Interrogando a Hagel

Según la tradición política estadounidense, los nombramientos importantes para cargos gubernamentales, la judicatura y todas las embajadas deben ser confirmados por el Senado. Cientos de personas atraviesan este proceso cada año y se producen numerosas anomalías. Hasta fecha reciente, los trece miembros de la junta directiva del Native American Institute (siglas en inglés NAI), organismo de ayuda al desarrollo y promoción de la cultura india, precisaban tal aprobación mientras que el director del Consejo de Seguridad Nacional, cargo de igual importancia al de secretario de Defensa y secretario de Estado, no la precisan.

La mayoría de estos procedimientos son rutinarios y este trámite suele ser cuestión de minutos, si llega; el 98% de un centenar de candidatos seleccionados por el presidente con confirmados por el Senado… Pero en el caso de unos pocos surgen inconvenientes; la confirmación de su cargo provoca prolongados debates, sobre todo por su polémico historial. Esto es lo que sucede ahora en Washington con el nombramiento de nuevo secretario de Estado, y sobre todo en los casos del secretario de Defensa y el director de la CIA. Y la cuestión ha derivado en un debate sobre el rumbo de la política exterior americana.

Chuck Hagel, según quienes le conocen, es una persona respetable y fue un valiente combatiente en Vietnam. Pero los aspirantes a puestos importantes en Washington han de desplegar también una cierta dosis de diplomacia, terreno que no es precisamente el punto fuerte de Hagel. Una vez, cuando se trataba de la confirmación de un nuevo embajador estadounidense (en Luxemburgo), se quejó de que el candidato era un “homosexual abiertamente agresivo”. En otra ocasión, declaró que su oposición al aborto era total incluso en casos de violación. En más de una ocasión dijo que era un estadounidense, no un senador israelí… Ha censurado al lobby judío en Washington. Como todo el mundo sabe que representaba al estado de Nebraska y no a Tel Aviv, parece también que tal declaración era innecesaria. Se ha declarado contrario a cualquier misión militar contra Irán y también se ha opuesto a sanciones económicas. Y ha dejado claro que desde su punto de vista el presupuesto del Departamento de Defensa podría reducirse.

Por tanto se ha suscitado una considerable oposición contra su nombramiento, aunque sus partidarios también se han solidarizado con él. Se ha dicho que la mayoría de la oposición ha procedido del lobby judío, pero este, el American Israel Public Affairs Committee (siglas en inglés AIPAC), no se ha mezclado en la campaña contra él al advertir, tal vez, que si en definitiva era confirmado para el cargo necesitarían de su buena voluntad.

Es posible que Hagel no sea el pensador político más profundo ni un director excelente, pero ha sido elegido por Obama para supervisar el proceso de reducción del poder militar estadounidense. Se ha producido una evidente contradicción: el presidente declaró que un Irán con armas nucleares era inaceptable, en tanto que su candidato a secretario de Defensa dijo que resultaba aceptable. Si el presidente había cambiado de opinión, ¿por qué no lo dijo? Hagel hizo lo acostumbrado: dijo que sus palabras habían sido malinterpretadas o tergiversadas; quería a Israel, pero no a Irán. En cualquier caso, es evidente que se le van a plantear numerosas preguntas en las sesiones sobre sus puntos de vista y sobre la política exterior estadounidense en general.

Estados Unidos hace frente a decisiones que hasta ahora ha preferido eludir. Si gasta un 18% de su PIB en sanidad (el doble que los países de Europa), habrá de proceder a recortes drásticos en otros sectores, incluido el de la defensa. Lo propio puede decirse sobre el impacto de la deuda nacional que debe reducirse. Algunos argumentan que en el mundo actual el poder militar ya no reviste importancia, pero lamentablemente todavía no es así. Evidentemente, EE.UU. habrá de reducir sus compromisos militares en el mundo en los próximos años; la pregunta es: ¿dónde y en qué medida? Son algunas de las preguntas que se plantearán a Hagel en las audiencias en el Senado.

En comparación, el interrogatorio a John Kerry, que fue senador por Massachussetts, promete ser mucho menos tormentoso. Es una persona prudente con pocos enemigos que ha puesto buen cuidado en no hacer declaraciones de matiz radical; siendo como es un demócrata, sigue siendo apreciado por los republicanos. En cuanto a John Brennan, candidato presidencial a dirigir la CIA, la situación es más complicada. La CIA ha tenido cinco directores (o directores interinos) en los últimos tres años y no todos eran del mayor calibre. El candidato actual es un experto en Oriente Medio y habla árabe. Pero ha hecho declaraciones contradictorias sobre cuál debería ser la política de EE.UU. con respecto a Irán. Ha sugerido que los terroristas deberían ser llamados extremistas en lugar de yihadistas, pero ha apoyado de todas formas el empleo de drones contra ellos. Oriente Medio no será la única zona de peligro en los próximos años y la competencia de Brennan en relación con el resto del mundo es un elemento desconocido. Tal vez tendrá buenos asesores y, en cualquier caso, parece del agrado del presidente. Probablemente, obtendrá el nombramiento.

Walter Laqueur, consejero del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington. Traducción: José María Puig de la Bellacasa.

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