¿Ha de acudir Palestina a la ONU?

No hay duda de que el conflicto israelo-palestino no está de actualidad. Primero, porque de momento no hay estallidos de violencia y los líderes mundiales, en general, sólo actúan como si fuesen bomberos, y por ahora no tienen la sensación de que haya que apagar urgentemente ningún fuego. En segundo lugar, todo el mundo tiene claro que Bibi Netanyahu no tiene intención de desmantelar la mayoría de los asentamientos de Cisjordania, ni de buscar solución alguna al problema de los refugiados palestinos de 1948 ni de aceptar que Jerusalén Este se convierta en la capital del Estado palestino. Incluso si se retomaran las negociaciones, no se llegaría a un acuerdo definitivo, ya que parece que Netanyahu tan solo tiene en mente una autonomía palestina en una pequeña parte de Cisjordania. Y en tercer lugar, está la división interna entre los palestinos. Los intentos por alcanzar un gobierno de unidad nacional nunca han llegado a buen puerto, pese a emotivas declaraciones y encuentros llenos de sonrisas entre los líderes de Al-Fatah y de Hamas. Da la impresión de que ambos lados no están dispuestos realmente a colaborar y preparar unas elecciones anticipadas, y en cambio prefieren culparse el uno al otro del fracaso en las negociaciones. Al-Fatah sabe además que si llegara a algún acuerdo con Hamas, perdería parte importante de la ayuda que recibe, ya que EE.UU. se opondría a una alianza con el movimiento de Hamas, a no ser que Hamas modificase su ideario.

Así las cosas, y tras el corto romance entre el Likud de Netanyahu y el partido de centro Kadima, liderado por Shaul Mofaz, nos hemos quedado con un gobierno muy de derechas en Israel, un gobierno que invierte cantidades ingentes de dinero en construir asentamientos en los territorios, un gobierno que autoriza la creación de la primera universidad israelí en los territorios ocupados –en Ariel–, a lo que se opone frontalmente el Consejo de Educación Superior de Israel, y un gobierno que no hace más que ocuparse una y otra vez de una cuestión: ¿Será Israel el que ataque Irán antes del otoño o conviene esperar a lo que decida la Casa Blanca tras las próximas elecciones presidenciales en EE.UU.?

La dirección palestina en Cisjordania se encuentra en una situación realmente difícil. Primero, porque la crisis económica está haciendo que parte importante de los donantes no estén cumpliendo con sus compromisos. Mahmud Abas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, y su primer ministro, Salam Fayad, están haciendo lo imposible para llenar las arcas vacías con el fin de pagar los sueldos de los funcionarios. En segundo lugar, Abas, gracias a un acuerdo de seguridad con Israel, se ha comprometido a no usar la violencia contra Israel, pero no va a retomar las negociaciones con Israel hasta que se congele la construcción de asentamientos, y todo esto aumenta la frustración en el lado palestino. Y como no ven salida, Abas amenaza con acudir en septiembre a la Asamblea General de la ONU para solicitar el estatus de miembro aunque no tenga la categoría de país.

Abas ha pedido consejo a la Liga Árabe; ya veremos qué dice y si cree que ese camino es el más adecuado. Lo que está claro es que si finalmente Abas hace esa petición, le será asignado el estatus de miembro ya que cuenta con el apoyo de la mayoría de los países de la asamblea. Pero también está claro que si esto ocurre, los líderes palestinos se enfrentarán al Gobierno norteamericano, que dejará de ayudar económicamente a la Autoridad Nacional Palestina. Y, por otra parte, este cambio de estatus no supondrá ninguna mejora en el territorios pues incrementará la pobreza y de facto los palestinos seguirán sin contar con un Estado independiente pese a su nuevo estatus en la ONU.

¿Qué es lo que se podría hacer? Si la Autoridad Nacional Palestina no se atreve a dar el paso crucial que podría hacer tambalear todo el engranaje actual: anunciar el desmantelamiento de la propia Autoridad Nacional, acabar con esta “época de transición” fijada en Oslo y que de hecho debería haberse acabado en mayo de ¡¡1999!! y, en definitiva, “devolverle las llaves” a Israel para que se haga cargo del coste económico y político de la ocupación, lo mejor que puede hacer Abas es retomar las negociaciones con Israel sin poner condiciones previas. Puede resultar difícil iniciar una negociación cuando el otro lado no está dispuesto a pagar el precio de un acuerdo de paz pero, aun así, retomar las negociaciones sí puede llevar a que se den pasos en dirección a un futuro acuerdo definitivo y estable. Por ejemplo, Israel puede reconocer un Estado palestino con unas fronteras provisionales, consensuadas por ambos lados y asumiendo lo establecido en la hoja de ruta del 2003.

Una cosa está clara y es que seguir manteniendo este statu quo esconde la peor de las soluciones posibles para las dos partes: el Gobierno de derechas israelí llenará Cisjordania de colonias judías, y la frustración palestina puede llevar a un nuevo estallido de violencia, por mucho que la dirección palestina quiera evitarlo.

Yossi Beilin, exministro de Justicia israelí, negociador en el proceso de paz de Oslo.

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