Imputados y listas

El escenario político será bien distinto dentro de un año. El domingo abre el fuego Andalucía abriendo un periodo de pactos implícitos o explícitos para gobernar en un feudo que es patrimonio de la izquierda desde el comienzo de la transición. Las municipales y autonómicas de mayo van a remover muchos políticos y partidos locales y regionales.

El 27 de septiembre le toca el turno a Catalunya en unas elecciones cargadas de simbolismo y de proyectos indefinidos sobre el futuro más inmediato. Por último, se convocarán las generales españolas en las que no se percibe una mayoría clara para gobernar.

Si nos atenemos a las encuestas que se publican semanalmente empieza una época de una cierta dispersión del poder. Las causas del debilitamiento de los dos grandes partidos pueden ser muchas. La crisis, el paro, la corrupción, la frivolidad, la injusticia y un desmesurado desprecio por la sobriedad cuando vivíamos más allá de nuestras posibilidades. Nos habíamos instalado en el sueño de una abundancia ficticia y al despertar hemos tropezado con una realidad inesperada y cruda.

La corrupción ha sobrevolado la política desde hace años. Es inevitable que haya corrupción. La habrá siempre. La democracia es frágil y parece incapaz de afrontar los desafíos más inmediatos. Pero acaba reparando los desperfectos siempre y cuando funcionen las instituciones. John Stuart Mill, el teórico del utilitarismo del siglo XIX, decía que la democracia es gobernar a través del debate y la discusión. Las elecciones son sólo una parte de un espacio cívico y político más amplio.

La impunidad no es aceptada por los ciudadanos que buscan recambios cuando quienes tienen el poder no son conscientes del sentir general de las gentes. A la larga, las sociedades juzgan mejor los actos que las intenciones, las realidades que los discursos.

La aparición de nuevas formaciones capaces de tener protagonismo en la política española responde a la incapacidad de dar respuesta a problemas concretos.

El Gobierno Rajoy juega la carta de la recuperación económica que se percibe en las grandes cifras pero que no ha llegado al conjunto del país. Parece como si la corrupción fuera algo ajeno al partido del Gobierno, a los socialistas en Andalucía o a los casos que han golpeado la política catalana.

La nueva ley de Enjuiciamiento Criminal cambia el concepto de imputado por el de investigado o encausado. Como si dependiera del nombre de la cosa.

El domingo salió Felipe González diciendo que es un error excluir a todos los imputados de las listas electorales. Nos cuenta que estuvo con Manolo Chaves, “que fue ministro mío” y que se trata de “una persona absolutamente íntegra”. Distingue entre las responsabilidades políticas y penales. Cierto. Pero el día que González dijo, allá por los años noventa, que los casos de corrupción sólo tendrían consecuencias políticas después de las sentencias judiciales, estableció un criterio que ha sido nefasto en nuestra vida colectiva.

Lo mismo repitió el lunes Mariano Rajoy al afirmar que habría que “analizar caso por caso para que un imputado esté en una lista electoral”. Por supuesto que no todos los políticos corruptos tienen la misma dimensión. Pero la práctica generalizada en los sistemas occidentales más solventes es que lo que equivaldría a un imputado no va a una lista y si tiene un cargo de responsabilidad en el Gobierno se va a casa.

El ministro de Justicia holandés y su secretario de Estado dimitieron el pasado día 9 por haber engañado al Parlamento sobre unos hechos que rodearon un acuerdo con un narcotraficante en el 2001. Ofrecieron informaciones imprecisas. Estas dos dimisiones pueden perjudicar al Partido Liberal en las elecciones provinciales que se celebran hoy en Holanda. Los dos afirmaron que la información incompleta ofrecida al Parlamento era incompatible con el mantenimiento de sus cargos.

La irrupción de Podemos y Ciutadans en la política española con la posibilidad de incidir en los gobiernos central y autonómicos fue recibida con ironías y críticas severas a Pablo Iglesias y Albert Rivera. La intervención del delegado del Gobierno en Andalucía sobre la catalanidad de Ciutadans fue tan estúpida como xenófoba. En vez de analizar las causas que han provocado la presencia significativa de esas dos fuerzas en la escena política española se han dedicado a atacar la relación de Podemos con Venezuela, los patrimonios de sus dirigentes y cuantas curiosidades han podido encontrar en sus biografías.

Su ascenso inesperado en las encuestas se debe también a la presencia continuada y desenvuelta de esos personajes que participan en la gran tertulia nacional desde la que se elaboran relatos ajenos a los parlamentos y a los partidos. Interpretan mejor la comedia. Pierre Mendès France, nueve meses primer ministro de Francia entre 1954 y 1955, hombre de gran prestigio, vino a decir que con la comedia no es suficiente. Se requiere también honestidad, coraje e inteligencia. Esto es política.

Lluís Foix

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