Irresponsabilidades políticas en Navarra

Actuar en política movido por los intereses del propio partido y olvidarse del interés general de los ciudadanos es, sin duda, una demostración palpable de irresponsabilidad política. Claro que mayor irresponsabilidad política es actuar sin disimulo movido por el interés exclusivamente personal. Y eso es lo que puede estar haciendo el actual secretario general del Partido Socialista de Navarra, Roberto Jiménez, que acaba de abrir una crisis en la Comunidad Foral que solo puede llegar a explicarse si tenemos en cuenta sus intereses, sus ambiciones y sus problemas internos para mantenerse al frente de su partido. Sin tener en cuenta la importancia de las ramificaciones que lleva consigo el conflicto que ha creado.

Los hechos son los siguientes: el pasado 20 de enero dimite la directora gerente de la Hacienda Foral, Idoia Nieves, dependiente de la vicepresidenta primera y consejera de Economía, Hacienda, Industria y Empleo, Lourdes Goicoechea. Tras esa dimisión la oposición al Gobierno de Yolanda Barcina reclama la presencia de la señora Nieves en el Parlamento Foral para explicar las causas de su dimisión. Y en esa comparecencia, que tuvo lugar el martes de la semana pasada, la ex directora gerente de la Hacienda hace referencia a un almuerzo con la señora Goicoechea, que habría tenido lugar en septiembre de 2011, cuando la señora Goicoechea era consejera de Desarrollo Rural, Industria, Empleo y Medio Ambiente, en el que esta le habría pedido informaciones acerca de determinadas empresas. Esto lo considera la dimisionaria una injerencia intolerable de la consejera, a la que, además, acusa de buscar esa información para proteger a empresas a las que había asesorado fiscalmente antes de ocupar puestos de responsabilidad política.

Los hechos que denuncia la señora Nieves, ocurridos hace más de dos años, incluso si se demostrara que esa conversación tuvo lugar y en esos términos, no parecen tener tanta importancia, pues nadie, ni siquiera la acusadora, llega a la conclusión de que la señora Goicoechea utilizara la presunta información para favorecer a nadie, y, mucho menos, a ella misma. Prueba de ello es el hecho de que la señora Nieves ha permanecido todo ese tiempo trabajando en el Gobierno de Navarra sin denunciar irregularidad alguna ni acudir a los tribunales o a la Fiscalía.

Pero no pretendo entrar yo a analizar en detalle lo que ha ocurrido. Además, la presidenta navarra, Yolanda Barcina, ofreció desde el primer momento la posibilidad de crear una comisión de investigación parlamentaria para que, sin trabas y con la máxima colaboración del Gobierno Foral, se sepa lo que pasó y si se ha producido alguna irregularidad o ilegalidad en la gestión de la señora Goicoechea. Comisión que puede quedar constituida este mismo lunes.

Lo que a mí me ha sorprendido, y me figuro que también al mismísimo Rubalcaba en su despacho de Ferraz, ha sido la fulgurante y furibunda reacción del señor Jiménez (para los que no lo sepan, hay que decir que fue vicepresidente del Gobierno navarro de 2011 a 2012, con Barcina de presidenta), al que le faltó tiempo para anunciar su propósito de luchar contra la presunta corrupción del Gobierno foral presentando una moción de censura, con el objeto de investirse él mismo presidente de Navarra. Para lo que, según dijo, está dispuesto a contar con los votos de EH-Bildu. Porque el Partido Socialista de Navarra, sucursal allí del PSOE, cuenta solo con nueve diputados de los cincuenta que componen la Cámara, y para llegar a los veintiséis que necesitaría para lograr su propósito son imprescindibles los votos de los proetarras.

El señor Jiménez, escasamente conocido fuera de Navarra, con esa propuesta poco o nada meditada, ha conseguido darse a conocer en toda España, pero no sé si para bien. Mejor dicho, se ha dado a conocer para mal. Porque resulta inexplicable que un político democrático busque alianzas con los representantes de la manera de hacer política más antidemocrática que existe, la del terror, para solucionar un caso de presunta corrupción, que, de tener una base real, puede solucionarse de mil formas, todas impecablemente democráticas.

Con su actitud hacia los proetarras, Jiménez ha vuelto a poner sobre la mesa, de manera especialmente virulenta, la irresistible tentación que los socialistas sienten de aliarse con los nacionalistas radicales. Una tentación que, en algunos casos, como en el de este señor Jiménez, les lleva, con la excusa de luchar contra la corrupción, a aliarse con los representantes más repugnantes de la peor corrupción, la de los que han utilizado las vidas de los inocentes para conseguir sus fines políticos.

Y, encima, cualquiera que hable hoy con un navarro medianamente informado escucha que lo único que busca Jiménez es no tener que someterse a las primarias que su partido, el socialista, tiene anunciadas para después del verano, porque parece que sus posibilidades de encandilar a sus propios compañeros de partido son francamente escasas. Téngase en cuenta que en el Partido Socialista quien es presidente no tiene que someterse a primarias.

Si esto es así, si todo lo hace por intereses personales, la irresponsabilidad de este señor corre pareja con la alegría que se respira en las filas de EH-Bildu, a los que ha convertido en árbitros de la situación. Lo que es, sin duda, una malísima noticia para Navarra y los navarros. Y para España y todos los españoles.

Esperanza Aguirre, presidente del PP de Madrid.

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