Hacia una Europa socialdemócrata e inclusiva

“Hay algo profundamente erróneo en nuestra forma de vivir actual”, con esta afirmación se inicia el libro Ill Fares the Land [Algo va mal, en su versión española] del difunto Tony Judt. Y aquí radica también el gran desafío al que se enfrenta la socialdemocracia en los ámbitos local, nacional, europeo y mundial.

Tres propuestas para afrontar los desafíos:

1. Una propuesta sencilla para lograr políticas con política

Para los socialdemócratas, la democracia también comienza en casa. De manera que la socialdemocracia europea debería partir de su propio entorno, aunque es evidente que, a nivel continental, la democracia y la legitimidad también tienen problemas. Con frecuencia se dice que los Gobiernos nacionales deben encontrar maneras de implicar a los ciudadanos en el proceso decisorio de la UE. En materia de asuntos europeos, los Gobiernos nacionales actúan con muy pocas aportaciones ciudadanas directas. Además, en muchos casos, casi no reciben las indirectas, que canalizan los Parlamentos nacionales.

Si la democracia a escala nacional se considera frecuentemente una “política sin políticas”, ya que la Unión Europea absorbe cada vez más competencias, podríamos decir que en el nivel de la UE hay “políticas sin política”, porque el Consejo Europeo dice ocuparse del interés nacional y la Comisión y el Parlamento europeos se centran, con razón, en el de Europa. Definitivamente, esta necesita políticas con política.

¿Cómo se consigue eso? Es fácil decir que Europa necesita un liderazgo mejor, pero más difícil resulta desarrollar tal afirmación. ¡Para poder devolver las decisiones de la UE a un entorno de consultas totalmente democrático, reduciendo la tecnocracia y reconstruyendo la confianza de los ciudadanos en la Unión, es preciso ofrecerles alternativas políticas!

Los problemas europeos más importantes se abordan de tal manera que los ciudadanos no pueden ver cómo se respetan ni su elección ni sus convicciones. La legitimidad democrática europea es algo complejo. La UE se ocupa con demasiada frecuencia de crípticas cuestiones regulatorias que, a propuesta de la tecnocrática Comisión Europea y después de consultar con el Parlamento Europeo, son finalmente aprobadas por el Consejo de Ministros, normalmente a puerta cerrada. ¡Las diferencias deben solventarlas y sortearlas mediante la negociación esos tres organismos compuestos por miembros de todos los Estados miembros!

Un método sencillo de aportar mayor legitimidad y más peso político a todo el proceso sería elegir a un presidente de la Comisión propuesto por el Parlamento Europeo. De este modo, en las elecciones a la UE los electores podrían elegir entre un abanico de agrupaciones de partidos y opciones políticas distintas.

En consecuencia, ¡mientras la socialdemocracia europea no sea capaz de presentar un candidato común a la presidencia de la Comisión, los votantes no podrán apreciar alternativas y formas reales de avanzar hacia políticas socialdemócratas con política!

2. Una propuesta urgente para la solidaridad y las políticas sociales

Si estamos de acuerdo en que Europa representa un patrimonio compartido y un futuro común, los socialdemócratas tendrán que proponer medidas adecuadas para solucionar la crisis económica europea.

En los últimos años, las políticas se han centrado más en la bajada de los salarios que en fomentar el crecimiento y el empleo. Esas políticas han desatendido la solidaridad y la lucha contra la desigualdad. Parece que Europa ha quedado reducida a una zona de supervisión y sanción, incapaz de fomentar el diálogo social y la democracia. Si esto es así, los socialdemócratas deben asumir su responsabilidad y no dar la espalda a los imperativos, tanto del proyecto europeo como de la lucha contra la crisis económica. Los problemas más acuciantes son el incremento del paro y de la pobreza. La socialdemocracia necesita trazar un nuevo camino europeo, basado en otra interpretación del crecimiento y el bienestar que conjugue la responsabilidad presupuestaria con valores y principios esenciales como la solidaridad y la justicia social.

