Ibarretxe encadenado

E l día 21 de diciembre del año pasado en la recepción a la 'sociedad vasca', Ibarretxe dio a cada invitado una llave como obsequio. La inscripción decía «Tú eres la llave». Yo no sé quiénes fueron pero parece que la izquierda abertzale se hizo con todas las copias porque ayer el que le ha echado el cerrojo a Ibarretxe ha sido EHAK. Nos ha aburrido diciendo que no hay que dejar en manos de ETA el interruptor de la política vasca. Sin embargo, en cada paso que ha dado, en cada iniciativa que ha planteado siempre ha requerido de los escaños de Batasuna. En 1998 fue elegido con los votos de HB. En 2004 aprobó su plan con los votos de Batasuna, en 2005 fue elegido con dos votos de EHAK y ayer aprobó su propuesta con EHAK. Y últimamente, con ese lenguaje suyo que ha abandonado definitivamente la realidad, no sólo ha solicitado su apoyo sino que lo ha estado mendigando de forma vergonzosa. El interruptor que enciende y apaga a Ibarretxe y sus proyectos siempre lo ha tenido la izquierda abertzale, y ayer le ha echado definitivamente el candado.

Ibarretxe ha manifestado, con alborozo, que EHAK había hecho su recorrido y pedía al PSE (su obsesión particular) que hiciera lo mismo. ¡Pero hombre! Qué cosas dice. No se entera de lo que dicen los de EHAK. No apoyan con su voto prestado la consulta ni la hoja de ruta de Ibarretexe. Es más, le prestan el voto para intentar dejarle en ridículo. Vienen a decir lo siguiente: Ya decíamos nosotros que con la legalidad no se puede ir a ninguna parte, y, además, éstos del PNV son unos cobardes. Y, claro, si la legalidad no sirve, lo que queda es la fuerza. El eco de algún bombazo nos lo recordará.

Pocas veces un solo voto tiene la sombra tan larga. Ibarretxe pensaba que con 34 votos ganaba la votación y resulta que el voto número 34 le tiene prisionero a él.

La obsesión de Ibarretxe de no pactar con los no nacionalistas le ha llevado a supeditar el Gobierno y todo el nacionalismo a los deseos de ETA y la izquierda abertzale. Ibarretxe ha quedado definitivamente encadenado al mundo radical que no condena la violencia terrorista de ETA, y con él ha encadenado al Gobierno y al nacionalismo. Lo pagará caro perdiendo las siguientes elecciones, pero los daños causados son mucho mayores.

El mayor problema que tenemos los vascos hoy no es, desde luego, la consulta o los problemas de identidad. Nuestro problema es comprobar, con estupor, que una parte muy importante de la sociedad vasca, aún hoy, no denuncia con claridad la violencia terrorista de ETA. Recientemente el episodio de las mociones de censura se ha convertido en una vergüenza colectiva que no sé cómo lo vamos a resolver (y claro, Ibarretxe no ha dicho ni una palabra al respecto. ¡Cuántos favores pagados al mundo violento!). Cuando más nos ha hecho falta que el lehendakari liderara la revuelta civil contra el terrorismo de ETA, Ibarretxe sólo ha creado confusión. (Ayer mismo Egibar decía en el debate «lucha armada» refiriéndose al terrorismo etarra). ¡Qué diferencia con el lehendakari Ardanza! Es verdad que la sociedad vasca -los ciudadanos normales- están cambiando sustancialmente su actitud frente a ETA, también la mayoría de nacionalistas. Pero no gracias a Ibarretxe, más bien a pesar de él. Aunque se reivindica el guardián de la ética y la moral, una sombra oscura quedará para siempre cosida a su memoria: no ha querido hacer frente con dignidad y valor al terrorismo de ETA. Este pecado suyo ha contaminado al nacionalismo en su conjunto (algunos activos colaboradores en el pecado sí que ha tenido). Después de Ibarretxe, al nacionalismo le costará mucho quitarse de encima la sospecha.

Es verdad que el nacionalismo gobernante, nunca ha tenido un frenesí antiterrorista, y siempre ha mirado con ojos comprensivos a la izquierda abertzale, pero tenía autonomía política. El PNV podía hacer planteamientos sin depender de HB (el PNV optó por el Estatuto y el autogobierno con una HB y una ETA totalmente en contra). Y eso se visualizaba en la pluralidad de pactos que cosechó. Desde Lizarra e Ibarretxe, el PNV, buscando ser el jefe de la familia nacionalista, ha perdido autonomía y en los temas de calado político ha pasado a depender de la izquierda abertzale. Esta dependencia y falta de autonomía tiene consecuencias desastrosas para todos. El primer perjudicado es, naturalmente, el propio PNV, que ha perdido su mayor valor: la autonomía política y la capacidad de alianzas. Pero es malo para la sociedad vasca también porque deja a miles de personas nacionalistas excitadas, que van de susto en susto acumulando adrenalina, sin capacidad de decidir su propia política, siempre mirando los movimientos del mundo radical y violento que les condiciona. Nada bueno para la tranquilidad y unidad social que nos hacen falta para terminar de un santa vez con ETA.

En la sesión de ayer, Ibarretxe vendió su alma al diablo aportando a este oscuro pacto la representación de todos los nacionalistas, seguramente muy a pesar de muchos de ellos.

Dentro de unos días veremos griterío y algarabía entre los ganadores de ayer en el Parlamento vasco. Panfletos y llamadas a la movilización. Estarán jugando en un campo que desde siempre controla Batasuna. El ciclo de Ibarretxe empezó en Lizarra y terminó ayer. Su único legado es la deslegitimación de las instituciones políticas vascas. Pocos gobiernos habrá en el mundo que no reconozcan la legalidad que les da legitimidad. Ibarretxe ha sido un pionero aventajado en esto. Pero lo más grave de ayer no es, con serlo y mucho, que se aprobara esa cosa de la consulta. Lo grave es que el Gobierno en pleno ha abierto la puerta que conduce extramuros del sistema democrático. Batasuna hace tiempo que les estaba esperando.

Andoni Unzalu Garaigordobil