Israel: halcones en el gobierno, palomas en el ejército

Quienes dirigen el aparato de defensa israelí suelen considerar que la paz con los palestinos es condición necesaria para la seguridad del país. Evidentemente, la responsabilidad de mantener los territorios que Israel viene ocupando desde la Guerra de los Seis Días en 1967 lleva a la jerarquía militar y de seguridad a apoyar medidas políticas que pongan fin a la ocupación. Sin embargo, el gobierno no muestra interés en buscar una solución permanente.

Para apreciar esta discrepancia basta pensar en el fallecido Meir Dagan, quien fue mayor general de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y más tarde director del Mossad, la agencia de inteligencia israelí. Hace unos años fui panelista en un congreso convocado en Jerusalén por el entonces presidente de Israel, Shimon Peres. A mi derecha estaba Dagan, que acababa de cumplir ocho años como jefe del Mossad; a mi izquierda, Dore Gold, un exacadémico y exembajador de Israel.

Los dos hombres tenían ideas muy diferentes respecto del mejor modo de garantizar la seguridad de Israel, y es interesante repasar sus argumentos.

Gold sostenía que regresar a las líneas previas al armisticio de 1967 dejaría a Israel sin “fronteras defendibles”. Insistió en que el único modo en que Israel podía protegerse de amenazas venidas del este era mantener una presencia militar en Cisjordania y controlar el Jordán, que corre a lo largo de la frontera que separa a Jordania de Israel y Cisjordania.

Dagan replicó que el papel del ejército es proteger las fronteras de Israel allí donde estén trazadas. Aunque las FDI sin duda preferirían contar con las ventajas estratégicas que supone el control de más territorio, cumplirían su misión en las circunstancias que el gobierno israelí les pusiera, cualesquiera fueran.

No sólo eso; Dagan dijo que el principio de “fronteras defendibles” era un mito que no tiene en cuenta las intenciones y capacidades del otro bando. Un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos haría mucho más fácil defender la frontera, porque Israel tendría al otro lado un interlocutor serio con un interés compartido en evitar un conflicto armado. La presencia de una fuerza de seguridad palestina supondría de por sí una importante medida de seguridad para Israel también.

El pacifismo de Dagan tiene una larga tradición en la comunidad de defensa israelí. Paz Ahora es una organización no gubernamental que representa a israelíes partidarios de una solución política al conflicto con los palestinos, y fue fundada en 1978, cuando 348 reservistas de las FDI enviaron una carta al entonces primer ministro Menachem Begin para pedirle que llevara a buen término el proceso de paz con Egipto.

Asimismo, después de la Primera Intifada (el levantamiento palestino que duró de 1987 a 1993), la comunidad de defensa lideró los esfuerzos por la paz. En 1991, Yitzhak Rabin (quien había sido jefe del estado mayor de las FDI, primer ministro y ministro de defensa, y en aquel tiempo formaba parte de la comisión de asuntos exteriores y defensa del Knesset, el parlamento israelí) abogó por un tratado integral de paz regional. Como Dagan, Rabin consideraba que el conflicto árabe-israelí era una carga para la seguridad de Israel; desde entonces, en las negociaciones con los palestinos y con Siria han participado (y a veces las han conducido) oficiales del ejército, tanto en actividad como retirados.

Más cerca en el tiempo, muchos destacados exfuncionarios de defensa apoyaron el acuerdo entre Irán y el grupo denominado P5+1 (China, Francia, Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos, más Alemania) sobre el programa nuclear de aquel país, al que el gobierno de Israel se opuso encarnizadamente. De hecho, hoy la discrepancia entre la comunidad de seguridad y los políticos que gobiernan a Israel parece mayor que nunca. La mayoría de los oficiales retirados de alta jerarquía concuerdan con Dagan, mientras que los funcionarios del gobierno están más a tono con Gold.

Han surgido diversas organizaciones activistas para promover la paz. La Asociación por la Paz y la Seguridad, que incluye a cientos de veteranos de las FDI, el Mossad, el Shin Bet (el organismo de seguridad interna de Israel) y la Fuerza Nacional de Policía, declara que su misión es “promover una solución política sostenible al conflicto israelí‑palestino como elemento crucial para la resiliencia social y la seguridad nacional de Israel”.

La organización no gubernamental Comandantes por la Seguridad de Israel (CSI), con más de 200 miembros pertenecientes a la élite de seguridad israelí, acaba de publicar un documento titulado “La seguridad primero”, con una serie detallada de propuestas para revitalizar los intentos de compartir en paz el territorio situado al oeste del Jordán. CSI sostiene que el terrorismo antiisraelí no puede ser vencido sólo por la vía militar, y que todo proceso de paz debe mejorar la calidad de vida de los palestinos. Exfuncionarios de seguridad israelíes de alta jerarquía también participaron activamente en un estudio realizado por el Center for a New American Strategy, que elaboró un plan de seguridad detallado para un acuerdo de paz entre ambas partes.

Algunos fueron más allá: el exdirector del Mossad Efraim Halevy sostiene que Israel debe aceptar “la realidad política de Hamás” y abrir un diálogo con la organización que gobierna la Franja de Gaza. Del mismo modo, en el documental de 2012 The Gatekeepers, seis exjefes del Shin Bet reflexionan sobre la experiencia de las últimas décadas y convocan a lograr la paz con los palestinos.

Pero el liderazgo político de Israel ha podido hacer caso omiso de las opiniones de la comunidad de defensa sin que eso repercuta en las urnas. Tras la presentación de The Gatekeepers, la oficina del primer ministro Binyamin Netanyahu señaló en un comunicado que este no había visto el documental y no tenía intención de verlo. No hubo una reacción pública.

Dada la alta consideración que la ciudadanía israelí le tiene a las instituciones de defensa, particularmente en comparación con el gobierno, la indiferencia de los votantes es un misterio. En una encuesta realizada en 2015 por la Oficina Central de Estadísticas, el 93% de los israelíes judíos expresó confianza en el ejército, contra solo 40% en el gobierno y 22% en los partidos políticos israelíes.

Una explicación posible es que, tras tantos intentos fallidos, la opinión pública israelí está desencantada con el proceso de paz. Además, se han intensificado los actos de incitación a la violencia y los ataques terroristas que salen de los territorios ocupados, lo que permite a la coalición gobernante justificar políticas (como la extensión de los asentamientos en Cisjordania) que profundizan aún más el conflicto.

En estas circunstancias, Netanyahu se presenta a sí mismo como el protector de Israel, arrogándose la estima conferida a las instituciones de defensa. Quienes promueven la continuación del proceso de paz tendrán que convencer a la opinión pública y reclamar aquel título. Pero que lo logren, en un contexto de agitación regional e inseguridad interna es cuando menos incierto.

Daniel Kurtzer, a former United States ambassador to Israel and Egypt, is a visiting professor of Middle East policy studies at Princeton University’s Woodrow Wilson School of Public and International Affairs. Traducción: Esteban Flamini.

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