Hacia una OTAN más globalizada: elaboración del concepto estratégico

Ha terminado prácticamente el proceso que durante ocho meses ha venido desarrollando la OTAN para reunir e integrar reflexiones en torno a la elaboración de su Concepto Estratégico 2010. Este documento es el segundo en importancia después del propio Tratado de Washington y viene a relevar al no tan obsoleto concepto de 1999, después de diez años de vigencia en los que el acontecimiento más significativo fue el ataque sufrido por Estados Unidos el 11 de septiembre del año 2001, por el que por primera vez, en la existencia de la Alianza, se evocó el artículo V del Tratado. Ahora de lo que se trata es de elaborar un concepto estratégico que sea acorde con las amenazas y retos actuales y futuros, y con el papel más globalizado que debe desarrollar la organización en un horizonte a medio y largo plazo.

En los primeros días de mayo, el Grupo de Expertos, dirigido por la secretaria Albriht, presentó sus conclusiones al secretario general de la OTAN Fogh Rasmussen, y en un periodo que puede llegar hasta noviembre, probablemente del 17 al 19 en la Cumbre de Lisboa de la Alianza, se conocerá el resultado en forma del nuevo y flamante Concepto Estratégico 2010.

El conjunto de reflexiones citadas se ha movido sobre la cuestión de extender la validez del Tratado original a las nuevas características del ambiente internacional, sin que los principios básicos del ordenamiento atlántico se resientan, dado que, como reconociera la secretaria de Estado Clinton, «la Alianza ha permanecido porque ha constituido una herramienta de los diplomáticos atlánticos, el esfuerzo de nuestros soldados, y lo que es más importante, su poder reside en los principios establecidos».

A pesar de los pasados retos, complicados y múltiples, el objetivo de la Organización Atlántica ha permanecido, defendiendo a las naciones de la Alianza, reforzando las relaciones euroatlánticas y facilitando la ulterior integración de los estados europeos que lo desearon, de tal forma que se favoreció la seguridad de la población en toda la zona, desde los Países Bálticos a los Balcanes, de manera que hoy en día la Europa que conocemos está en paz, está más unida, es más libre y más democrática que en cualquier otro periodo de su historia, como así lo reconociera Hillary Clinton en el reciente Seminario de Washington.

Por tanto, hay muchos aspectos que conservar, los que han servido para que la OTAN sea una organización con éxito constatado, el corazón de la Alianza en definitiva; pero a través de ellos, y sirviendo como base de partida, es necesario ver más allá y reconocer que el mundo ha cambiado, y que han irrumpido nuevos adversarios, tecnologías emergentes y nuevas ideologías que amenazan la seguridad común, y es necesario readaptarse y reflexionar profundamente sobre el futuro, sin mirar hacia atrás, asumiendo que «nuestros soldados no tendrán que repetir la última guerra».

En lo que respecta a la zona de aplicación de lo preceptuado en el Tratado, es necesario constatar que en el concepto de 1999 se preceptuaron ya conceptualmente las operaciones fuera de área, consideradas en aquellos momentos como una cierta desviación en las esencias de la OTAN, pero que se han consolidado como una necesidad estratégica básica, dado que «no se puede actualmente defender los países aliados permaneciendo en los límites de la Alianza sino atendiendo a las nuevas amenazas y a los orígenes de la misma». Estos aspectos definirán a partir de ahora las zonas donde la Organización Atlántica operará, y por extensión los espacios de su interés, con la tendencia de un aumento significativo de su influencia, por cuestiones ligadas también al objetivo de hacer una OTAN más política y globalizada. Los riesgos y amenazas comunes sobre los Aliados, en cualquier zona del mundo, podrían, caso de desencadenarse, ser motivo de aplicación del Tratado, tanto en su opción de un ataque armado, en su caso, como la iniciación del proceso de consultas previsto en su artículo IV, con lo que el área de aplicación será mucho más amplia y aleatoria.

Las amenazas y retos no tendrán una ubicación determinada, no respetarán las fronteras, no serán puramente militares o puramente convencionales. Piratería, terrorismo, proliferación nuclear y misilística, ciberataques, privación de los abastecimientos energéticos, ataques sobre la infraestructura y las redes de energía, etc,, deberán ser objeto de la consideración de la OTAN sin que en la mayoría de los casos se pueda predecir el origen de los mismos. Situaciones de emergencias y aparición de estados fallidos serán frecuentes en los años por venir, y en ellas las capacidades civiles de la Alianza, como precursoras de los desarrollos posteriores, serán vitales para paliarlas e implementar las estrategias de contrainsurgencia que se instauren. El nuevo espíritu de la defensa colectiva necesita incluir estas nuevas amenazas, y el Concepto Estratégico 2010 debería disponer los criterios precisos para asentar la seguridad energética, como prioridad creciente, la defensa antimisiles, procedentes de Oriente Medio, la disuasión y respuesta a ataques terroristas, la prevención de utilización de estados fallidos como medio de ataque del terrorismo transnacional, la prevención y respuesta a los ataques nucleares ejecutados por actores no estatales, por la proliferación de otros países como Corea del Norte e Irán , y la disuasión de los ataques nucleares interestados.

En lo que respecta al proceso de ampliación, a pesar de algunas tibias reflexiones escuchadas en el proceso de reflexión, la secretaria de Estado Clinton ha sido clara y directa cuando afirma que «ningún país debería imponer a otro un veto para pertenecer a una organización. La ampliación de la OTAN no representa una amenaza para Rusia, y es necesario convencerla de esto». En este sentido es necesario seguir presionando al gran país oriental para reiterar la decisión de la OTAN sobre la integridad y soberanía de los Estados.

Sobre Rusia ha habido una profunda reflexión cuyo techo reside en el concepto de que comparte sin ninguna duda las mismas amenazas y la misma seguridad que la OTAN, no siendo necesario ningún nuevo Tratado de Seguridad, como es la pretensión rusa, sino la ejecución de una política de transparencia sobre las posiciones respectivas, las doctrinas, el armamento, instalaciones, planeamiento de ejercicios militares y observación de los mismos.

La OTAN aspira a tener un papel de organización de seguridad más globalizado, concertándose con otras organizaciones como la ONU y la OSCE para conseguir una actuación eficaz, pero también con otras naciones no OTAN, dado que su actuación «a distancia estratégica» precisará establecer unas relaciones profundas fuera del área euroatlántica.

Para ello el futuro desarrollo de las capacidades políticas de la Alianza debe ser acorde con el desarrollo de sus capacidades operacionales, de tal forma que la OTAN sea cada vez más un forum político para defender sus valores y una visión común.

Es muy probable que se asista a cambios de estructura drásticos en materia de eficiencia y ahorro de costes, bien necesitados actualmente, pero el esfuerzo principal se centra en convertirla en una organización que no ignore ya los retos que se aprecian en el horizonte estratégico y no cierre sus puertas a las amenazas que trascienden a la geografía euroatlántica.

Ricardo Martínez Isidoro, General de División.