Hablar y negociar

Por Joan Tapia, periodista (EL PERIÓDICO, 15/10/05):

Pocos días después de la aprobación del Estatut por casi el 90% de los diputados del Parlament (todos menos los del PP), una cosa parece clara: pese a la fatigosa negociación, la ciudadanía catalana está satisfecha, aunque no eufórica, por el acuerdo logrado entre partidos catalanes diferentes e incluso con intereses contrapuestos. Así lo confirman las encuestas del pasado domingo. El 56,7%, contra el 31,5%, están satisfechos, según EL PERIÓDICO. Para El País, el 68% cree necesario un nuevo Estatut. Y el 55% de los consultados por La Vanguardia, contra el 16%, votarían sí en un referendo. Pero hay más: porcentajes de más del 50% creen que Catalunya es una nación, definición emblemática del proyecto. Y el apoyo al aumento de las competencias fiscales de la Generalitat, capítulo importante, recibe apoyos aún superiores. Pero lo más relevante es que los políticos, empezando por el president Maragall, aumentan de valoración. Con una excepción, el líder del PPC, Piqué, que votó en contra. La conclusión podría ser que todo va bien y que al Estatut no le afecta el estruendo de más allá del Ebro. Y eso sería una grave equivocación. El Estatut debe ahora ser admitido a trámite, ser discutido y finalmente votado en las Cortes Generales. Y ese proceso --complicado si recordamos lo que sucedió con el proyecto estatutario republicano y con el fracasado de 1919-- es difícil que llegue a buen puerto si la opinión española no aprueba las aspiraciones catalanas. Y hay signos alarmantes.

En efecto, el mismo domingo que salen encuestas en Catalunya, El País y El Mundo las hacen en España. Para el 44,5% de los encuestados por El País, contra un 33,9%, Catalunya no necesita un nuevo Estatut. Y según El Mundo, el 57,2% de los españoles, frente al 18%, está contra el Estatut. Y el 69% de los encuestados por El País (el 68% según El Mundo) son contrarios a que Catalunya se defina como nación. Para El País, el 53%, contra el 26%, cree que el Estatut es insolidario y para El Mundo el 56%, contra el 20%, cree que vulnera la Constitución. Además, para la mayoría (53% para El País y 58% para El Mundo) el texto pone en riesgo la unidad de España. Cierto que los españoles no votarán en referendo, pero ¿qué político que aspire a conservar el poder apoyará el texto actual, si la opinión pública no corrige su percepción? En especial cuando la derecha sigue la línea Aznar, que, desde México, proclama que España está al borde del abismo.

ES VERDAD que la opinión pública española es víctima de prejuicios e intoxicaciones, pero o se consigue que las cosas se vean de forma diferente o el fracaso amenazará al Estatut. Predicar que Catalunya es una nación no es fácil en la meseta. Es más difícil si el partido de la oposición (que pesa casi tanto como el PSOE) se pone catastrofista. Quizá el PP siempre hubiera ido contra el Estatut porque quiere convertirlo en el Irak de Rodríguez Zapatero. Pero ¿no se ha trabajado poco en buscar consensos con los hombres del PPC (Piqué, Vendrell), necesarios para que la línea ultramontana de Aznar y Acebes no instrumentalice las aspiraciones catalanas para dar patadas a Zapatero?

Es también verdad que el mapa mediático español se escora hacia el anticatalanismo. Aunque ¿no tiene Catalunya alguna culpa de que ningún grupo catalán domine diarios o televisiones en Madrid? Antes de la guerra, el abogado y político Amadeu Hurtado invirtió en diarios de Madrid. Por el contrario, en años recientes la Generalitat, siempre preocupada por las inversiones japonesas, no mostró interés en que grupos catalanes penetraran en los media madrileños. ¿Por qué? Aunque es verdad que hoy Lara tiene hoy el control en Antena-3 TV.

Además, sabiendo que la Constitución iba a ser la coartada contra el Estatut, fue lamentable que líderes importantes ningunearan al Consell Consultiu. Si los partidos catalanes hubieran suscrito el dictamen, quizá se siguiera diciendo que el Estatut es inconstitucional, pero Rajoy e Ibarra lo tendrían más difícil. Aunque la clave está en el futuro inmediato.Y las cuatro encuestas dan pie a la esperanza. Primero porque los encuestados por El País y El Mundo (52,7% y 50,4%) no suscriben la posición del PP y son partidarios de que el Estatut se admita a trámite y se negocie. Segundo, porque los catalanes (77% según EL PERIÓDICO, 67% para La Vanguardia) también apuestan por agotar la negociación. Finalmente, porque aunque Rodríguez Zapatero ha perdido cancha (la ventaja en intención directa de voto según la SER se ha reducido en un mes de 8 a 2 puntos), la mayoría de los españoles --según El País y El Mundo-- cree que es capaz de hacer aprobar un Estatut satisfactorio.

ES HORA DE hablar y de negociar. Hay que acallar a los que proclaman que España está al borde del abismo. Y no sucumbir aquí al tot o res. Como Gutiérrez Díaz recordaba en estas páginas, eso no ocurrió ni con el Estatut de Núria (aprobado ya en referendo previo en Catalunya) ni con el de Sau, que se modificaron. Hablar y negociar es lo que la España del franquismo y la de la clandestinidad hicieron en el 78 para alumbrar la Constitución. Es lo que España y Catalunya deben hacer ahora para pactar el nuevo Estatut. España debe reconocer que en las autonomías una conversación entre Génova y Ferraz lo puede arreglar todo, pero que eso no sucede ni en Euskadi ni en Catalunya. Porque en estas naciones hay mayorías nacionalistas. Es la realidad. Y Catalunya debe admitir que, salvo cataclismos, como la desmembración de la URSS, sólo desde el ordenamiento jurídico se elevan las cotas de autogobierno. Y ello implica que el Estatut sea aprobado en las Cortes.