Jordania y la hoja de ruta de Al-Zarqawi

Por Pedro Buendía (GEES, 14/11/05):

Tras los 67 muertos y más de 300 heridos del atentado de Ammán, son muchos los que se preguntan por qué esta vez ha sido Jordania. ¿Qué tiene este pequeño país, con su limitada importancia estratégica y una economía más que precaria para encontrarse bajo el dedo criminal de al Qaeda?

El atentado de Ammán, sin embargo, es muy significativo. Marca un indiscutible punto de inflexión en el panorama medioriental, en la batalla contra el terrorismo y en la propia estrategia política y operativa de Al Qaeda. En primer lugar, hay que recordar que Jordania llevaba ya bastante tiempo en el punto de mira de los yihadistas. La activa política antiterrorista impulsada por el rey Abdallah, las tradicionales buenas relaciones del reino con EEUU y el hecho de que Jordania se haya convertido en la verdadera retaguardia iraquí de los servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes, así como de las empresas y organismos que operan en Irak, convierten al reino hachemita en un blanco potencial y deseable. El pasado mes de agosto, Aqaba fue atacada con misiles Katiusha por las llamadas Brigadas del mártir Abdallah Azzam, la misma organización que se había atribuido los terribles atentados de Taba y de Sharm el-Sheikh en Egipto. Más de cincuenta personas fueron detenidas por las fuerzas de seguridad jordanas, que ya en 2004 habían desbaratado un terrorífico triple ataque planeado contra la Embajada de Estados Unidos en Ammán, contra la sede del servicio de inteligencia jordano y contra el propio primer ministro de aquel país. El ataque planeaba la explosión de tres grandes camiones y dos automóviles cargados con 20 toneladas de explosivos químicos. El propio rey Abdallah agradeció públicamente a sus servicios de información el haber evitado un inaudito ataque terrorista, un «crimen jamás visto en el reino» que podría haber causado la muerte de miles de civiles.

Ante semejante panorama, es indudable que las huestes de al-Zarqawi han vuelto la vista hacia el pequeño reino jordano y seguramente más allá de él. En esa nueva hoja de ruta del terror, Damasco no parece quedar mucho más lejos. El comunicado posterior a los atentados afirma que los tres hoteles de Ammán fueron elegidos por varias razones; entre ellas, que eran el “patio de atrás de los enemigos de la Religión, infecto campo abonado de los apóstatas traidores a la Umma y placentero refugio para los servicios secretos de los infieles, quienes orquestan desde allí sus conspiraciones contra los musulmanes”[i].

Es evidente que el atentado no obedece sólo a razones internas: es la primera prolongación internacional de la dura batalla que se está librando en Irak. El propio jefe de seguridad del Congreso Nacional Iraquí, Yawad al-Máliki, ha manifestado que los servicios secretos iraquíes habían advertido a los jordanos sobre la posibilidad de un ataque inminente, tanto en la propia Jordania como en cualquier otro país vecino de Irak; y ha sido muy claro al afirmar que éste es la respuesta de al-Qaeda a la estrecha colaboración en materia de seguridad entre los dos gobiernos. Asimismo, al-Máliki ha insistido en un punto esencial: los atentados de Ammán constituyen un claro mensaje político para todos los países de la zona, cuya seguridad se va a ver amenazada, y no sólo la de Irak. Por su parte, el general Rick Lynch, portavoz militar de Estados Unidos, ha expresado su preocupación acerca de que la red de al-Zarqawi planee extender sus ataques a toda la región, y ha afirmado asimismo que estos ataques muestran la delicada situación en que se encuentra la organización terrorista, que habría apostado inequívocamente por la internacionalización del conflicto. Sin duda, la ambigua política árabe de “lavarse las manos” ante la cotidiana tragedia iraquí está tocando a su fin.

