Hay un brote de COVID-19 en Corea del Norte. Y Kim Jong-un quiere que el mundo lo sepa

Kim Jong-un anunció un confinamiento nacional por un brote de covid el 12 de mayo. Era la primera vez que aparecía en televisión con mascarilla. Anthony Wallace/Agence France-Presse — Getty Images
Kim Jong-un anunció un confinamiento nacional por un brote de covid el 12 de mayo. Era la primera vez que aparecía en televisión con mascarilla. Anthony Wallace/Agence France-Presse — Getty Images

Durante dos años, la aislada Corea del Norte alegó haber tenido éxito en mantener alejada a la covid, e incluso rechazó varias ofertas de vacunas, a las que calificó de innecesarias. El mes pasado, eso cambió.

En una serie de notas urgentes, los medios estatales de Corea del Norte anunciaron que una fiebre no especificada se estaba propagando “explosivamente”. La nación comenzó un confinamiento. Se han reportado más de cuatro millones de casos y decenas de muertes.

Es un escenario aterrador para una nación de 25 millones de personas, con problemas de desnutrición y sin esquemas de vacunación. Pero las malas noticias no salen de Corea del Norte sin alguna razón. Reconocer la existencia de un brote viral puede ser parte de una estrategia de su líder, Kim Jong-un, para volver a establecer relaciones con el mundo exterior. El mundo también debería estar listo para participar.

Desde el colapso de sus negociaciones nucleares en 2019 con Donald Trump, el entonces presidente de Estados Unidos, seguido poco después por la propagación a nivel mundial de la covid, Kim se ha recluido en un aislamiento profundo incluso para los estándares herméticos de Corea del Norte. Esto ha sido devastador para su población. También es una amenaza para la paz y la seguridad más allá de la península de Corea: en ese tiempo, Kim ha reforzado su poder y ampliado su arsenal nuclear.

Se cree que en este momento Corea del Norte tiene docenas de dispositivos nucleares y parece estar preparada para realizar una séptima prueba nuclear. Solo este año, ha lanzado decenas de misiles de prueba en violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, incluido, recientemente, un supuesto misil balístico intercontinental diseñado para llegar a Estados Unidos.

La amenaza nuclear no es una novedad. El programa de armas de Corea del Norte ha contrariado a cuatro de los predecesores del presidente Joe Biden, cada uno de los cuales manejó la situación con combinaciones de incentivos y sanciones para, al final, fracasar en detener la producción de ojivas y misiles nucleares.

Entonces, ¿por qué admitir un brote de covid en este momento? Así como Kim envía un mensaje con sus lanzamientos de misiles, está enviando otro al admitir el brote.

En primer lugar, no creamos ni por un instante que la covid acaba de aparecer en Corea del Norte. Semanas antes de que Corea del Norte sellara sus fronteras, a fines de enero de 2020, el virus estuvo circulando en China, con quien mantenía un comercio transfronterizo extenso y había vuelos frecuentes entre Pekín y Pionyang.

Tampoco debemos darle mucha importancia a las declaraciones más recientes de Corea del Norte sobre su éxito en la lucha contra el brote. Es probable que la covid “empeore, no mejore”, dijo Michael Ryan, director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, la semana pasada. La OMS ha expresado su preocupación por una propagación descontrolada entre los norcoreanos no vacunados.

Es posible que los casos estuvieran aumentando tan rápido en la capital, Pionyang, que era necesario reconocer el brote. Pero también es probable que haya un elemento de sincronización política: el anuncio del brote llega justo antes de un viaje de Biden a Corea del Sur y Japón.

Kim puede estar siguiendo una estrategia doble. Los lanzamientos de misiles mantienen la tensión con Estados Unidos y Corea del Sur, lo que lo ayuda a justificar el refuerzo de su arsenal nuclear, con lo que se coloca en una posición más fuerte para futuros enfrentamientos o negociaciones.

Y la confesión sobre el coronavirus sirve como una forma de salvar las apariencias para asegurar la ayuda humanitaria y otros bienes de Pekín —siempre preocupada por la crisis de su vecino— después de que Kim rechazó las ofertas anteriores de vacunas de China. Según informes, solo unos días después de anunciar el brote, Corea del Norte envió tres aviones de carga a Shenyang, China, para recoger suministros de emergencia. Otros más llegaron por tren. Es posible que ya esté recibiendo vacunas chinas.

La ayuda es necesaria, sin duda. Los norcoreanos han sufrido escasez crónica de alimentos desde una hambruna masiva en la década de 1990. Las frutas, las verduras y la carne son un lujo para la mayoría de las personas, y la desnutrición se ve en la piel manchada, los pómulos hundidos y los cuerpos demacrados de muchas personas con las que me encontré por todo el país durante mis años reporteando sobre el terreno. Los últimos dos años de cierres fronterizos que bloquean el flujo de alimentos, medicinas y otros suministros han hecho más difícil la supervivencia.

La mayoría de los hospitales y clínicas no tienen calefacción, medicamentos o suministros. He visto a enfermeras de Corea del Norte tirar jeringas en un lavabo y enjuagarlas con desinfectante para volver a usarlas. En invierno, los médicos y los pacientes se abrigan con gruesas chaquetas acolchadas porque el calor se reserva para el quirófano.

Hace años, una doctora norcoreana me dijo que confiaba en la atención preventiva porque no tenía medicamentos que ofrecerles a los pacientes, ni siquiera para la diarrea, que, asegura, mata a decenas de niños norcoreanos cada año. Unos carteles hechos a mano se alineaban en las paredes de su clínica rural y sugerían comer dos cabezas de ajo crudo, beber licor fortificado con un huevo y ginseng en rodajas o beber agua tibia con cebollín picado y azúcar para protegerse de los resfriados y la gripe.

Fuera de la capital, la mayoría de los norcoreanos que viven en zonas montañosas ni siquiera pueden llegar a los hospitales provinciales por las malas carreteras y el transporte deficiente, me dijo la doctora. Es probable que estén sufriendo en aislamiento.

La posibilidad de un nuevo diálogo con Corea del Norte parece poco probable en este momento. Biden ha dejado en claro que no cortejará a Kim como lo hizo Donald Trump. Durante la visita de Biden a Corea del Sur, un reportero le preguntó al presidente si tenía un mensaje para Kim. Su respuesta fue escueta: “Hola. Punto”. Biden parece tener la intención de mantener a Corea del Norte contenida al tiempo que deja la posibilidad abierta para la diplomacia cuando llegue el momento adecuado.

Es posible que ahora Kim no se dirija a Washington, Seúl o Tokio. Pero si acepta la ayuda de Pekín, Estados Unidos y sus aliados deben encontrar una manera de trabajar con China sobre su interés compartido en frenar un brote viral en la población vulnerable de Corea del Norte y volver a conversar con Pyongyang para entablar negociaciones nucleares. De lo contrario, Estados Unidos corre el riesgo de quedar excluido de una inusual apertura política.

En medio de su hambruna mortal de la década de los noventa, Corea del Norte lanzó un llamado internacional de ayuda alimentaria que no tenía precedentes. La asistencia posterior de Estados Unidos y otros contribuyó a llevar al país a la mesa de negociaciones nucleares. El momento covid de Corea del Norte puede presentar una oportunidad similar.

Jean H. Lee abrió la oficina de Pionyang de The Associated Press en 2012 y ha hecho decenas de viajes de trabajo periodístico a Corea del Norte entre 2008 y 2017. Es coanfitriona del pódcast Lazarus Heist del Servicio Mundial de la BBC y es académica afiliada al Centro Wilson en Washington.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *