Inmunidad estratégica

El horizonte más optimista que contemplamos tras un año de pandemia que, además de tensionar al extremo nuestro Sistema Nacional de Salud, ha dañado fuertemente nuestra economía es, sin lugar a dudas, la vacunación masiva. Esa ansiada inmunidad de rebaño que garantice una elevada protección ante un virus que ya se ha llevado por delante demasiadas vidas de forma directa e indirecta y lo sigue haciendo.

Desde el inicio de esta pandemia, el sector de la sanidad privada ha tenido muy claro el deber de respuesta a la emergencia sanitaria, tanto en la atención del covid-19 como de aquellas otras patologías que de forma alarmante han sido desatendidas debido al colapso provocado por el virus. Así, solo hasta junio de 2020,uno de cada cuatro pacientes hospitalizados por covid-19 fue atendido en centros privados, bien sea por seguros, mutuas o derivaciones directas de la sanidad pública: alrededor de 25.000 hospitalizados y 2.200 pacientes en UCI.Somos, más que nunca, el recurso estratégico y flexible que ha compartido la responsabilidad con el sistema público para evitar el colapso sanitario durante la pandemia, dando cumplida respuesta a nuestro compromiso social en un entorno de extrema complejidad y especulación. Y, como consideración general, cabe recordar que atendemos habitualmente a más de 12 millones de españoles.

Nada más conocer la Estrategia de Vacunación COVID-19 presentada por el Ministerio de Sanidad el pasado noviembre, desde la patronal de la sanidad privada volvimos, una vez más, a ofrecer todos nuestros recursos e instalaciones al Gobierno para contribuir a agilizar la administración de las vacunas. ASPE representa a más de 312.000 profesionales, 460 hospitales y miles de clínicas repartidas por todo el territorio nacional, por lo que consideramos que, al igual que hemos colaborado en otras campañas de vacunación como la gripe, esta vez nuestra participación debería ser, si cabe, más necesaria que nunca. Tanto por nuestra capacidad como por nuestra experiencia y familiaridad con los sistemas de información utilizados por la sanidad pública en estos ámbitos.Y también por una cuestión aún más importante: contribuir a la descongestión de los centros de atención primaria públicos, cuyo propio personal califica de «inasumible» alcanzar los objetivos.

Si bien países de nuestro entorno como Alemania, Francia, Grecia, Italia, Polonia, Rumanía y Suizahan incorporado a la sanidad privada en sus procesos de vacunación desde el inicio, con total naturalidad, en España hemos asistido a escenarios totalmente impensables. Por un lado, la negativa inicial de algunas CCAA a vacunar a los profesionales de la sanidad privada que, tras repetidas denuncias desde nuestra patronal finalmente fuerec onsiderada. Y por otro, la ausencia de un verdadero plan nacional de vacunación estratégico que contemple nuestra colaboración como parte integrante del Sistema Nacional de Salud. Una vez más, el Ministerio de Sanidad ha delegado responsabilidades en las administraciones regionales, dejandola planificación de la vacunación en sus respectivos territorios en sus manos.

La previsión de Sanidad en la mencionada estrategia es que entre mayo y junio estén vacunados entre 15 y 20 millones de personas. Para alcanzar los objetivos de esta estimación, el número de vacunaciones debería situarse en cerca de dos millones de personas cada semana a partir de finales de febrero (entre primera y segunda dosis) para alcanzar el 100% de vacunación en diciembre de 2021.

Estamos convencidos de que alcanzar esa “velocidad de crucero” deseada por todos pasa necesariamente por sumar al proceso de vacunación todos los recursos sanitarios del país, públicos y privados. Nuestro deseo no es otro que siga creciendo el número de comunidades autónomas que cuenten con la sanidad privada en sus planes de vacunación. La Comunidad de Madrid ha sido la primera en hacerlo formalmente y Andalucía, Cataluña, Murcia y Canarias han expresado su compromiso de seguir el mismo camino a medida que aumente el suministro de vacunas.Estamos ante el mayor desafío de salud pública de nuestra era y es fundamental utilizar todos los medios disponibles para vacunar a toda la población en el menor plazo de tiempo posible.

Se trata de una inmunidad estratégica también para garantizar la recuperación social y económica del país.Acelerar el acceso a la vacuna, tanto de los grupos de riesgo como de otros sectores profesionales esenciales para nuestra economía,como por ejemplo el turismo, debería ser una prioridad. No podemos asumir el riesgo de quedarnos atrás frente a economías que sí están activando todos los mecanismos para alcanzar la inmunidad en verano como Reino Unido, uno de nuestros principales mercados emisores.

Y es que el estado de salud de las personas también depende de su economía.Hablamos con conocimiento de causa, ya que la sanidad privada ha sufrido un impacto económico importante como consecuencia del coronavirus. La intervención de los centros sanitarios privados y la falta de medidas de ayuda a un sector esencial en la pandemia como el nuestro ha provocado hasta el momento el cierre deunas3.000 clínicas sin internamiento en toda España y una deuda estimada de unos250 millones de euros.

Ojalá seamos capaces de acelerar esa inmunidad estratégica frente al virus a través de una gestión eficiente de todos los recursos disponibles, sin retrasar la administración de una sola vacuna por falta de planificación.

Carlos Rus es presidente de Alianza de la Sanidad Privada Española)

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