Isabel de Madrid

Cuando se cerró el acuerdo tripartito que hizo alcalde de Madrid a José Luis Martínez-Almeida respiré tranquilo y esperanzado. El nuevo regente de los destinos de la ciudad de Madrid tenía, en mi opinión, todas las condiciones para ser un gran alcalde, en la línea de Agustín Rodriguez Sahagún, José María Álvarez del Manzano y Alberto Ruiz Gallardón, con todas las condiciones requeridas para el puesto, experto en leyes, y muy especialmente en Derecho Administrativo y Fiscal, en su condición de abogado del Estado. Tras una ordenada carrera política en los organismos provinciales y autonómicos de Madrid había plantado cara, como jefe de la oposición, al equipo de Carmena y sus muchachos y muchachas: Inés Sabanés, José Javier Barbero, Rita

Maestre, Guillermo Zapata, Carlos Sánchez Mato, José Manuel Calvo... Era una apuesta ganadora. En el hasta ahora corto tiempo de su mandato, y en el más que agitado clima social, político y económico de España, ha acreditado sobradamente mi previsión.

Evidentemente no era el caso de Isabel Díaz Ayuso. Para mí totalmente desconocida, hasta que hace unos meses la escuché en un desayuno del Fórum de la Nueva Economía, que dirige José Luis Rodríguez, en el ciclo de presentación de candidatos en las recientes elecciones municipales y autonómicas. Sin florituras, sin alardes, sencillamente exhibió su experiencia en el Gobierno de la Comunidad madrileña en los diversos puestos administrativos y políticos que había ejercido. Enumeró los problemas de la Comunidad y las soluciones que ella proponía. Exhibió conocimiento cercano y contrastado de todos y cada uno de los municipios de la comunidad. Respondió con fluidez y me convenció gratamente. Su actuación, tan injustamente criticada por la oposición social-comunista en bloque, merece, en cambio, todos los reconocimientos.

El domingo pasado llegó el segundo avión de China con el material prometido. El milagro de Ifema hay que atribuírselo solidaria y mancomunadamente a ella y al alcalde. Ha aguantado contaminada por el virus, y debidamente confinada, carros y carretas, y un frente en el que no ha faltado de nada, incluida una retaguardia caprichosa.

Isabel Díaz Ayuso, una periodista sin alardes, con un currículum profesional justo, demuestra cada día una voluntad de acertar, una manera sencilla de enfrentarse y de resolver los problemas y un carisma de andar por casa que desconcierta a sus críticos y descompone a sus enemigos. Algunos han tratado, y supongo que seguirán tratando, de enfrentar a Almeida con Isabel. Que se den por perdidos. No hay nada que hacer. A los dos les sobra categoría y valor.

Luis Ángel de la Viuda es periodista.

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