Inútil escudo frente a Irán

La cumbre de la OTAN finalizó con un acuerdo sobre la instalación de un sistema de defensa antimisiles en Europa. Se trata de un notable éxito para la organización ya que Francia, reticente durante mucho tiempo al proyecto en cuestión, ha pasado a apoyarlo en tanto que Rusia, vehementemente hostil, ya no se opone al plan.

Si bien las declaraciones oficiales no mencionan formalmente la amenaza potencial, el presidente Nicolas Sarkozy, llamando a las cosas por su nombre, citó claramente a Irán.

En el estilo que le caracteriza, expresó una verdad difícil de objetar al declarar: "Si Irán lanza un misil sobre Europa, cabe desear, indudablemente, que dispongamos de la capacidad de interceptarlo". La verdad es que este asunto no adolece de contradicción alguna. Sin embargo, ¿responde el despliegue de un sistema antimisiles a una necesidad estratégica global de la Alianza Atlántica? ¿Es compatible con la estrategia francesa? ¿Responde a la amenaza iraní?

En lo que a Francia concierne, cabe constatar una clara inflexión de su postura. Hasta ahora, la estrategia francesa afirmaba que la disuasión - y, por tanto, la amenaza de represalias-era más eficaz que la creación de un sistema de intercepción y protección. Decir que ambas cosas no son incompatibles es una verdad a medias. En efecto, la instalación de un sistema de tales características entraña admitir la idea de que la disuasión no aporta una garantía total contra la amenaza de misiles procedentes de otro país. Sarkozy introduce una nueva inflexión con respecto a la herencia gaullista-mitterrandista. Da preferencia a una buena relación con Washington. Además, ha escuchado indudablemente a los empresarios e industriales que abogan desde hace tiempo a favor de tal sistema a fin de beneficiarse de sus repercusiones financieras.

¿Justifica la amenaza balística y nuclear iraní un sistema de misiles antimisiles? Debe decirse, en este punto, que asoma asimismo una inflexión de la postura en cuestión. Hasta ahora se decía que un Irán nuclear era inadmisible. En este momento, se afirma que resulta concebible y aun posible. Para los partidarios del proyecto antimisiles, aunque Irán no disponga actualmente de la capacidad de atacar Europa, podría hacerse con los medios al efecto en el futuro, de modo que la finalidad del despliegue estriba, precisamente, en contrarrestar una amenaza en este momento inexistente pero susceptible de materializarse de forma más que probable en un porvenir cercano. Ahora bien, tal vez la clave de la cuestión radique en que se confunde la antipatía que puede suscitar el régimen iraní con la amenaza que puede representar para nuestros territorios.

Que Irán representa un elemento desestabilizador del sistema internacional y que el régimen actual, a diferencia por otra parte del pueblo iraní, es antioccidental y presenta un cariz amenazador para sus vecinos es algo evidente. Sin embargo, la amenaza que puede pesar sobre los territorios europeos reside más bien en una posible implicación en actos terroristas. El sistema de defensa antimisiles no aporta ninguna solución a esta amenaza. ¿Qué sucedería si Irán estuviera dotado de una capacidad balística que le permitiera alcanzar el territorio europeo? Evidentemente, sería mejor detenerle, para seguir con la afirmación de Nicolas Sarkozy. Salvo que no existe ningún riesgo en absoluto en el sentido de que Irán realice tal gesto. No porque el régimen de los mulás quiera perdonar a nuestra población, sino simplemente porque el castigo sería demasiado fuerte. La disuasión funciona.

Un solo misil iraní lanzado contra Europa bastaría para que los países europeos se hallaran facultados, incluso desde un punto de vista jurídico, para replicar del modo más duro y contundente contra territorio iraní.

Se argumentará que la disuasión es de aplicación si se trata de regímenes racionales y no en el caso, imprevisible, de los mulás. Es confundir valores y racionalidad. Los mulás no comparten ciertamente los valores del mundo occidental, pero no por ello son irracionales. Como vienen demostrando desde hace tiempo, sobre todo desde las elecciones de junio del

2009, su objetivo consiste en mantenerse en el poder. Difícilmente podrán hacerlo si declaran la guerra a los países occidentales.

Presentar a Irán como una amenaza desde el punto de vista militar carece de sentido. El presupuesto militar iraní es inferior a diez millardos de dólares. Una gota de agua en comparación con los presupuestos de los países de la OTAN (aproximadamente, mil millardos de dólares). La amenaza iraní existe y puede ser de tipo asimétrico (terrorismo), pero no del orden de ataques militares.

Cabe, sin embargo, felicitarse del cese de la oposición rusa. La decisión de la OTAN no se traducirá en una nueva crispación con Moscú. Decir que los rusos están de acuerdo con el programa en cuestión parece, no obstante, prematuro. Han dicho, simplemente, que suscriben una valoración común de las amenazas y el presidente Medvedev ha recalcado que la participación rusa deberá tener lugar en pie de igualdad con los estadounidenses. No es seguro que ello no vaya a provocar reticencias en Washington en su momento. Moscú ha querido mostrar su buena voluntad en el momento en que el tratado de desarme nuclear aún no ha sido ratificado por el Senado estadounidense. Si se confirma la falta de ratificación, Moscú podría cambiar de postura.

Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.

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