¡Hay sociedad civil!

El pasado 29 de septiembre se celebró en Valencia, con la presidencia de honor de SM el Rey Felipe VI, el II Congreso Nacional de la Sociedad Civil en el Ateneo Mercantil, símbolo histórico de las tertulias y debates de la sociedad valenciana más pujante y avanzada de tiempos pasados. El lema del Congreso fue Relanzar España y en él participaron 80 ponentes nacionales e internacionales de primera fila en torno a 12 mesas redondas y dos sesiones plenarias sobre La España que nos une y Europa en el nuevo orden mundial.

Con un programa necesariamente austero por las restricciones del Covid, pero con enorme entusiasmo y compromiso con cuatro sesiones de trabajo: los fundamentos de la convivencia civil, el proyecto de Nación para España, la sociedad civil y la política y, por último, lo que nos hace diferentes en el mundo.

Hacerlo en Valencia tenía también un significado de necesaria vertebración territorial de una sociedad civil de élites tradicionalmente capitalina y más madrileña que otra cosa.
En su primera edición de febrero de 2020 el Congreso, cuyo lema fue Repensar España, tuvo como invitados de honor a los ex presidentes González y Aznar, que debatieron sobre la importancia de la sociedad civil y su papel de sana mediación en la acción política.

Con 19 mesas de debate y 120 ponentes fue un acontecimiento muy relevante en un Madrid que acusaba los primeros síntomas de la pandemia que ya entonces nos acechaba.

Este año, el invitado de honor ha sido Romano Prodi, ex Presidente de la Comisión Europea y ex primer ministro de Italia. La organización del congreso quiso resaltar el buen ejemplo italiano con un gobierno de concentración nacional presidido por un técnico independiente de gran prestigio como Draghi, facilitado con generosa e inusitada lealtad por la clase política más dividida y más variopinta de Europa. Varios ponentes italianos de primera magnitud complementaron la representación transalpina que produjo una cierta envidia entre los asistentes y al mismo tiempo puso de manifiesto un buen ejemplo a seguir. Los ex comisarios europeos Benita Ferrero y Raniero Vanni D'Archirafi, junto a la ex presidenta de Ecuador Rosalía Arteaga, completaron el elenco internacional.

Múltiples exponentes españoles sobresalientes de la sociedad civil, de la política, de la economía, la cultura o de las tecnologías, la sanidad y la sostenibilidad se dieron cita en Valencia como expresión inequívoca de pluralidad y diversidad. Los ex ministros Ana Pastor, Miguel Sebastián, Juan Costa, Trinidad Jiménez o Rafael Catalá, los intelectuales Adela Cortina, Emilio Lamo de Espinosa, Teresa Freixes, Petra Mateos, José Luis García Delgado o Joaquín Goyache y Ana Santos, los doctores líderes del bien hacer del Covid Antonio Zapatero o Juan Abarca , los ex presidentes valencianos Lerma y Camps, la periodista Victoria Prego, el científico Emilio Lora Tamayo, el padre Ángel o Miguel Ángel Fernández Ordoñez, ex gobernador del Banco de España, y la influencer Tania Llasera, entre otros muchos, formaron un elenco de ponentes de primera categoría.
El enfoque principal del Congreso fue la salida de la crisis, el relanzamiento económico y social y la regeneración política, con un marcado acento en la integración europea y su ciudadanía y modo de vida, como catalizadores de un necesario orgullo de pertenencia a Europa, que vaya más allá de la gratitud por las ayudas europeas.

Estos congresos han sido seguidos en las redes por decenas de miles de personas que se han interesado por los debates y las conclusiones alcanzadas, facilitando un ejercicio de necesaria permeabilidad de unas ciertas élites intelectuales y profesionales con la ciudadanía. Uno de los problemas tradicionales de una sociedad civil que no tiene facilidad para interactuar con la sociedad en su conjunto, ni pegada suficiente para generar seguimiento y entusiasmo general.

Otro de los elementos esenciales ha sido un ejercicio de pedagogía interna para la propia sociedad civil que tiene que hacer esfuerzos de integración y unidad en el ámbito de una mayor responsabilidad individual, que garantice independencia intelectual y económica a las iniciativas de la ciudadanía, tradicionalmente dependiente de las ayudas públicas y los patrocinios empresariales.

La participación de múltiples entidades del tercer sector, y de sus más insignes representantes, sirvió para escenificar esa necesaria unidad de la sociedad civil en torno a valores y objetivos comunes, superando el cainismo tradicional y los personalismos reductivos y estériles. No en vano la entidad organizadora y convocante es la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora (Socia) que aglutina a más de 20 instituciones y entidades de la sociedad civil entre fundaciones, centros de pensamiento, institutos y asociaciones transversales en el conjunto del país. Es más que evidente que no se pretende representar a toda la sociedad civil española porque esta es una pequeña aunque significativa parcela de ella, pero por algo se ha de empezar.

