Innovación, un órdago al cáncer

El cáncer es una enfermedad que se asocia al siglo XX y XXI, pero existe desde hace miles de años. En 1998, el estudio de un fósil de dinosaurio reveló que estos animales ya padecían tumores malignos. Bien es cierto que hoy su incidencia es infinitamente mayor, tanto, que se ha convertido en una de las epidemias de nuestros días. Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es la principal causa de muerte a escala mundial y la segunda en España. Es más, se estima que durante este año se diagnosticarán 220.000 nuevos casos sólo en nuestro país. Hemos avanzado mucho, pero aún queda demasiado camino por recorrer. En 20 años, el cáncer será una enfermedad crónica. El objetivo es que sea curable.

El avance de la ciencia ha permitido esclarecer las causas de esta enfermedad, que engloba más de 200 patologías. Desde el envejecimiento de la población, pasando por un estilo de vida cada vez más sedentario, hasta el consumo de tabaco y alcohol o una dieta inadecuada, alta en azúcares y grasas saturadas, y escasa en vegetales. Son muchos los estudios que señalan que un cambio en esas costumbres ayudaría a prevenir muchos de los tumores.

Pero si ha habido un aspecto que ha demostrado ser decisivo, es el diagnóstico precoz. Detectar un cáncer a tiempo, marca una enorme diferencia en el pronóstico de la enfermedad, aumentando notablemente las posibilidades de superarla. La tecnología ha jugado un papel determinante en este sentido y ha revolucionado no sólo la forma de prever las enfermedades, sino también su seguimiento. A día de hoy, por ejemplo, los equipos de imagen o de laboratorio permiten, además de identificar la lesión, monitorizar de manera muy estrecha su evolución. Tanto es así que los especialistas pueden adaptar o cambiar la terapia sobre la marcha, sin necesidad de esperar un tiempo muy valioso en estos casos. Es, por tanto, uno de los máximos exponentes de la medicina personalizada.

Afortunadamente, el desarrollo tecnológico ha caminado en paralelo en hardware y software. Las herramientas de post procesado de imágenes dotan a los equipos de una inteligencia muy superior a la que podíamos imaginar no hace demasiado tiempo. Gracias a estos desarrollos, es posible monitorizar y hacer previsiones de la evolución de las lesiones como nunca hasta ahora. Son, qué duda cabe, herramientas de enorme valor que ayudan a los especialistas a tomar las mejores decisiones terapéuticas y que impactan, de forma decisiva, en la calidad de vida de los pacientes.

De esta manera, parece claro que buscar una solución temprana es imprescindible. Pero este no es el único reto al que nos enfrentamos. La tecnología del diagnóstico por la imagen ha convivido durante muchos años con la problemática de la emisión de radiación. Los esfuerzos del sector por abordarlo han sido tales que, a día de hoy, las dosis se han reducido enormemente. La transcendencia de los avances va mucho más allá del incremento notable de la seguridad de los pacientes y los profesionales. El hecho de que Estados Unidos haya aprobado la puesta en marcha de un programa nacional de cribado de cáncer de pulmón con TAC responde básicamente a que hoy es posible hacer una prueba con este equipo con la misma dosis de radiación que emite un estudio de placa simple de tórax (0,06 milisievert) o dicho de otra manera, dos radiografías. Hasta hace muy poco, tan sólo podíamos hablar de screening en cáncer de mama. El éxito de éste es tan rotundo -las probabilidades de curación de los que se detectan en su estadio más precoz son prácticamente del 100%- que la esperanza de conseguir algo parecido en otros tipos de tumores es inevitable.

Por todo esto, es esencial frenar la obsolescencia tecnológica que están padeciendo nuestros hospitales. El 28% de los dispositivos tiene más de 10 años, y esto es algo que, lamentablemente, podría pasar factura a la calidad de nuestro sistema sanitario y, por supuesto, a su sostenibilidad. En España, el cáncer supone unos 8.000 millones de euros al año.

Hoy disponemos de los ingredientes necesarios: especialistas de un altísimo nivel y la tecnología que les permite detectar nuevos casos de forma temprana y monitorizarlos para asegurarles el mejor tratamiento. La suma de ambos aumentará, sin duda, la calidad de nuestra Sanidad. La inversión en I+D es esencial, como también lo es la apuesta por la Innovación. Porque esa I, por pequeña que parezca, ayudará a reducir la tasa de mortalidad y a aumentar la de curación del cáncer.

Luis Cortina es consejero delegadode Siemens Healthcare España.

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