Hacia una Europa más fuerte y democrática

Europa está atravesando una vez más una crisis, la tercera en poco más de una década. Ante esto, la tarea que venían realizando las instituciones comunitarias de resolver los problemas internos y garantizar la paz ha cambiado. Hoy en día su tarea principal es garantizar una Europa segura y resistente en un mundo convulso. Por ello, tenemos que reforzar el papel de la Unión y su capacidad para ser una excelente gestora de crisis. La pandemia del Covid-19 nos ha mostrado dónde tenemos que actuar: los europeos se sintieron decepcionados, comprensiblemente, por la gestión inicial. Cada Estado miembro cerró sus fronteras unilateralmente, los requisitos de viaje y los periodos fijados de cuarentena fueron diferentes y, lo que es más importante, el despliegue de la vacuna está más lento que el de nuestros socios occidentales más cercanos. Durante demasiado tiempo, la UE se ha visto atascada en largos procesos que han llevado a decisiones tardías. La Conferencia sobre el futuro de Europa que comienza el 9 de mayo debe tener una prioridad absoluta: la UE debe estar en condiciones de actuar con rapidez y de garantizar resultados. En algunos ámbitos, debería devolver algunas competencias a los Estados miembros. Sin embargo, la acción común es crucial y la Unión necesita mayores poderes ejecutivos para una ejecución y una acción más rápidas.

Fijémonos en Rusia, Turquía y China. Un solo país no puede impedir que Europa actúe en la escena mundial, y eso es lo que ocurre con demasiada frecuencia: debemos ser más eficaces en política exterior, renunciando a la unanimidad y tomando las decisiones por mayoría. También se debería nombrar un ministro de Asuntos Exteriores europeo de pleno derecho, que hable por Europa y que responda ante el Parlamento Europeo.

En la misma línea, Europa debe reforzar sus capacidades de seguridad y defensa y permanecer unida. Necesitamos una ruta clara hacia una Unión Europea de defensa dentro de la OTAN, unas verdaderas fuerzas armadas europeas con un cuartel general conjunto. No para sustituir a las fuerzas armadas nacionales, sino para combinar nuestras fuerzas y hacer que nos respeten en todo el mundo. En cualquier caso, nuestra capacidad de defensa debe utilizarse siempre para fomentar la paz.

Garantizar la seguridad de los ciudadanos significa también que Europa debe estar preparada para hacer frente a la próxima pandemia y a otras enfermedades graves. Aunque los estados miembros de la UE son los principales responsables de la salud y la atención médica, las pandemias no se detienen en las fronteras. Deberíamos crear el Instituto Europeo Marie Skłodowska Curie de Investigación de Alto Nivel para reunir a nuestras mejores mentes y atraer a los mejores talentos, de modo que podamos intensificar la lucha contra el cáncer, pero también contra el Alzheimer y contra enfermedades infecciosas como el Covid-19. Europa puede convertirse en el nuevo laboratorio de innovación sanitaria.

La tecnología está impulsando el cambio y remodelando nuestro mundo. Por ello, Europa debe desempeñar un papel destacado en la revolución digital; para lograrlo, la UE necesita las competencias adecuadas para desarrollar un verdadero mercado único digital. Necesitamos una Ley Digital europea con objetivos de inversión vinculantes y normas de infraestructura con proyectos emblemáticos claros, como la red 5G de alta seguridad y la ampliación de la red de fibra. También la inversión en Inteligencia Artificial y en el aprendizaje automático para avanzar en la medicina de precisión y el fomento de la innovación limpia para el futuro de la movilidad, con una nueva tecnología de baterías.

Somos pioneros en la protección del medio ambiente, ya que nos hemos fijado el ambicioso objetivo de reducir las emisiones en un 55% de aquí a 2030. Pero, si realmente queremos dar un paso más, la Unión Europea debe ser responsable de la política climática, especialmente para negociar y llegar a acuerdos climáticos internacionales con terceros países, de acuerdo con las normas medioambientales europeas.

No obstante, si queremos mantener todas nuestras ambiciones, es fundamental que Europa esté preparada para soportar financieramente la próxima crisis. Para ello, hay que completar la Unión Económica y Monetaria: la UE necesita un ministro de Economía propio que se centre en la estabilidad y en los resultados macroeconómicos. La próxima crisis económica no debe conducir a un mayor endeudamiento sobre los hombros de las generaciones futuras. No podemos permitirnos el lujo de perder el entusiasmo de nuestros jóvenes, debemos asegurar un futuro próspero que ellos contribuyan a forjar.

En los últimos años, los europeos han tenido la creciente impresión de que lo que ocurre en Bruselas no tiene en cuenta sus vidas. No saben a quién culpar o premiar por los fracasos y los éxitos. Esto es lo que ocurre cuando hay demasiados responsables al mismo tiempo: las decisiones importantes se retrasan y la responsabilidad se pierde a los ojos de los ciudadanos. Los europeos necesitan un liderazgo democrático más fuerte.

En definitiva, Europa sólo será una gestora de crisis eficaz si está legitimada por los ciudadanos: hay que reforzar el mandato democrático de Europa. Antes de las próximas elecciones europeas, debemos tener claro quién es responsable en Europa. En todas las elecciones nacionales, los ciudadanos pueden elegir entre candidatos en base a sus programas: por esto, debemos reforzar el proceso de candidatos europeos, pues los votantes han de tener la palabra decisiva sobre quién dirigirá la Comisión Europea. El partido que forme la mayoría de gobierno ha de tener derecho a nombrar al presidente de la Comisión Europea, siempre que cuente con el apoyo de la mayoría del Parlamento Europeo; o podemos ir aún más lejos y establecer la elección directa del presidente. Además, la UE necesita un rostro, una voz que sea reconocida como la voz de la UE por parte de los ciudadanos. Desaires como el Sofagate de Turquía no se producirían si Europa contase finalmente con un único presidente del Ejecutivo.

Si Europa quiere sobrevivir a la próxima crisis necesita desesperadamente un cambio: una Europa más democrática y con los poderes necesarios para defender los intereses comunes de los europeos. Por ello, la Conferencia sobre el Futuro de Europa no debe iniciar el debate con tabúes o limitaciones, sino con una mentalidad abierta y ambiciosa. Al igual que nuestros padres fundadores antes que nosotros, el Grupo del Partido Popular Europeo seguirá siendo la fuerza motriz para una mayor integración europea que ofrezca resultados a los ciudadanos. Necesitamos superar esta crisis y empezar a soñar con nuestro futuro.

Manfred Weber es presidente del Grupo del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo y Dolors Montserrat es portavoz del PP en el Parlamento Europeo.

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