Internet, conexiones y precios

Lo que parecía ser una pesadilla está camino de acabar bien. El Senado aprobó la semana pasada por unanimidad una moción que insta al Gobierno a trabajar para conseguir una mejor calidad del servicio de conexión a internet, tanto fijo como móvil, mejorando además los precios actuales. Tras el escandaloso globo sonda que nos hacía temer que las operadoras acabarían con las tarifas planas de acceso a internet, la Cámara alta ha dado un tirón de orejas a esas compañías de telefonía de nuestro país.

Hace un par de semanas, Julio Linares, consejero delegado de Movistar, insinuaba abiertamente que la tarifa plana podía tener los días contados. Para la operadora, no sería nada nuevo. En el Reino Unido, su filial O2 ya aplica diferentes tarifas según el consumo del cliente, eliminando de una tacada la tarifa plana de datos. Vodafone y ATT hicieron lo propio en sus líneas móviles en Estados Unidos. Los que somos usuarios de smartphones sabíamos lo que esto implicaría: una caída importante de la rapidez de la conexión en el caso de que nos hayamos excedido en el consumo asignado para ese mes, y una facturación más elevada, de difícil control y de imposible gestión por parte del usuario.

Tras poner al descubierto sus intenciones, a Telefónica le interesa que todo vaya muy deprisa; que todo se acelere. Todo¿ menos la velocidad. Se trataría de un cambio muy importante de las reglas del juego, también a debate a nivel internacional. En Estados Unidos, los reguladores han pospuesto su controvertida decisión sobre la neutralidad de la red hasta el mes de noviembre, pasadas las elecciones legislativas, no vaya a ser que a los electores no les guste la idea del intento de controlar y regular internet.

El debate suscitado entre las operadoras acerca de la creciente demanda de tráfico en internet y la necesidad de volcar sobre el usuario una tarifa según el consumo tiene su origen en las inversiones realizadas principalmente en las redes fijas. Pero, según se expuso en el Senado, desde el Gobierno debe existir un mayor apoyo para la inversión en infraestructura en telecomunicaciones en beneficio del ciudadano. Todos conocemos la existencia de redes propias, como puede ser el caso de Ono, que, pese a no tener cobertura en todo el país, ha realizado grandes inversiones para poder tener una estructura sólida y así afrontar la demanda actual dando un servicio de conexión de calidad. De hecho, está apostando por dar capacidad al usuario y extender su oferta de 50 megas reales a toda su red.

En Japón, desde hace casi cinco años es habitual encontrar conexiones a internet de 100 megabytes por poco más de 20 euros de tarifa plana, y los operadores que las ofrecen no están precisamente en quiebra. En nuestro país hay una falta de voluntad por parte del principal operador para sustituir las viejas líneas de par de cobre por las de fibra óptica Futura, tal como la bautizó en el 2008, con velocidades de navegación de hasta 30 megabytes, funcionalidades avanzadas de televisión, mantenimiento integral y tarifa plana de voz, pero que todavía se encuentran muy lejos de lo que demanda actualmente la sociedad.

No es infrecuente que Telefónica se queje del uso de la red por parte de los usuarios antes de realizar las inversiones necesarias para dar un servicio acorde con los tiempos que vivimos y, generalmente, en los temas trascendentes, los ejecutivos de César Alierta acaban llevando a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones a su terreno. Se escudan en que el tráfico móvil satura las redes y crece exponencialmente, algo muy discutible, por cierto. Desde el Senado se ha calificado de «preocupante» esta afirmación, ya que no debería cuestionarse el servicio de banda ancha por meros objetivos comerciales de las grandes compañías.

Con este panorama se nos ha pasado por alto una de las pretensiones colaterales del operador español. Se trata de su vieja reivindicación de que los grandes emisores de contenidos paguen parte de la fiesta. Desde Telefónica se propone que los proveedores de tráfico y contenidos, como

Google o Microsoft, se involucren en el mantenimiento de los costes de infraestructura de la red. Vamos, que les paguen un canon por el uso de las redes ya que son necesarias para su actividad, al margen de lo que ya pague cada usuario.

Telefónica quiere cobrar más, tanto a emisores como a receptores de información en internet. Pero debe asumir de verdad su papel como principal operador de telecomunicaciones en España. Hay que confiar en que propuestas desde la Administración ayuden a evitar que acabemos en breve con distintos niveles de acceso a los servicios de internet en función de lo que el cliente pague. Esto no solo supondría el fin de la neutralidad de la red, sino que además sería un golpe en la línea de flotación del viejo objetivo de minimizar hasta hacer desaparecer la brecha digital existente en España.

Alejandro Suárez, Fundador de Ocio Networks.