En estos momentos, la frágil economía jordana depende estrechamente de lo que acontece en Irak. En Jordania tienen su base multitud de compañías, organismos y contratistas que operan en territorio iraquí. El tráfico de capital, materiales y ayuda internacional entre ambas fronteras es esencial para las cuentas del reino. Además, más de 30.000 policías y otras fuerzas de seguridad iraquíes se han asentado en Jordania para su formación y entrenamiento. Si la normalización de Irak es fundamental para Jordania, la estabilidad y colaboración de Jordania son esenciales para Irak. Por ello el golpe de al-Zarqawi no se ha hecho esperar.

Es evidente que si Al-Qaeda se encontrara cómoda en Irak no tendría necesidad de abrir un nuevo frente jordano. Pero la tiene. Y con la exportación del conflicto está jugando una carta arriesgada, porque puede perder una batalla que le es esencial: la propaganda dentro de la opinión pública árabe. Poniendo sus barbas a remojar, los propios partidos islamistas del reino hachemita han condenado duramente el ataque, e inusitadas manifestaciones espontáneas —aunque pequeñas— se han producido en puntos del país. El mismo país que, hasta ayer mismo, se mostraba mayoritariamente comprensivo hacia los ataques suicidas contra civiles y se resistía a condenar el terrorismo en Irak, motejándolo de “resistencia legítima” y otras lindezas[ii]. Ciertamente, muchos habrán cambiado de opinión tras los ataques.

En cuanto a Al-Qaeda, sus cuentas se cifran entre el optimismo y la inquietud. Por una parte, barajan como segura la posibilidad de una retirada norteamericana de Irak a medio plazo. Por la otra, saben que el tiempo correrá en su contra hasta que esa hipotética retirada se produzca. Han movido ficha hacia afuera del tablero iraquí, apostando por la desestabilización de toda la zona. En estas circunstancias, Damasco puede ser el próximo objetivo de al-Zarqawi. El infame régimen de Basshar al-Asad, cada vez más aislado internacionalmente, recibiría un duro golpe si su estabilidad interna se viera amenazada por la propia al-Qaeda, que de paso forzaría al gobierno estadounidense a replantearse su estrategia frente a Siria. Puede que al Pentágono no le interese un régimen despótico y sospechoso de apoyar al terrorismo yihadista en Irak, pero menos aún le interesa un segundo Irak en territorio sirio, donde la alternativa democrática al régimen alawí de momento no existe. La propia diplomacia israelí ha advertido a Washington en este sentido, y la organización de al-Zarqawi es perfectamente consciente de ello. La situación, pues, podría adquirir un giro extraordinariamente complejo en los próximos meses.

Finalmente, parece que algún desplazamiento de poder se está produciendo en las mismas filas de al-Qaeda. El protagonismo de al-Zarqawi es cada vez mayor, y se proyecta incluso por encima del propio Osama ben Laden. Perdida la batalla de Afganistán, acosados en Pakistán por el régimen de Musharraf, Oriente medio se ha convertido en el gran teatro de operaciones del yihadismo internacional. Pero ello exigirá que al-Qaeda muestre cada vez más su verdadera cara a los ciudadanos árabes tibios o indecisos con el terrorismo yihadista. Un terrorismo que irremediablemente irá sustituyendo la imagen “justiciera” de un líder carismático y lejano como Osama ben Laden por la personalidad sádica, amenazante y muy cercana de Abu Musab al-Zarqawi.

[i] Comunicado de al-Qaeda en el país de los dos ríos, en Al Hayat, 11-11-2005.
[ii] Véanse las desoladoras encuestas realizadas por el Pew Reseach Center en 2004
http://www.people-press.org/2004/03/16/a-year-after-iraq-war/
y por Fares A. Braizat, del Centro de Estudios Estratégicos (CSS) de la Universidad de Jordania-Ammán en 2005
http://spanish.safe-democracy.org/colabora/aqua-se-entiende-por-terrorismo-la-visian-en-la-calle-arabe.html.