Josep Baselga, un legado más allá de la ciencia

Josep Baselga el titán de la lucha contra el cáncer. Ese guerrero al que el destino no le dio ningún arma para librar su batalla más importante. La de su propia vida. La noticia de la muerte del doctor Baselga nos golpeó por sorpresa el pasado domingo. Inmediatamente se sucedieron las muestras de afecto hacia la familia y de reconocimiento y admiración por la figura del que, sin duda, será recordado como uno de los principales científicos de nuestro país, con un impacto internacional extraordinario. Esta reacción de cariño ha sido unánime en nuestra sociedad, y es por lo que he querido dejar pasar unos días para enfatizar, si cabe, con estas líneas la extraordinaria labor que Baselga desarrolló en la Fundación Fero desde su compromiso para con la ciencia y, por encima de todo, con sus pacientes.

Porque Baselga deviene por credo y convicción en el arquetipo de científico humanista que sitúa al paciente en el centro de todo su trabajo. Poseía una mente rápida y brillante, capaz de hacer tangibles sus ideas en cortos espacios de tiempo. Gran impulsor del innovador concepto de investigación oncológica traslacional, aplicando a los pacientes lo antes y de la mejor manera los avances del laboratorio. Sin embargo, y como presidenta de la Fundación Fero, que él creó e impulsó, quisiera hacer una reflexión sobre su persona, más allá de sus logros como investigador, ampliamente glosados por sus colegas.

Para mí fue un líder visionario, un luchador con un magnetismo fascinante. Tenía la extraordinaria capacidad de ver más allá de los límites que a veces nos autoimponemos el resto de los humanos. Lo demostró en su feroz lucha contra el cáncer. Él siempre decía «el cáncer lo curaremos», en primera persona del plural, así conseguía hacernos sentir a cada uno de nosotros, desde cualquiera que fuera nuestra responsabilidad, parte indispensable de ese reto.

El pasado jueves, en el transcurso del funeral en el que familiares, colegas y amigos le dimos el último adiós, la inmensa tristeza que me embargaba se tiñó de optimismo y esperanza al oír las palabras que le dedicaron sus hijos. Entendí que Josep, el luchador, el líder, había conseguido trasladarles la ambición, la determinación y la voluntad de tener un impacto positivo en la sociedad. Nosotros, el Patronato y el pequeño gran equipo de la Fundación Fero nos sentimos también herederos del espíritu de Josep Baselga y afrontamos con renovadas energías los objetivos que en su día nos marcamos junto a él.

Yo misma tengo que agradecerle la confianza que depositó en mí al sucederle en la presidencia de la Fundación. No era una tarea fácil. Resultó un reto para mí, con el precedente de su potente liderazgo y su capacidad de inyectar la energía y el orgullo de pertenecer a un proyecto común en beneficio de toda la sociedad. Creo que una de las iniciativas que mejor reflejan su espíritu y su legado son las Becas Fero que él mismo impulsó con la idea de retener y atraer talento joven que nutriera los centros de excelencia de nuestro país. Gracias a estas ayudas, más de treinta jóvenes investigadores en los últimos diez años han conseguido quedarse o volver a nuestro país para desarrollar sus carreras en el ámbito de la investigación oncológica traslacional de primer nivel.

Termino con unas palabras de uno de los beneficiarios de la Beca Fero: «Al lado del doctor Baselga aprendí a mirar el cáncer sin resignación. No como una derrota sino como un reto que afrontar y contra el que luchar cada día». Y yo añado: «Hasta que lo consigamos». Gracias, Pepe.

Sol Daurella es presidenta de la Fundación Fero.

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