser elegido miembro de número de la Real Academia de la Historia en 1990, tuvo nuevos estímulos y posibilidades. En la Academia, disfrutó de un ambiente apacible y grato, sin las tensiones y rivalidades que suelen darse en los ámbitos universitarios. Participó, siempre con inteligencia y saber, en las distintas actividades propias de la Academia. En los últimos años, aceptó el compromiso de escribir la gran Historia de la América Virreinal, para cumplir la aspiración secular de la Academia, desde que, en 1744, había sido nombrada Cronista de Indias. Decía siempre -y lo repitió en los momentos finales de su vida- que los quince años de vinculación a la Academia habían sido los más felices de su vida como historiador: la tranquilidad, el respeto que inspiraba, el cariño que todos le teníamos, los estímulos para investigar, para dar conferencias y para publicar, le permitieron que se dedicara preferentemente a cumplir su compromiso.

Con la Historia de la América virreinal, Guillermo Céspedes habría de presentarnos una interpretación fundada y objetiva sobre las realidades socio-económicas, políticas y culturales de los reinos de Indias durante tres siglos. Habría de desterrar prejuicios y falsedades que se admiten sin examen y que aprovechan tantos políticos para desviar la atención sobre sus fracasos e irregularidades.

Guillermo Céspedes se nos ha ido como vivió y trabajó: silenciosamente.Nunca quiso hacerse notar por su saber ni por su valía. Un hombre que era primera autoridad mundial en su ámbito de estudio, desaparece sin ruido, sin ser noticia en los medios de comunicación, con la sencillez tan querida de los sabios, acompañado sólo del dolor y la nostalgia de quienes le hemos querido y admirado.

Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, director de la Real Academia de la Historia.