Incumplimientos y corrupción

EL PP no digirió el cambio del mapa político tras las elecciones de 2015. No estando en su cultura política el acuerdo, y concebido como un estricto partido de turno con invencible tendencia a la patrimonialización del poder, reaccionó a la nueva aritmética parlamentaria provocando una crisis institucional cuando Mariano Rajoy declinó su designación por el Rey como candidato a presidente.

En Ciudadanos actuamos entonces con el sentido de responsabilidad que le faltaba a quienes venían de gobernar con mayoría absoluta. Dimos cauce a las previsiones constitucionales y a la normalidad política negociando con el candidato Pedro Sánchez y anticipándonos a una posible alianza de los socialistas con el nacionalpopulismo. El fruto fue un acuerdo de Gobierno conocido como Pacto del Abrazo. Si Mariano Rajoy permaneció entonces en la vida política fue porque Podemos votó en contra de la investidura de Sánchez.

Empujado por la polarización, el mapa político tras las elecciones de 2016 se parecía al anterior, salvo por la significativa particularidad de que todas las formaciones nacionales bajaron excepto el PP. Llegados a ese punto, nuestro país podía verse condenado a unas terceras elecciones generales que prolongarían el vacío de poder. Sentarnos a negociar entonces con el PP fue un nuevo acto de responsabilidad, de cuya necesidad objetiva da fe la crisis sufrida por un PSOE que terminó facilitando la investidura de Rajoy.

Ciudadanos utilizó su poder negociador comprometiendo a los populares con un acuerdo de investidura cuyos puntos principales atañían a la regeneración política. Estos dos años de Gobierno Rajoy dejan una conclusión inapelable: el PP no tuvo nunca intención de cumplir los compromisos de regeneración que había firmado.

A regañadientes se avinieron a una de las seis exigencias principales, previas a los otros 144 puntos del acuerdo de investidura. Ese punto era la creación de una comisión de investigación de su presunta financiación ilegal. No podían evitarla, pues contaba con el apoyo de todo el resto de grupos de la cámara.

He sido testigo de la nula voluntad del PP de cumplir con la reforma de la ley electoral, y todos lo hemos sido de su negativa a aceptar la limitación de mandatos, de su resistencia numantina a asumir la dimisión de sus imputados por corrupción política o de su rechazo a la inclusión de primarias en su funcionamiento interno.

Por eso podemos afirmar que el PP ha sido profundamente desleal. Resulta patético ver cómo son ellos quienes lanzan tal acusación contra el partido que votó a favor de la investidura de Rajoy, que aprobó dos Presupuestos Generales del Estado, que apoyó al Gobierno en la activación del 155 y que ha votado no en la moción de censura. El PP ve en Ciudadanos una anomalía porque su modelo es el turno de partidos. Nos considera un enemigo a abatir, ese es su sentido de la lealtad. Cualquier cosa antes que Ciudadanos. Rajoy ha preferido marcharse dejando el Gobierno al otro partido de turno antes que enfrentarse a unas elecciones organizadas por su propio partido con otro líder.

Agotada la paciencia de los españoles por la corrupción, ha sido una sola sentencia la gota que ha colmado el vaso. Esa es la única razón por la que el PP ha perdido el Gobierno. En este momento, existen entre sesenta y cien causas judiciales pendientes relacionadas con la corrupción que afectan al PP. Los próximos meses van a poner a cada uno en su lugar.

Juan Carlos Girauta es diputado de Ciudadanos.

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