Islam, crisis y gripe

¡No va más! Después de la crisis, durante la crisis y apenas acostumbrados a vivir con la perspectiva de nuevas turbaciones y conmociones, hete aquí que ahora aparece la pandemia de la gripe para reforzar y diversificar nuestros miedos. ¡Morir pobres y griposos! Castigo divino.

Y en este contexto, el ridículo de algunos estados musulmanes que rechazan llamar a la enfermedad por su nombre no sólo porque no comen carne de cerdo sino porque se niegan incluso a acoger este animal. De este modo, la gripe porcina dará un giro y no entrará en estos países que desde siempre han rechazado la carne de esta bestia que se alimenta de inmundicias desechadas por el hombre. En cualquier caso, tal es la razón que da el islam para prohibir el consumo de esta carne.

Es necesario subrayar que en la época del Profeta no existían medios para conservar y proteger los alimentos perecederos; el islam, la última religión revelada, ha retomado por su parte esta prohibición alimentaria de la religión judía. El versículo 173 de la sura La vaca reza: "Dios sólo os ha prohibido la bestia muerta, la sangre, la carne de cerdo y todo animal sobre el que se haya invocado otro nombre que el de Dios". El versículo 60 de la sura La mesa servida recuerda: "Dios ha transformado en monos y en cerdos a aquellos a quienes ha maldecido". Sean los que sean los avances en materia sanitaria, el musulmán rechaza violentamente la carne del cerdo, símbolo de impureza.

Una prohibición que no le cuesta cumplir. Algunos no rehúsan el consumo de alcohol - sin moderación-pero sí el jamón. El alcoholismo mata en tierras del islam. Esa es una realidad que los estados musulmanes ocultan hipócritamente. En cuanto al consumo de la carne de cerdo, como mucho puede aumentar el nivel de colesterol, pero en ningún caso provoca dramas parecidos a los que causa el alcohol.

El Estado egipcio ha aprovechado para dar muerte a cientos de miles de cabezas de porcino criadas por la comunidad copta, una minoría cristiana (el 10% de la población), cuyos derechos no siempre son correctamente respetados. Ha sido debido a la presión de los islamistas - que no dejan pasar ninguna ocasión para causar dificultades al Gobierno-que el Estado ha decidido sacrificar batallones de cerdos cuando no se ha podido aportar ninguna prueba sobre la eventualidad de que el animal pueda ser contaminado por el hombre en Egipto. Ha sido por precaución y también para evitar las críticas y las manifestaciones de los islamistas.

Una manera, asimismo, de discriminar a la minoría copta ¡y de hacer creer que la gripe, como el sida, es un castigo que Dios ha enviado a los individuos que se extravían!

De esta manera el islamismo va acumulando pequeñas victorias con el objetivo puesto en la toma del poder algún día. Cabe recordar que los islamistas han atribuido la crisis del capitalismo al uso del interés que origina el dinero, algo estrictamente prohibido en el islam aunque muy poco respetado.

De repente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido cambiar el nombre de esta enfermedad. Por un lado para no castigar a México, y por otra parte para no poner en apuros a los países musulmanes. Ahora se llama la gripe H1N1. Es un nombre técnico, es científico y, sobre todo, tiene el consenso de todos. ¿Pero permitirá el cambio de nombre luchar mejor contra la epidemia? De momento, es el miedo quien se ha instalado por todo el mundo. Vivimos en una época en que, tras crear las condiciones para el pánico, los estados intentan tranquilizarnos hasta el punto de que no sabemos lo que es realmente grave y lo que es exagerado. Un periodista ha tenido la feliz idea de recordar que el sida mata cada año a más de dos millones de personas en todo el mundo, y el paludismo acaba con la vida de 1,3 millones de personas, la gran mayoría en África. En cuanto a la gripe común, la gripe invernal, mata solamente en Francia a 7.500 personas anualmente.

¡Y con todo eso, hemos de tener moral y prepararnos para recibir la muerte porque hemos estrechado la mano o abrazado a una bella mexicana!

Tahar Ben Jelloun, escritor y miembro de la Academia Goncourt.