Jubilados ricos, jubilados pobres

Se están cerrando estos días los viajes del Instituto de Mayores y Servicios Sociales, Imserso. El concurso ha ofrecido este año más de un millón de plazas. La operación genera unos 11 millones de estancias hoteleras. Todo jubilado español tiene derecho a acogerse al programa de turismo y termalismo del Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad y viajar, con su pareja si lo desea, a precios extraordinariamente baratos fuera del verano. Una estancia de 15 días en Baleares, por ejemplo, siempre que no sea en Navidad, cuesta en torno a 325 euros por persona; y una semana en la costa, 167 euros. Dentro de este precio se incluye el alojamiento en un buen hotel, la pensión completa y el transporte terrestre o aéreo.

El Gobierno dedica este año 70 millones de euros para el turismo y 36 millones más para el termalismo dentro del programa de las vacaciones para mayores y envejecimiento activo del Imserso. El primer objetivo del programa que cumple 30 años consiste en ofrecer viajes baratos a los mayores. Cuanta menor pensión, mayores probabilidades existen de elegir destino.

En pleno debate -o no debate- sobre la sostenibilidad del sistema, la generosidad del Gobierno de Rajoy aumentó las pensiones el 0,25% en el 2016 y algo parecido va a ocurrir en el 2017. A pesar de este incremento, el 77% de los pensionistas percibe una cantidad mensual por debajo de los mil euros. El 60% de las personas mayores en Catalunya no llega a final de mes y la causa principal son las pensiones tan bajas. Este complemento más que justo no se lo pueden permitir los pensionistas más pobres, máxime cuando en muchos hogares la magra cantidad recibida debe alimentar a hijos y nietos. Como en la convocatoria quedan muchas plazas sobrantes, inmediatamente acceden a ellas quienes disfrutan de rentas mayores.

Sería demagógico hablar de pensionistas ricos y pensionistas pobres, pues solo el 0,3% de los jubilados españoles goza de la pensión máxima, 2.567 euros al mes. Pero sí que se puede afirmar que muchos de los destinatarios principales de estas vacaciones baratas que son los pensionistas más pobres no se pueden permitir el lujo de pagárselas, mientras que los jubilados más pudientes se incorporan masivamente a la búsqueda de las plazas disponibles, llegan a la puerta del hotel de destino, alquilan un coche y doblan las vacaciones por su cuenta.

El segundo objetivo del Imserso se centra en echar una mano al sector turístico desestacionalizándolo unos meses. Los 300 hoteleros que participan en el programa reciben poco más de 20 euros/día por alojar y alimentar a cada beneficiario del programa de vacaciones. Ello supone mantener la ocupación de unos 110.000 puestos de trabajo directos o indirectos.

Nos parece una medida óptima la de ampliar temporada. Estamos buscando ideas para llenar todo el año la costa española desde el primer día que nació el turismo masivo, pronto hará 60 años. ¿Qué ocurre? Pues que los hoteleros que participan en la operación se conforman con que esta medida les permite alargar la temporada incluso a ese precio, cuando deberían estar buscando por todo el mundo clientes dispuestos a pagar lo que vale la habitación y las comidas más el margen de beneficio -mejorando la oferta-, que es mucho más. Se dice que la operación resulta rentable, puesto que se evita el paro de una población importante de trabajadores que espera el llamamiento de la temporada siguiente para incardinarse nuevamente a su puesto de trabajo.

No vemos por ningún lado la rentabilidad de subvencionar el puesto de trabajo en el turismo cuando el promedio de salarios sigue siendo el más bajo de todos los sectores y el efecto multiplicador cada vez resulta menor. Dice el Gobierno que cada euro de las vacaciones del Imserso genera 1,56 euros. Es verdad que se dejan de pagar las prestaciones contributivas de esos más de 100.000 trabajadores. Pero para que la subvención no acabe siendo un intercambio de cromos entre partidas presupuestarios mejor o peor interpretadas por los políticos y resultara rentable, debería exigir una contrapartida: la innovación en infraestructuras, en servicio, en hospitalidad de todas aquellas empresas que participan. Ello permitiría que el sector turístico español fuera más competitivo gracias al dinero de todos.

Josep-Francesc Valls, Catedrático de ESADE Business and Law School.

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