Invertir en capacitación digital para no perder el futuro

Clase de Tecnología en una escuela de Barcelona.xavierarnau/GETTY IMAGES / Getty Images
Clase de Tecnología en una escuela de Barcelona.xavierarnau/GETTY IMAGES / Getty Images

Nos encontramos ante un momento de importancia capital para Europa pero muy especialmente para nuestro país: esta pandemia ha dejado severamente dañada a nuestra sociedad y muy particularmente nuestra economía. Por eso, creo que podemos afirmar que, sin Europa y sin los fondos de recuperación, España caería a unos niveles de consecuencias catastróficas.

Ya nadie cuestiona que la pandemia ha acelerado a marchas forzadas la digitalización de nuestra sociedad y en pocos meses se ha avanzado más que en los últimos cinco años. La necesidad de consolidar todos los beneficios que esta brinda se hace ahora más evidentes que nunca. Por eso, es absolutamente imperativo utilizar esos fondos con un claro foco reformista, para transformar, por fin, el tan nombrado “modelo productivo”.

¿Pero por dónde empezar?, ¿dónde poner el foco de estos fondos para que tengan impacto?

A todos nos vienen a la cabeza necesidades claras: apoyo a la digitalización de las pymes, ciberseguridad para dar confianza en la utilización de Internet, digitalización de las Administraciones públicas para fomentar un Estado más eficiente, incentivar el uso digital en los ciudadanos o la construcción de una infraestructura de datos que permita aprovechar los avances en inteligencia artificial. Pero si tengo que elegir qué me parece más importante y dónde creo que hay que dedicar más recursos, sin duda, mencionaría la capacitación digital de la sociedad, como ciudadanos y como trabajadores.

Diversos estudios confirman que hacen falta al menos dos décadas para que los jóvenes que se incorporan al mercado laboral lo hagan con el nivel educativo de las sociedades más prósperas y otras dos décadas para renovar la mitad de la población activa. En una sociedad en la que la digitalización crece de forma imparable, la falta de capacitación o una capacitación errónea puede llegar a convertirse en un factor de exclusión social, al nivel de la propia formación académica. Esta situación se agrava si tenemos en cuenta su relación directa con la empleabilidad de las personas.

La aparición de Internet supuso un progreso enorme para el desarrollo de nuestras capacidades y habilidades como individuos. Nos trajo sobre todo conocimiento que era inaccesible para nosotros, nos abrió el mundo y nos permitió tener otras miradas y así tener una sociedad más formada, más innovadora, que puede crear nuevos modelos económicos.

Si queremos igualarnos a los países más avanzados de Europa y del mundo, con economías claramente más resistentes a tenor de los últimos datos del FMI, el primer paso es crear un sistema educativo que estimule los conocimientos digitales, que muestre a los ciudadanos del futuro todo su potencial y que enseñe a valorar todas las oportunidades que existen y que pueden existir.

Invertir en educación nos lleva a salvar otro de los grandes escollos en nuestro país, el de la transferencia academia-empresa, el de la investigación, la innovación y el emprendimiento. Tenemos la obligación de crear un entorno motivador y de apoyar aquellas actividades y sectores que nos permiten progresar como país, que renuevan las industrias tractoras de nuestra economía y pueden situarnos a la cabeza como líderes en innovación. Más inversión en innovación es otra de las claves.

El actual contexto de incertidumbre marca un antes y un después. Podemos esperar a que pase esta partida y seguir la estela de los países que la lideraron o poner, por fin, todas las fichas sobre la mesa para crear un país digital, moderno y preparado para el futuro. Un país con una sociedad independiente, con pensamiento crítico, con capacidad de decidir por sí misma, y no una sociedad dependiente y con una formación anticuada que no le permite construir un futuro más próspero.

Es fundamental aprovechar los fondos europeos para la digitalización para la construcción de una buena base, planificando tanto a corto como a largo plazo, para poder adaptarnos al mundo poscovid. Un mundo, no nos engañemos, que, esta vez, no nos va a esperar. O corremos, o no formaremos parte de él.

Carina Szpilka es presidenta de la Asociación Española de la Economía Digital (ADigital)

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