Juntos hacia una Europa más fuerte

“Juntos por la recuperación de Europa”: este es el lema de la presidencia alemana del Consejo de la UE, que comenzó hace unos días. No son tiempos normales: el mundo está viviendo la primera crisis sanitaria global del siglo XXI. Solamente en Europa han fallecido hasta el momento más de 140.000 ciudadanas y ciudadanos a causa del virus o siendo portadores de él, y las consecuencias tanto económicas como sociales de la pandemia afectan a cada una y cada uno de nosotros.

Cualquier crisis pone a prueba la comunidad a la que afecta. El apoyo mutuo en caso de necesidad es la noción fundamental en la solidaridad que fundamenta la Unión Europea. Las comunidades se reafirman o se desintegran en tiempos de crisis. Europa se ha visto reafirmada. Se ha prestado más ayuda mutua entre los países de la UE que en ninguna otra región del mundo: cientos de pacientes con dolencias agudas pudieron volar a países vecinos en Europa para recibir tratamiento, y los Estados de la UE han compartido miles de toneladas de material sanitario. Y cuando los mercados financieros dieron las primeras señales de crisis, los ministros de Hacienda actuamos con vigor, desplegando en tiempo récord una triple red de seguridad: para trabajadoras y trabajadores, para empresas y para los presupuestos de los Estados miembros, con un volumen total que supera los 500.000 millones de euros. Así, la anticipación ha permitido evitar una nueva crisis financiera, que acaso habría llegado a dividirnos en lo económico y en lo político.

Hemos superado juntos la fase aguda de la crisis, pero la verdadera prueba de fuego está aún ante nosotros: Europa atraviesa la recesión más profunda desde el fin de la II Guerra Mundial. La base económica de nuestra prosperidad se encuentra en el mercado interior europeo, y la base política de este mercado interior consiste en que todos los Estados miembros salgan ganando con él. Para que esto pueda seguir siendo así, también los Estados miembros más afectados por la pandemia deberán dejar atrás la crisis económica. Una fractura económica duradera también tendría consecuencias para la cohesión política de Europa.

Por este motivo, hace varias semanas Alemania propuso, conjuntamente con Francia, un fondo europeo para la recuperación económica sin precedentes, con un volumen de 500.000 millones de euros. La Comisión Europea ha elaborado un amplio plan de reconstrucción sobre la base de esta propuesta. Nuestro objetivo consiste en finalizar el trabajo relativo a este plan durante la presidencia alemana, de modo que los fondos estén disponibles a principios del año 2021. Alemania está dispuesta a tender puentes. Al mismo tiempo, dependemos de que existan disposición al compromiso y valentía política en todos los Estados miembros. Cada cual deberá replantearse las que hayan sido sus líneas rojas hasta el momento. Pero solamente lograremos la aprobación de las ciudadanas y ciudadanos en toda Europa si empleamos estos fondos como inversión para que nuestras economías se hagan más competitivas, más robustas y más ecológicas. Debemos adoptar una actitud de cooperación y emprender las reformas que juntos hayamos identificado como necesarias, y que precisa cada uno de nuestros países. Esto abarca también la modernización del presupuesto comunitario, que deberá contribuir más a lograr la transformación climática y digital de nuestras economías.

Más allá de superar la crisis, deberemos ampliar las miras y detectar los puntos en los que se impone fortalecer la robustez y autonomía de Europa. Tenemos que reflexionar sobre cómo atar los cabos sueltos que, bajo la impresión del coronavirus, han quedado un tanto desatendidos: perfeccionar la unión bancaria con normas unitarias para el sector financiero europeo, impulsar una unión de los mercados de capitales que verdaderamente permita las transacciones bursátiles transfronterizas en Europa, y emprender las reformas del Mecanismo Europeo de Estabilidad para aumentar su eficacia y su impacto. Igualmente necesario es crear un entorno seguro para la digitalización en el sector financiero, construir un mercado financiero competitivo para los servicios criptofinancieros y disponer de una contundente estructura en la UE para vigilar el blanqueo de capitales. Son importantes componentes adicionales en una unión presupuestaria.

Durante los próximos seis meses dialogaremos sobre cómo soportar la carga de esta crisis en nuestros respectivos presupuestos nacionales, de manera responsable y equitativa. Esto explica la urgencia de plantear una fiscalidad justa y eficaz para las empresas con actividad internacional. Precisamente la pandemia ha puesto de manifiesto cuán importante es tener un Estado social robusto. Por ello, es inaceptable que estas empresas se sustraigan a sus obligaciones tributarias. Queremos llegar a una posible solución de compromiso, en el ámbito internacional, en las negociaciones sobre la reforma de los principios de la fiscalidad internacional, incluyendo una tributación mínima que resulte eficaz.

Abordaremos estas cuestiones en un espíritu de solidaridad y soberanía europeas. Nuestro objetivo es una Europa fuerte. Salgamos juntos de esta crisis con mayor unidad política que cuando entramos en ella.

Olaf Scholz es ministro federal de Hacienda de Alemania.

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