Es evidente que Japón y España son países muy distintos y muy lejanos entre sí. Aunque esta lejanía no impidió relaciones muy estrechas en nuestra historia común. Hace poco celebramos el Año Dual, de España en Japón y de Japón en España, haciéndolo coincidir con el 400º aniversario de la Embajada Keicho, encabezada por el glorioso samurái Hasekura Tsunenaga, quien, entre 1613 y 1620, realizó una misión diplomática a España, durante el reinado de Felipe III, rey de España, y al Papa de Roma, en el Vaticano. La expedición atravesó todo el Pacífico hasta el puerto mexicano de Acapulco, cruzó territorio mexicano hasta Veracruz, para luego atravesar el Caribe y el Atlántico, hasta recalar en la desembocadura del río Guadalquivir y seguir su ruta fluvial hasta Coria del Río (donde se establecieron muchos japoneses y que explica que hoy haya centenares de ciudadanos españoles que llevan como apellido Japón). Siguieron luego ruta terrestre hasta Madrid y luego hasta Barcelona para embarcar hasta Roma.
Pero antes, marineros españoles comenzaron sus viajes a Japón, desde las posesiones españolas en Filipinas, y cabe recordar un naufragio, muy cerca de Shizuoka, donde el shogun Tokugawa Ieyasu les rescató y atendió. Esos viajes tenían también un interés comercial, y en muchas ocasiones, también religioso.
Estos contactos prácticamente desaparecieron luego, hasta el fin de la era de los shogun, con la Restauración Meiji, que abrió de nuevo Japón al exterior. Por ello, el año próximo, vamos a celebrar el 150º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Magnífica ocasión para darle un nuevo impulso a nuestra relación bilateral.
Hoy las relaciones entre ambos países son particularmente intensas. En lo político, en lo económico y comercial, y en lo cultural, científico, tecnológico y social. Y todo ello se ha enmarcado recientemente en la Declaración Conjunta para una Asociación para la Paz, el Crecimiento y la Innovación firmada en octubre del 2013 entre el primer ministro, Shinzo Abe, y el presidente de España, Mariano Rajoy.
Ello ha permitido una gran intensificación del diálogo político, en materia de seguridad y defensa, y en la relación con América Latina. También una intensificación del diálogo entre las sociedades civiles, como el del Foro España-Japón, que tengo el honor de copresidir, junto a mi buen amigo Shinichi Yokoyama; así como del diálogo empresarial, a través del Comité de Cooperación Empresarial Hispano-Japonés, que celebra su XXVI edición en Tokio, coincidiendo ahora con la visita de Estado de los Reyes de España.
Las relaciones comerciales son ya muy intensas y el saldo comercial, muy excedentario para Japón históricamente, se ha ido equilibrando hasta una tasa de cobertura cercana al 70%. También el flujo de inversiones japonesas en España ha sido muy importante y, más recientemente, empieza a haber inversiones españolas significativas en Japón. Asimismo, los flujos turísticos han aumentado muy considerablemente, con unos 600.000 japoneses visitando anualmente España, y unos 100.000 españoles visitando Japón.
Pero queda mucho camino por recorrer. Para ello, se han concluido o se están negociando importantes acuerdos bilaterales, muchos de ellos pendientes sólo de firma, y que van a ser oficializados durante la visita de los Reyes a Japón, y que sigue a la importante visita a España, con ocasión del Año Dual, que realizó el príncipe heredero, Naruhito, invitado por los entonces Príncipes de Asturias, hoy Reyes de España.
Esta visita, que tuvo que posponerse por la inestabilidad política interna en España durante el año pasado, ha sido felizmente recuperada, y constituye un hito trascendental en la relación entre ambos países, y que subraya no sólo la excelente relación bilateral, sino también la estrecha vinculación entre la Casa Imperial japonesa y la Casa Real española.
Y que refleja la existencia de unos destinos compartidos, a pesar de la lejanía geográfica y de unas relaciones bilaterales que sólo hasta ahora han empezado a adquirir relevancia. Y ese destino compartido tiene muchas vertientes.
La primera ha sido ya mencionada. Ambos países gozamos de la estabilidad institucional y política que deriva de unas monarquías seculares, profundamente sentidas por nuestros pueblos y que garantizan la unidad nacional y la cohesión social, y el correcto funcionamiento de las instituciones democráticas. Compartimos también nuestro compromiso con la democracia representativa y la defensa de sus valores y de las libertades asociadas a los mismos. Y de la necesidad de defenderlos, internamente y a nivel internacional.
Ello implica asimismo el compromiso con la economía de mercado, el libre comercio, la iniciativa privada y el apoyo al emprendimiento empresarial. Y ambas partes deseamos fervientemente que culmine con éxito el acuerdo entre Japón y la Unión Europea, y que España impulsa de acuerdo con Japón de una manera particularmente activa. Y tal acuerdo es más necesario que nunca ante los nuevos acontecimientos a nivel global en el ámbito internacional. La nueva política de la Administración deTrump o la actual política exterior de China obligan a reposicionarnos de manera inteligente. Y Japón y Europa tenemos la responsabilidad de impulsarlo y concretarlo de forma positiva para nuestros intereses nacionales, pero también en beneficio de la economía y del comercio globales.
Asimismo, nuestro compromiso por la paz nos lleva a cooperar cada vez más en la defensa y en la seguridad común. Y aunque, geográficamente, estemos alejados, hoy, en un mundo globalizado, las amenazas son cada vez más, comunes. Y los países que, como Japón y España, compartimos valores básicos de paz, libertad y convivencia, tenemos el deber y el interés de colaborar cada vez más.
Pero más allá de los vitales temas geopolíticos y económicos, debemos poner también énfasis en los que acercan a nuestras respectivas sociedades en sus diferentes vertientes, tanto científicas y tecnológicas como culturales. Y en esos terrenos, las cosas que nos unen trascienden la lejanía geográfica. Desde la gastronomía al respeto por las tradiciones, hay innumerables puntos de encuentro. El gusto por el flamenco o por el manga, por poner dos ejemplos, es algo que nos une.
Pero también nos unen intereses comunes. Ambas sociedades, por ejemplo, necesitamos encontrar soluciones al envejecimiento de nuestras poblaciones, para garantizar la sostenibilidad de nuestro Estado de bienestar, incluyendo el acceso universal a la sanidad o al sistema público de pensiones. O ambos países necesitamos mejorar nuestro sistema educativo en la era de la globalización y la digitalización, que requiere un enorme esfuerzo en I+D+i.
Tenemos muchas cosas que hacer. España, tradicionalmente, ha estado muy lejos de Asia, y Japón muy lejos de Europa. Pero, hoy eso ya debe superarse. Porque estamos muy cerca. En todos los sentidos.
Josep Piqué es copresidente del Foro España-Japón.