I have a dream!

Este mes se cumplen cincuenta años del discurso I have a dream (Tengo un sueño) de Martin Luther King, tal vez el más importante y sin duda alguna el citado con más frecuencia en Estados Unidos en el siglo XX. Los años sesenta constituyeron un periodo turbulento en el terreno de las relaciones interraciales en Estados Unidos. Hubo crecientes protestas por el maltrato y la discriminación contra los negros; la lucha por los derechos civiles se aceleraba y cobraba impulso. La ocasión del mencionado discurso fue una marcha sobre Washington “por el trabajo y la libertad” en la que participó un cuarto de millón de manifestantes.

Martin Luther King jr., una de las figuras fundamentales de la comunidad negra, se dirigió a una enorme multitud desde los escalones del monumento a Lincoln. La intervención rindió homenaje al discurso de Gettysburg, de Abraham Lincoln, en 1863, en el que el presidente proclamó el ser de la nación concebida en la libertad y consagrada según el principio de igualdad. El discurso de King, que duró sólo 17 minutos, ha entrado en la historia como la “Proclamación de la Emancipación”. Habían transcurrido cien años desde el discurso de Gettysburg, pero el negro no era, sin embargo, libre ni igual. Estados Unidos había dado a la población negra un cheque sin fondos y ahora esta acudía a Washington a hacerlo efectivo. Cuando una voz en la multitud (la voz de Mahalia Jackson, la cantante negra de gospel) se oyó diciendo “explícales tu sueño, Martin”, Martin Luther King, el decimosexto de los dieciocho oradores de la jornada, se apartó del texto cuidadosamente preparado y pronunció las famosas palabras: “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño!”.

Repitió la frase “tengo un sueño” reiteradas veces en los minutos siguientes apoyándose en la Biblia, en Gandhi y en Tolstói. El discurso en cuestión se convirtió en un hito en la historia de Estados Unidos.

En el medio siglo transcurrido desde el discurso de King, se han producido grandes cambios en el estatus de los negros en Estados Unidos, sobre todo en el terreno político. Ha sido elegido un presidente negro, la mayoría de ciudades estadounidenses tienen, o han tenido, un alcalde negro y se ha dado trato preferente a los negros en el sector educativo y en otros sectores. Si se atiende a la televisión unos minutos, cabrá comprobar su preeminencia en el mundo del espectáculo y en los deportes. La integración de los negros en Estados Unidos puede resultar ejemplar en muchos aspectos a la hora de abordar la integración de minorías dondequiera que tales problemas existen. Sin embargo, hay que decir que vuelve a haber quejas con relación al estatus social y económico de los negros. Sufren mayores índices de paro y, por lo que se refiere a los jóvenes negros, hay un número mayor en las cárceles que en las facultades.

¿Cómo cabe explicarlo? ¿Qué se puede hacer al respecto?

Cuando Martin Luther King pronunció su famoso discurso sobre las relaciones interraciales en Estados Unidos, se refería a las relaciones entre negros y blancos y al deber de los blancos de corregir situaciones de maltrato como, entre otras, la esclavitud de los negros. Sin embargo, a día de hoy, los negros ya no constituyen la minoría más numerosa; constituyen el 13% de la población, mientras que los latinos son el 17%. Los problemas y desafíos han cambiado desde los días de Martin Luther King. En la actualidad, hay minorías que se quejan de que, mientras los negros han obtenido trato preferente, la atención a las necesidades de otras minorías ha sido descuidada.

¿Cómo cabe explicar que los inmigrantes procedentes de Asia (5%) hayan superado a los negros y, en algunos casos, también a los blancos de modo que han mejorado rápidamente su estatus social y económico? ¿Cómo cabe explicar la mayor motivación de otras minorías en auge en Estados Unidos? ¿Cómo cabe explicar que el índice de asesinatos entre blancos y latinos en Estados Unidos haya descendido mientras que ha aumentado entre los negros? Un 94% de víctimas negras fueron asesinadas a mano de otros negros, no por miembros de otros grupos étnicos. Martin Luther King había advertido a sus conciudadanos negros que no echaran la culpa de todo lo que andaba mal en sus comunidades a los blancos y a otros grupos étnicos, sino que practicaran la autocrítica. ¿Cabía achacar, en efecto, buena parte de los problemas al hecho de la ruptura de la familia negra, al hecho de que el 70% de niños negros crecían en el seno de familias monoparentales, sin un padre o una figura paterna?

Así lo afirmaba, en un estudio innovador, Daniel P. Moynihan en los años sesenta. Fue acusado de racismo pero, al cabo de varias décadas, sus advertencias parecen clarividentes.

Varios problemas destacados del discurso “tengo un sueño” han encontrado solución o al menos han sido atenuados y las relaciones interraciales, en cierto sentido, son menos bruscas y hoscas que hace medio siglo. Sin embargo, otros problemas distan tanto de encontrar solución como en los días de Martin Luther King. Tampoco hemos aprendido cómo solucionarlos. Los méritos de Martin Luther King han sido universalmente reconocidos. Se celebra una fiesta federal en su honor, el tercer lunes de enero. Recibió el premio Nobel de la Paz en 1964. Sin embargo, no hubo sólo fama y gloria en su vida: sufrió ocho tentativas de asesinato. Una mujer negra desequilibrada casi lo consiguió en 1958, valiéndose de un abridor de cartas. Y, en abril de 1968, murió de un tiro en el balcón del motel Lorraine de Memphis, Tennessee, en el que se alojaba, por la acción de un asesino confeso que luego se retractó, James Earl Ray, un delincuente blanco en fuga. Así fue como Martin Luther King se convirtió en un mártir de una gran causa.

Walter Laqueur, consejero del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington. Traducción: José María Puig de la Bellacasa.

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