Inequívocamente federales

Los dramáticos episodios que hemos vivido los socialistas en los últimos meses han supuesto un mazazo para nuestro proyecto colectivo, y han sumido a nuestra militancia y a nuestro electorado en un estado de zozobra, desorientación y tristeza inédito desde el advenimiento de la democracia. Sabiendo que esto es así, a nadie —ni a los socialistas ni al país— le conviene que sigamos siendo prisioneros de una dinámica negativa y de confrontación. Lo pasado no tiene solución: lo mejor que podemos hacer es aprender de los errores y poner las bases para superarlos. Ahora, como siempre hemos hecho, toca pensar en el futuro, sobre el que sí podemos y debemos actuar. Y tenemos dos opciones: seguir profundizando en nuestra división y, por tanto, en la senda del fracaso, o comenzar a caminar hacia la restauración de la confianza y de nuestra cohesión y unidad internas.

El PSC, en su XIII congreso, ha optado por la segunda vía. Hemos decidido que queremos seguir compartiendo un proyecto para España con el PSOE, de la misma manera que apostamos por que Cataluña siga en España para construir entre todos un futuro mejor. En un período en el que se avecina un choque de trenes institucional sin precedentes, no sobran los elementos de integración que puedan ser el germen de una concepción federal de España, en el sentido profundo de esta palabra, es decir, la unión desde el diálogo, el respeto y el reconocimiento a la diferencia, desde el pacto. Uno de estos elementos de integración, sin duda crucial, es la relación fraternal que mantenemos los socialistas catalanes con el conjunto de los socialistas españoles, con el PSOE.

Las razones por las que debemos preservar esta relación de cualquier elemento perturbador trascienden el ámbito estrictamente partidario. Estamos hablando de Cataluña y su relación con el resto de España. Se trata de perseverar en un proyecto común que apuesta por una reforma federal de la Constitución, un proyecto en el que todos cabemos y en el que se pone en valor nuestra complejidad y riqueza; consiste en seguir demostrando al pueblo de Cataluña que es posible combinar el respeto de nuestra singularidad con vías que nos permitan a los catalanes y a las catalanas participar en la gobernabilidad de España y ser coautores de su diseño y configuración. Dejarnos de lado, alejarnos de la posibilidad de compartir el proyecto colectivo del socialismo español sería un gran triunfo del imaginario independentista que tanto daño está haciendo a la relación entre Cataluña y el resto de España. Sobre todo si la razón es haber optado por votar en contra de la investidura de los que con su inmovilismo, su cerrazón y su torpeza han avivado hasta el límite la tensión territorial, errores cuyos principales perjudicados somos los catalanes que no queremos romper con el resto de España.

Nosotros, en el PSC, estamos razonablemente satisfechos con el marco de relaciones que tenemos con el PSOE, que sin duda es revisable y susceptible de mejora. Busquemos por tanto, si es necesario, fórmulas para optimizar nuestra relación, pero no para alejarnos ni para separarnos. Y hagámoslo con perspectiva histórica, no por una reacción en caliente a una decisión traumática que se ha tenido que tomar en un contexto político muy determinado por una coyuntura política adversa. En definitiva, hagamos las cosas con prudencia política, que, como decía Aristóteles, es una virtud que consiste en tomar decisiones después de pensar, calcular, analizar y deliberar los elementos positivos y negativos de dicha decisión. Hagámoslo también pensando en cómo somos más útiles a la sociedad, buscando ante todo el bienestar del conjunto de los ciudadanos españoles, también de los catalanes. Y debemos hacerlo de tal manera que nadie pueda pensar que lo que se busca es conseguir una ventaja en una disputa orgánica interna.

Ni el PSOE puede desentenderse de Cataluña ni el PSC quiere desentenderse del resto de España. En el momento en que el órdago independentista se plantea con toda su crudeza, cuando el president Puigdemont acaba de anunciar que no asistirá a la Conferencia de Presidentes y pretende acelerar en la vía del choque, no conviene que los socialistas debilitemos nuestros vínculos fraternales y federales. Al contrario, debemos hacerlos más sólidos, más eficaces, más solidarios. Esa es la voluntad expresada por el PSC en su XIII congreso. Queremos ser cada día más útiles, y por ello y para ello queremos seguir construyendo con todos los socialistas españoles un proyecto político democrático, social y federal.

Miquel Iceta es primer secretario del PSC.

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