La sociedad civil española se caracteriza por una enorme fragmentación y una escasa unidad, que la hacen frágil y vulnerable frente a la manera dura en que se ejerce la política en España que todo lo invade y clienteliza. Un propósito irrenunciable de estos congresos es mostrar cooperación leal con los políticos y tratar de facilitar ideas y aportar soluciones para la mejor acción política en beneficio de la nación y de todos los españoles. Uno de los pensamientos inspiradores de actuación se deriva de una de las frases más célebres de nuestro gran filósofo Julián Marías que dijo : "En España todos se preguntan qué va a pasar y nadie dice ¿qué vamos a hacer?". En Valencia hubo mucho del "qué vamos a hacer", afortunadamente.

Nadie tiene la pretensión de suplantar a quienes han sido legítima y democráticamente elegidos y tienen la responsabilidad de gobernar España y hacer las leyes. Se trata de complementar la política desde la lealtad y la más sana complicidad reparadora e impulsora de los mejores resultados para el interés general, aunque a veces asalte la duda de que es difícil ayudar a quien no quiere ser ayudado.

También con la intención sincera de apoyar a los políticos en dignificar su función que es las más noble entre todas las profesiones. En España, la política y los políticos están denostados y se han convertido en el principal problema para la ciudadanía, eso es letal para la democracia.
Desde la sociedad civil tenemos la responsabilidad moral de ayudar a nuestros políticos a recuperar la alta dignidad de sus responsabilidades y el prestigio de la función política, pero hemos de hacerlo también desde el coraje cívico que supone confrontarnos con ellos y discrepar para llegar a consensos y soluciones mejores.

España sigue siendo un país de bandos y de adhesiones incondicionales donde el "conmigo o contra mí" es aun el credo de las actuaciones políticas y donde la visión de Estado brilla por su ausencia. El Congreso ha dado buena muestra de ello al tener que cancelar la mesa sobre los pactos de Estado porque ninguno de los invitados políticos aceptaron venir, haciendo buena la división endémica e irreconciliable imperante.
Pero es aquí donde Romano Prodi nos dejo un mensaje profundo: "Europa es el resultado de los acuerdos permanentes entre minorías, porque ningún Estado tiene votos dominantes y hay que construir todo sobre el consenso, la generosidad y la lealtad por los propósitos comunes entre seres humanos muy distintos y culturas profundamente diversas".

Una frustración de este II Congreso fue la incapacidad de conseguir que los ministros del Gobierno quisieran venir a debatir a las mesas y no solamente a presidir. Aunque este mal de altura aqueja tradicionalmente a los miembros de todo Gobierno español cualquiera que sea su ideología. En España, los ministros van sólo a presidir y soltar doctrina sin escuchar a los demás. Siempre presencias rápidas de apertura o clausura y "salir pitando" para el siguiente compromiso.

Hay muchos países de democracias avanzadas donde eso no ocurre porque la humildad en el escuchar, debatir, confrontar y aprender debe estar presente siempre y en todos los órdenes de la vida, incluida la política y, si cabe, aún más en ella. Honrosas excepciones fueron los secretarios de Estado de Digitalización, Carme Artigas, y de Asuntos Europeos, Juan González Barba.

De este Congreso han salido muchas y buenas conclusiones que es imposible resumir en este artículo pero que se pueden consultar en la web del Congreso www.sociedadcivilahora.es, pero es bueno destacar algunos mensajes fuerza que servirán para transformar España si el conjunto de la ciudadanía los hace suyos: Para empezar se ha reivindicado el impulso de un nuevo humanismo vertebrador de los procesos de digitalización y sostenibilidad que pongan al ser humano por delante de la tecnología y del planeta aunque en estrecha armonía con ambos, pero nunca subordinados a ellos. La pugna por el liderazgo de opinión entre intelectuales e influencers de las redes de comunicación tendrá que solventarse desde una reformulación ética de sus actuaciones y compromisos con la necesaria transparencia que una sociedad moderna exige.

Una Europa de los sentimientos y la sensibilidad por el European Cultural Heritage y el modo de vida europeo, como complemento de la de los mercaderes del mercado único y el Euro, se abre paso para garantizar una mejor y mayor integración europea.

Una nueva senda hacia la unidad europea por la defensa y la política exterior común ha de avanzar con paso firme en medio de la creciente confrontación política y económica entre los EEUU y China. Pero con la necesaria eliminación de los derechos de veto y una nueva estrategia de mayorías reforzadas donde, según Prodi, la alianza entre Francia, Italia y España será crucial para el futuro Europeo, "con nuestro país con el reto irrenunciable de aportar talento al proyecto europeo" -como dijo el Secretario General del PP, Teodoro García Egea, en la clausura-.

Como plato fuerte del Congreso se presentó la Plataforma Ágora Ciberdemocracia de participación ciudadana y corporativa para la mejora del ejercicio democrático de la ciudadanía entre elecciones y para la potenciación del Gobierno corporativo, como eje troncal de un nuevo capitalismo inclusivo y humanista que ha de presidir la nueva economía de la ecología y la digitalización de la vida.

Por último quedó patente que en España es mucho más lo que nos une de lo que nos separa, afortunadamente, y que somos una gran nación con una Monarquía parlamentaria moderna que actúa como garante de la convivencia nacional y del orden constitucional.

Aldo Olcese es presidente del II Congreso Nacional de la Sociedad Civil y de Social.

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