¿Jorge Sampaoli acabará con la sequía de la selección argentina de fútbol?

Jorge Sampaoli, como técnico de la Selección de Fútbol Argentina, buscará asegurar un boleto directo al Mundial de Rusia 2018. Credit Reuters
Jorge Sampaoli, como técnico de la Selección de Fútbol Argentina, buscará asegurar un boleto directo al Mundial de Rusia 2018. Credit Reuters

José Larralde, folclorista mítico de 79 años y de voz potente que canta sobre las injusticias que sufre el trabajador rural, fue la primera referencia citada por Jorge Sampaoli cuando este se presentó como el nuevo técnico de la Selección de Fútbol de Argentina.

La referencia sorprendió porque Sampaoli, de 57 años, ama ante todo a bandas rockeras como Los Redonditos de Ricota y Callejeros. Se sabe que en su biblioteca pueden encontrarse biografías de Albert Einstein, libros de Michel Houellebeck, charlas de filósofos y afiches de Eva Perón, Muhammad Alí y Doctor House, pero nada del folclorista. “Como dijo Larralde”, apuntó sin embargo Sampaoli el jueves, “es lindo estar cerca de lo que de lejos se admira”.

Lo dijo en el mismo campo que la selección argentina tiene en Ezeiza y al que él, quince años atrás, iba regularmente desde su Casilda natal: 350 kilómetros de viaje cotidiano y anónimo para ver con prismáticos y alambrado de por medio las prácticas que entonces dirigía su admirado Marcelo Bielsa.

El próximo 9 de junio debutará en un amistoso en Melbourne contra Brasil. El debut oficial será el 31 de agosto con Uruguay, en Montevideo. Argentina suma 31 años sin ganar un mundial y 24 sin copas América. La misión de Sampaoli será algo más dramática: lograr en las cuatro fechas eliminatorias que quedan que la selección, por ahora en quinto puesto, se asegure uno de los cuatro primeros lugares y logre un boleto directo a Rusia 2018.

Tras Uruguay, llegará el examen contra Venezuela, el 5 de septiembre en el Monumental de River Plate, el mismo estadio al que Sampaoli viajaba en 1975 subido seis horas a un tren, sin pagar boleto, para ver a su equipo del corazón. Tampoco tenía dinero para entrar al estadio. Aprovechaba el ingreso siempre tumultuoso de la barra brava. Su última visita al Monumental había sido en 1998. Era técnico de Belgrano de Arequito, uno de los tantos equipos que dirigió en la liga casildense.

Entonces Sampaoli seguía siendo un perfecto desconocido en su país. No sucedió lo mismo la semana pasada, cuando volvió al Monumental después de casi dos décadas. Con jeans ajustados, pañuelo al cuello y niños que le pedían fotos, Sampaoli tenía un palco a su disposición. Faltaba el cartel de “Mejor técnico del mundo”, como lo anunció Claudio “Chiqui” Tapia, el nuevo presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA).

La selección argentina tuvo cinco técnicos en treinta años (1974-2004), pero Sampaoli es el octavo en los últimos trece años. Casi la mitad de tiempo. Casi el doble de entrenadores. Claro síntoma de la declinación. De que, tal como están las cosas, hoy solo sirve ganar.

La Albiceleste llegó a la final de la última Copa Mundial de 2014. Pero perdió y se quedó sin el DT Alejandro Sabella. Llegó también a las finales de las dos últimas Copa América (2015 y 2016). Pero también perdió y Gerardo Martino se fue apenas iniciada la eliminatoria de Rusia 2018. Su remplazo, Edgardo Bauza, duró apenas ocho partidos. Sampaoli firmó por cinco años de trabajo, hasta el Mundial de Catar 2022. Primero, lo sabe más que nadie, tendrá que clasificar; una vez en Rusia, le pedirán que gane el mundial. Que ponga fin a tanta sequía.

Más que nombres, Sampaoli cambiará la táctica. Javier Mascherano apareció en la quinta pregunta de su presentación del jueves. Pero ya no como líder heroico, sino en el tono crítico de los nuevos tiempos. Le preguntaron a Sampaoli si acaso la selección seguiría siendo el equipo de “los amigos de Mascherano” y “los amigos de (Lionel) Messi”. Es el tono de debate que suele dominar desde hace tiempo en la prensa deportiva. Mascherano no jugará contra Brasil, pero porque está lesionado. Sampaoli lo retrasará al puesto de zaguero, como juega en Barcelona. El centrocampista pasaría a ser Ever Banega, que suele actuar más adelantado cuando es titular en Inter, de Italia. Son dos movimientos claves, que anuncian, en palabras de Sampaoli, un equipo que buscará tener un “protagonismo desmedido”.

“Estamos todos por debajo de la bandera”, fue otra de sus frases más resonantes en la conferencia del jueves.

“El patriota” que “hizo una exaltación de nacionalismo”, dijo al día siguiente La Nación. Aceptó ganar casi la mitad del dinero que recibía en Europa y hasta resignó 830.000 euros que le debía Sevilla, dinero que la AFA le reintegrará en quince cuotas. Su ambición por dirigir a la selección terminó afectando la salida, como ya le había sucedido cuando dejó la selección de Chile.

Los medios de comunicación, replicó a la prensa en Sevilla, “colonizan la subjetividad del sujeto”. Un periodista le pidió el jueves que hablara de sus defectos. “Tengo un montón, ya te darás cuenta vos, porque yo no soy tan autocrítico”, respondió.

Fue la misma conferencia que abrió citando al folclorista Larralde, pero que cerró avisando que, aun cuando él sea más flexible que su admirado Bielsa, igual seguirá fiel a la frase que tomó de los rockeros Callejeros. Tras comenzar dirigiendo en ligas chacareras, debió irse del país para hacerse un nombre en Perú, Ecuador y Chile y volver quince años después, ya famoso, pero sin hinchada propia y en medio de resistencias de colegas que hubiesen querido en la selección a un técnico “más argentino”: “No escucho”, dicen los Callejeros y repite ahora Sampaoli, “y sigo”.

Ezequiel Fernández Moores.

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