Hora de hablar con Rusia y no de Rusia

Ayer viajé a Moscú. La última vez que un alto representante de la Unión Europea visitó Rusia fue hace cuatro años. El principal objetivo de mi visita es abordar las cuestiones que nos preocupan relacionadas con el lugar y el papel de este país en Europa y su compromiso internacional más amplio.

Las relaciones entre la UE y Rusia se han ido deteriorando durante la última década y han estado marcadas por la falta de confianza, especialmente desde la anexión ilegal de Crimea y Sebastopol por parte de Rusia en 2014. Hoy ambas partes nos vemos fundamentalmente como rivales y competidores y no como socios.

Nuestros desacuerdos son profundos en lo que respecta a los conflictos en nuestra vecindad más cercana, desde Ucrania y Bielorrusia hasta Libia y Siria, y en lo que se refiere a los derechos humanos y las libertades fundamentales. El envenenamiento de Alexéi Navalny, su detención y posterior condena, así como la detención de miles de manifestantes estos últimos días, nos recuerdan, de manera dolorosa, que el espacio para la oposición, la sociedad civil y las voces independientes en el país se ha reducido. Las acciones de Rusia en los últimos años no se ajustan a sus compromisos ni como miembro del Consejo de Europa ni como Estado participante en la OSCE. Y hay que recordar que estas instituciones están en el centro de la cooperación, la paz y la seguridad en Europa.

Tenemos que mantener un intercambio franco con Rusia sobre el estado de nuestras relaciones. El objetivo de la diplomacia es precisamente comprometerse, transmitir los mensajes e intentar encontrar un terreno de entendimiento. La diplomacia es esencial cuando las cosas van mal. Tendríamos, por lo tanto, que mantener siempre abiertos nuestros canales de comunicación. Sin embargo, hasta ahora hemos hablado, y a veces ni siquiera a fondo, más sobre el otro que con el otro. Esto solo alimenta la desconfianza y no nos ayuda a afrontar los retos futuros.

Debemos ser claros sobre lo que nos genera inquietud y, al mismo tiempo, reconocer que estamos estrechamente relacionados con nuestro mayor vecino, no solo por la historia o la geografía. La Unión Europea sigue siendo el primer socio comercial de Rusia y su principal fuente de inversión extranjera directa. Los estudiantes rusos son los mayores beneficiarios no pertenecientes a la UE de los intercambios universitarios Erasmus+ y Rusia es el país en el que se expiden la mayor parte de los visados Schengen. Nuestros lazos siguen siendo importantes para ambas partes.

Por lo tanto, tenemos que seguir un enfoque multidimensional, tal como se refleja en el conjunto de principios rectores acordados por la UE para sus relaciones con Rusia, marco de referencia en mi visita a Moscú. Estos principios incluyen un compromiso selectivo sobre asuntos de interés para la UE, así como el acercamiento y apoyo a la sociedad civil rusa. Esto no se puede hacer por videoconferencia.

A pesar de todo ello, hay asuntos en los que podemos trabajar juntos y obtener buenos resultados. El mejor ejemplo es el Plan de Acción Integral Conjunto, el Acuerdo con Irán, que sigue siendo una de las piedras angulares de la arquitectura mundial de la no proliferación nuclear. Muchas crisis regionales se beneficiarían de una comprensión más estrecha y de los esfuerzos conjuntos de la UE y Rusia.

Los retos globales de nuestro tiempo requieren soluciones globales, empezando por la pandemia del Covid-19. Necesitamos más cooperación, transparencia e intercambio de información; no menos. Debemos luchar contra la desinformación, que en este caso concreto es especialmente perjudicial y puede poner en peligro la vida de las personas. Hemos visto, precisamente, que algunas acciones en este ámbito proceden de Rusia.

Queremos seguir colaborando con Rusia ante los retos climáticos. Contamos con el compromiso de sus autoridades de hacer que la COP26 de Glasgow sea un éxito. Solo aprovechando las oportunidades de una transición justa y equitativa para todos podremos salvaguardar al mismo tiempo la prosperidad y el planeta.

Por último, tenemos que abordar las nuevas amenazas y oportunidades que surgen en el ámbito digital y en el ciberespacio. Hemos sido testigos, no hace mucho, de numerosos ciberataques que se han convertido en un síntoma de nuevas rivalidades. Por parte de la Unión Europea, hemos sido claros sobre nuestro compromiso de resolver por medios pacíficos todas las disputas internacionales en el ciberespacio. Pero esto no significa que no vayamos a reaccionar. Hemos impuesto sanciones a los autores de actividades malintencionadas y seguiremos haciéndolo, siempre que sea necesario.

De acuerdo con el Acta Final de Helsinki, la estabilidad en Europa debe basarse en la cooperación, el respeto de la integridad territorial y la soberanía de las naciones y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Entablar un diálogo no significa volver al statu quo, sino encontrar ámbitos de entendimiento para restablecer progresivamente la confianza.

Informaré a los dirigentes de la UE del resultado de mi visita en un próximo debate estratégico sobre las relaciones UE-Rusia. Sigue siendo crucial garantizar una dirección y unidad claras en nuestro compromiso con Rusia.

En la década de los años 90, soñamos una Europa diferente, con la cooperación de todos para hacer frente a los desafíos globales. Lamentablemente, en 2021 estos sueños no se han cumplido. No obstante, han de seguir inspirándonos y debemos comprometernos a hacerlos realidad.

Josep Borrell es alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea.

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