Hacer cine 3D en España

Muchos productores preguntan si vale la pena hacer sus películas en cine estereoscópico 3D, y si resulta un buen negocio. La respuesta no es fácil. Sabemos que al público le gusta el espectáculo inmersivo de un buen 3D en pantalla gigante, que está dispuesto a ponerse las gafas y a pagar un par de euros más, pero también que se siente defraudado si la película no engancha, si el 3D marea o cansa, si se usa como un mero reclamo publicitario, o si las imágenes tanto da que sean en 2D que en 3D.

Tras el fenomenal éxito de Avatar,la película más taquillera de la historia, a mucha gente se le ocurre pensar que el 3D debería ser el camino que seguir. Estoy de acuerdo, pero parcialmente, con mucha precaución y dependiendo del proyecto. Avatar es un caso singular e irrepetible, un triunfo inalcanzable para ningún otro realizador que no sea el propio James Cameron, quien dedicó diez años, un presupuesto millonario y una maquinaria de promoción increíble. Avatar no es un ejemplo en el que mirarse, y mucho menos para un productor español con medios y experiencia mucho menores. Los cineastas españoles también deberíamos usar el 3D para atraer más audiencia y revitalizar nuestro cine. Yo mismo lo hice, con un grupo de coproductores, a quienes convencí de que el 3D irrumpiría con fuerza y frenaría la hemorragia de espectadores que prefieren pegarse al televisor e internet. Acerté con lo primero, aunque no con lo segundo: la hemorragia sigue, y el último año se cerraron otras 208 salas de cine (pasando de 4.082 a 3.874), al tiempo que la televisión e internet aumentan de público.

El nuevo camino del 3D digital en salas comerciales abría nuevos horizontes muy prometedores. Lo mismo pensaron otros, sobre todo en EE. UU. donde estrellas como Cameron, Lucas, Zemeckis, Jackson y Spielberg se lanzaban ya entonces a la cruzada de la digitalización y del 3D, reuniendo iniciativas, investigación y fondos. Por aquellos tiempos, a principios del 2006, aquí poníamos en marcha Viaje mágico a África,primer largometraje estereoscópico de ficción español en la nueva era del 3D, para cines digitales, convencionales e Imax, un enorme reto técnico, creativo y de producción. Tuvimos que crear equipamiento técnico y formar personal, y también experimentar en varias fases de la posproducción, ya que cuenta con efectos visuales integrados a muy alta resolución. La película vio la luz finalmente en mayo pasado, tras meses de retraso por la prolongación en cartel de Avatar y otras superproducciones, como Alicia en el país de las maravillas.Encontrar hueco fue enormemente complicado, pues el circuito de cines 3D era muy reducido (en mayo, apenas un 7% de las salas). En los últimos cinco años se han estrenado sólo unas 70 películas 3D en el mundo, pero ya para este se esperan, como mínimo, 100 más. Y la cifra crecerá en los años venideros. La inmensa mayoría no se han rodado de forma estereoscópica, sino que se han generado por ordenador (caso de filmes de animación) o bien, una vez rodadas en 2D, reconvertido a 3D. Sólo unas pocas han sido rodadas en verdadero 3D, con dos cámaras simultáneas.

Tanto en España como en los demás países, el número de salas 3D sigue siendo reducido, lo que no permite tener en cartel varias películas al tiempo; sobre todo, cuando una de ellas es una superproducción que se impone a las demás. En España, se cerró el 2010 con 550 salas 3D entre el total de 3.874, es decir, el 14% del mercado. En Inglaterra, Alemania y Francia, el número es un poco mayor, pero no va más allá del 20%. Hace tres años, cuando la crisis no parecía que iba a ser tan profunda, la industria manejaba unas estimaciones de implantación del 3D digital muy optimistas. Se creía que a finales del 2010, las salas 3D ya serían, al menos, el 25% o el 30% del mercado en Europa y EE. UU. Estamos ya en febrero del 2011, y el porcentaje sigue siendo demasiado reducido, y los mercados complementarios con los que completar el plan de negocio (televisión y DVD) van de capa caída.

España tiene muy buenos profesionales, con ansias de hacer proyectos ambiciosos, de innovar, de ofrecer buenas películas. Y también hay ya televisiones que entienden que el 3D es una buena apuesta de futuro. Pero el ambiente de crisis que nos rodea, la feroz competencia del cine americano y el impacto de internet limitan las expectativas. Aun así, hay que atreverse con grandes proyectos que supongan nuevos retos con los que adquirir más y mejor experiencia, medirse con nuevos guiones que exploren nuevos caminos creativos y de negocio, y el 3D debería ser uno más por explorar. De hecho, hay ya varios rodajes estereoscópicos en marcha, que triunfarán o no por su enganche con el público y por su suerte comercial… Volviendo a si vale la pena hacer 3D en España y si resulta un buen negocio, la respuesta es: hoy quizá no, pero mañana, probablemente sí. Sólo hay que vencer un montón de dificultades.

Por Jordi Llompart, periodista, productor y director de cine.

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