Irán en el tablero

Ahora ya deberíamos saber que no tan solo el mundo no es unipolar, sino que lo es menos que nunca, ningún Estado puede creer seriamente que domina unilateralmente la agenda mundial. Esto es impensable en casos de pequeños países, pero es mucho más preocupante que países con mucha potencia, muchos medios militares, nucleares o económicos a su alcance puedan pretender controlar su agenda. Porque para hacerlo, debería estar en condiciones de controlar la agenda de todos los demás. Y el mundo actual no funciona así. Ni EEUU, ni Rusia, ni China, ni cualquier otro, puede afirmar tal cosa. ¿Por qué? Porque el mundo del 2016 se caracteriza por varios parámetros.

El primero es que la fragmentación de poderes y de intereses es mayor que nunca anteriormente. El segundo parámetro es el de la interdependencia, que es la regla estructural dominante. No hace falta ser un especialista en teoría de juegos para saber que cualquier decisión de cualquier estado, gobierno, organismo internacional o actor trasnacional de cualquier naturaleza, se deberá basar (o debería...) en un cuidadoso cálculo de lo que harán los demás. La política internacional parece que seguirá basándose mucho tiempo en las nociones de intereses, riesgos, costes, beneficios, y ello además partiendo del problema del largo plazo, del corto plazo, y toda una serie de imprevistos. Por ejemplo, ¿qué tal le sienta a Rusia o a Venezuela o a Arabia Saudí que el petróleo esté instalado en 30 dólares el barril?

Está larga introducción viene a cuento de una pregunta-ejemplo interesante: ¿cuál es el lugar de Irán en el tablero regional de Oriente Próximo? El término tablero es en este caso útil, porque realmente se desarrolla ante nuestros ojos una complicada partida de ajedrez, con la particularidad de que no es a dos sino entre muchos jugadores. Y sin reglas explícitas a las que se comprometan todos los jugadores.

¿Alguien cree que hace un tiempo Irán podría capturar un barco de guerra de EEUU y devolver sanos y salvos en cuestión de horas a los soldados capturados? A cambio, una foto de los militares presos con las manos alzadas sobre la cabeza. Claro que el significado es mayor que el tamaño de la foto, pero ¿qué dirá la pintoresca banda de precandidatos republicanos en plena competición para ver quién suelta la simpleza mayor? Y no solo Trump. Que aplastarían a Irán o que tal o que cual acción de fuerza. La resolución rápida de esta crisis tiene que ver con otras varias cosas, que se resumen en que en aquella región todos dependen de todos. Si quieres llegar a algo en relación al Daesh y sus criminales actividades en Oriente Próximo, y sus brutales asesinatos en Francia, necesitas a Irán, porque es una pieza clave frente al Daesh sobre el terreno. Que Occidente, en general, se ha equivocado durante mucho tiempo dando un cheque en blanco al régimen saudí es algo que ya nadie discute.

Es hora por tanto de relativizar dicho cheque o sus plazos de vencimiento. Si contra el Daesh hay al menos dos grandes coaliciones internacionales, y el Daesh es el enemigo común, el papel de Occidente no debería ser apoyar incondicionalmente a una de ellas (liderada por los saudís) y dejar que Rusia lidere la otra (encabezada por Irán). Parece que todos van entendiendo que hay que pasar pantalla (como se dice ahora) sobre todo si se quiere preservar al pobre Líbano. Pero qué hacer con el régimen sirio, que sigue matando a su propia gente con barriles de dinamita. Nos lo tendrán que explicar, ahora ya somos una opinión pública global.

Y aquí es donde entra la estrategia de la complejidad: no es una hipótesis de ficción, está sucediendo ante nuestros ojos. Desde hace unos años, pero sobre todo desde el 2013 al 2015, el llamado Proceso 5+1 o P5+1 ha mantenido un régimen de negociación sostenida, en una sede informal, entre EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China y. Alemania, con el apoyo de la UE y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU relativas a las sanciones sobre Irán por su ambigua política nuclear. Irán es firmante del TNP (Tratado de No Proliferación nuclear) y como tal tiene obligaciones en relación a tan espinoso tema. Llama la atención que, en medio de la cantidad de conflictos y fricciones que en estos últimos tres años han puesto el mundo en ebullición, en esta cuestión los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad hayan trabajado conjuntamente de manera sostenida.

La complejidad global comporta interdependencia y esta implica intereses compartidos. Da menos titulares que una guerra, pero produce más seguridad compartida. El reciente discurso de Obama ante el Congreso parecía ir en esa dirección. Quizá el año que viene lo echemos de menos.

Pere Vilanova, Catedrático de Ciencia Política (UB).

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