Japón y su alta volatilidad gubernamental

Japón ha asistido al cuarto cambio de primer ministro desde que concluyera el mandato de Junichiro Koizumi en el año 2006. Una frecuente alternancia en el cargo de jefe de Gobierno endémica del sistema democrático japonés, pero que se intensificó a partir de 1989, coincidiendo con el inicio de la crisis económica japonesa de los 90, y que tiene como resultado una media de sólo un año y medio de permanencia en el cargo desde entonces. Sin embargo, la excepcionalidad de esta nueva crisis de Gobierno viene determinada por dos motivos. En primer lugar, por el carácter internacional de la principal causa de dicha crisis. Y, en segundo lugar, por las consecuencias que puede tener sobre la esperanza de transformación política que había despertado el Partido Democrático de Japón o Minshuto tras vencer en las elecciones de agosto del 2009.

El detonante de la salida del Gobierno de Yukio Hatoyama está directamente vinculado al intento de renegociar un aspecto básico de la colaboración entre Japón y EEUU: la presencia de la base militar estadounidense de Futenma en la prefectura de Okinawa. Al cumplirse el 50º aniversario del Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua entre Estados Unidos y Japón, uno de los acuerdos básicos sobre el que pivotó la geopolítica de Asia Oriental durante la Guerra Fría, parecía haber llegado el momento idóneo para modificar las bases de la relación entre ambas superpotencias económicas. Hatoyama se había posicionado durante su campaña electoral como abanderado de esta posibilidad, al manifestar su intención de trasladar la base militar más polémica de EEUU en Japón fuera de Okinawa. Un objetivo político que ha resultado ser demasiado ambicioso para Hatoyama.

La nueva realidad del escenario político regional, con un papel internacional cada vez más determinante de la República Popular de China, los recientes acontecimientos en la región, como la tensión entre Corea del Norte y Corea del Sur por el hundimiento de la corbeta Chenoan que causó la muerte de 46 surcoreanos, y las presiones ejercidas desde Estados Unidos -tanto por parte de Hillary Clinton como del secretario de Estado adjunto para Asia Oriental y el Pacífico, Kurt Campbell-, han sido los principales motivos que han obligado finalmente al ya ex primer ministro Hatoyama a abandonar esta promesa electoral. Tokio y Washington, que argumentaron la necesidad de seguir garantizando la seguridad del país nipón pero también la seguridad regional, firmaron un acuerdo a finales del mes pasado por el que se mantiene la base militar estadounidense en Okinawa, a pesar de su traslado a un lugar menos poblado del archipiélago.

El nuevo acuerdo en materia de seguridad, junto con problemas vinculados a una supuesta financiación ilegal del partido y el descenso de la popularidad de Hatoyama del 77% con el que llegó al poder a un 16% actual, han provocado su dimisión. Asimismo, esta crisis de Gobierno pone de manifiesto la dificultad que tiene la todavía segunda economía más grande del planeta de resituarse a nivel internacional gracias a una mayor independencia de Estados Unidos. El archipiélago japonés sigue siendo una pieza clave de la estrategia asiática estadounidense y Japón, que no puede disponer de ejército propio aunque sí dispone de las denominadas Fuerzas de Autodefensa, continúa después de más de medio siglo desde el final de la ocupación norteamericana teniendo que trazar su futuro regional e internacional de la mano de Estados Unidos.

En clave interna, esta última crisis política contribuye al mantenimiento de la alta volatilidad de los gabinetes gubernamentales de Japón y, de forma especial, al incremento de la incertidumbre sobre el futuro político del país. Si bien la elevada alternancia en el cargo de primer ministro ha sido una constante de los últimos 20 años -especialmente de los últimos cuatro años-, Hatoyama representaba la esperanza de la transformación política del país al haber conseguido derrotar al Partido Liberal Democrático o Jiminto, cuyos representantes han llevado las riendas del país desde 1955. Un éxito del Partido Democrático liderado por el ex primer ministro que ha sido, finalmente, el único logro de su legado político.

El próximo mes de julio, con las elecciones parciales a la Cámara Alta, se podrá comprobar si este éxito del Partido Democrático está llamado a ser igual de efímero que el Gobierno de Hatoyama o, por el contrario, si el nuevo primer ministro Naoto Kan es capaz de recuperar la esperanza del cambio político que representaba su antecesor.

Guillermo Martínez Taberner es coordinador del Departamento de Programas Económicos y de Cooperación de Casa Asia.

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