La responsabilidad presupuestaria y la disciplina fiscal son claves para garantizar la estabilidad de la eurozona y la revitalización del modelo social europeo. La reducción del déficit y de la deuda hace que las cuentas públicas dependan menos de las fluctuaciones de los mercados, ayudando a liberar recursos para la inversión en progreso social y crecimiento.

El presupuesto de la Unión Europea para el periodo 2014-2020 debería dar respuestas más eficaces y transparentes, centrándose más abiertamente en los imperativos de la justicia social, el empleo, la educación y la formación profesional. Esto ayudaría a crear trabajo, combatiendo la segmentación del mercado laboral, sobre todo en lo tocante a jóvenes y mujeres. La socialdemocracia debería otorgar prioridad tanto a la política industrial, para así fomentar el desarrollo de grandes proyectos industriales, tecnológicos y de infraestructuras, como a la transformación medioambiental de Europa, con vistas a desarrollar industrias menos contaminantes que, basadas en tecnologías verdes, reporten empleos de larga duración y muy cualificados.

La aplicación de una tasa a las transacciones financieras, defendida hace tiempo por muchos progresistas europeos, debe estar en primera línea de todas las políticas de los partidos socialdemócratas. El objetivo es conseguir que los responsables de la crisis financiera contribuyan a la recuperación económica y también promover medidas contra los paraísos fiscales, que sirvan para combatir la evasión de impuestos, ayudando a mejorar las finanzas públicas.

Mediante la creación de eurobonos, también se podrían movilizar otros recursos para financiar proyectos de inversión comunes. Esta es una propuesta urgente para la solidaridad y las políticas sociales.

3. Una sugerencia lógica para la igualdad y la estabilidad económica

La austeridad no solucionará la crisis. España es un ejemplo de ello, y también Grecia, Portugal, Italia y otros miembros de la UE. Para estimular el crecimiento hace falta, sobre todo, incrementar la demanda y culminar la formación del mercado interno. Necesitamos iniciativas serias para abordar los profundos desequilibrios macroeconómicos y sociales que están en la raíz de la crisis en la eurozona. Las medidas de fomento de la competitividad en los países con déficits comerciales deberían ir acompañadas de medidas recíprocas de estímulo de la demanda interna en los países con excedentes comerciales. Así ayudaríamos a invertir la tendencia de las últimas décadas a producir una distribución desigual de la riqueza. También habría que diferenciar entre el gasto destinado a inversión y el de explotación.

La incapacidad mostrada por los Gobiernos conservadores europeos en su respuesta a la crisis de la eurozona ha llevado al Banco Central Europeo a asumir un papel activo en los mercados financieros, con vistas a impedir la agudización de esa crisis, permitir la refinanciación de los Estados miembros y aportar confianza a los propios mercados. No obstante, para reformar la gobernanza económica europea también es preciso tener en cuenta el papel que como prestamista de último recurso podría tener el propio Banco Central Europeo.

El objetivo es fomentar una mayor solidaridad, garantizando mejor la igualdad y la distribución equitativa, y contribuir a la estabilidad del euro. Evidentemente, esta sugerencia busca la igualdad y la estabilidad económica.

La socialdemocracia solo podrá recuperar la confianza, y con ella a los votantes en las citas electorales nacionales y europeas, si acomete un auténtico y necesario cambio para acabar con los mitos y promesas neoliberales.

Esta empresa no constituye únicamente un debate intelectual de soñadores izquierdistas. Es un auténtico combate político en el que están en juego políticas concretas con auténticos objetivos programáticos.

La socialdemocracia europea debe definirse a sí misma, no solo por contraste con otros partidos, sino mediante el desarrollo de un discurso progresista propio que permita a la gente sacar partido a su vida. Esta es la prerrogativa necesaria para recuperar el apoyo y abrirse a las generaciones jóvenes de Europa.

No se trata únicamente de un esfuerzo de renovación. Se trata de emanciparse de tradiciones trasnochadas y de asumir una labor imprescindible para el futuro de Europa y para lograr políticas con política en nuestro continente.

Ernst Stetter es secretario general de la Fundación para los Estudios Progresistas Europeos. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *