Hacia una "Asociación Económica Transtlántica"

La canciller alemana, Angela Merkel, propuso en enero de 2007 que la Unión Europea intensifique sus relaciones económicas con los Estados Unidos para avanzar hacia una “asociación económica trasatlántica”, a partir de la realidad de que “los Estados Unidos son el principal socio comercial de la Unión Europea” y cada uno de ellos el mayor inversor en el otro. “En interés de nuestra competitividad global, tenemos que seguir removiendo barreras comerciales, por ejemplo en la legislación de patentes, estándares industriales o en el acceso a los mercados de bolsa. Un mercado común trasatlántico serviría eficazmente al interés de Europa”.

La idea de un mercado común trasatlántico es una de las varias propuestas recientes para intensificar estas relaciones. Se ha planteado también establecer gradualmente una zona de libre comercio trasatlántica (en su acrónimo inglés: TAFTA), empezando por homogeneizar regulaciones hoy dispares, que actúan como barreras para el comercio, las inversiones o la prestación de servicios. Y se ha propuesto también avanzar hacia una “alianza atlántica” para crear un “área de prosperidad” y lograr algunos otros objetivos estratégicos.

Los sujetos iniciales serían los Estados Unidos y la Unión Europea, pero todas las propuestas insisten en que, lejos de querer proteger la relación trasatlántica con barreras proteccionistas, su afán es abrirla pronto a terceros países – como los integrantes no comunitarios del espacio económico europeo, Canadá o México - y quizá también a otros acuerdos de asociación regionales. El acuerdo tampoco pretende, aseguran, reemplazar ni perjudicar a los que deben alcanzarse en la ronda de Doha.

El primer paso consistente se ha producido con notable rapidez: el pasado 30 de abril, los presidentes de los EEUU y la Comisión europea y la presidenta de turno de la Unión firmaron en Washington el “Acuerdo-marco para avanzar en la integración económica entre la Unión Europea y los Estados Unidos de América”. Para la canciller, el acuerdo “será un hito si conseguimos mantener el impulso” actual. Se trata, por tanto, de un primer paso hacia los objetivos que recoge el preámbulo del acuerdo: “conseguir una integración económica trasatlántica más profunda”, que traerá “más crecimiento”, lo que “será beneficioso para nuestros ciudadanos y la competitividad de nuestras economías, tendrá efectos positivos globales, facilitará el acceso a mercados de terceros estados y estimulará a otros países a adoptar el modelo económico trasatlántico de respeto a los derechos de propiedad, apertura a las inversiones, transparencia y previsibilidad en la legislación y el valor de los mercados abiertos”.

Diego Íñiguez, Doctor en Derecho y administrador civil del Estado de la Universidad de Alcalá.

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