La abenomía de estilo europeo

Hace dos años, la elección de Shinzo Abe como Primer Ministro del Japón propició el advenimiento de la “abenomía”, un plan en tres partes para rescatar la economía de un lodazal de estancamiento y deflación. Los tres componentes –o “flechas” – de la abenomía comprenden un estímulo monetario en gran escala y en forma de relajación cuantitativa y cualitativa (RCC), incluido más crédito para el sector privado; un estimulo fiscal a corto plazo, seguido de una consolidación para reducir los déficits y hacer sostenible la deuda pública; y reformas estructurales para fortalecer la oferta y el crecimiento potencial.

Ahora parece ser –según el reciente discurso en el simposio de Jackson Hole del Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi– que el BCE tiene un plan similar en preparación para la zona del euro. El primer elemento de la “draghinomía” es una aceleración de las reformas estructurales necesarias para aumentar el crecimiento potencial de la producción de la zona del euro. Los avances en dichas reformas decisivas han sido decepcionantes, pues se han aplicado más medidas en algunos países (España e Irlanda, por ejemplo) que en otros (Italia y Francia, por citar sólo a dos).

Pero ahora Draghi reconoce que la lenta, desigual y anémica recuperación refleja no sólo problemas estructurales, sino también factores cíclicos que dependen más de la demanda agregada que de las limitaciones de la oferta agregada. Así, pues, son  también necesarias medidas para aumentar la demanda.

Conque aquí tenemos una segunda flecha de la draghinomía: reducir el retraso del crecimiento debido a la consolidación fiscal sin por ello dejar de mantener unos déficits bajos y una mayor sostenibilidad de la deuda. Existe cierta flexibilidad sobre la rapìdez con que se puede conseguir el objetivo fiscal, sobre todo ahora que ya se ha aplicado una gran austeridad inicial y los mercados están menos nerviosos sobre la sostenibilidad de la deuda pública. Además, si bien la periferia de la zona del euro puede necesitar más consolidación, algunas zonas del centro –Alemania, pongamos por caso– podrían aplicar una expansión fiscal temporal (menores impuestos y más inversión pública) para estimular la demanda interna y el crecimiento. Y un programa de inversión en infraestructuras a escala de toda la zona del euro podría impulsar la demanda y al tiempo reducir los cuellos de botella de la oferta.

El tercer elemento de la draghinomía, similar a la RCC de la abenomía, será una relajación cuantitativa y crediticia en forma de compras de bonos públicos y medidas encaminadas a impulsar el aumento del crédito del sector privado. La relajación credicia comenzará pronto con operaciones selectivas de refinanciación a largo plazo (que brinden liquidez subvencionada a los bancos de la zona del euro a cambio de un aumento más rápido del préstamo al sector privado). Cuando se hayan superado las limitaciones reguladoras, el BCE comenzará también a comprar activos privados (esencialmente conjuntos titulizados de nuevos préstamos bancarios).

Ahora Draghi ha señalado que, como la zona del euro está a una o dos crisis de distancia de la deflación, las perspectivas de inflación podrían justificar pronto una relajación cuantitativa (RC) como la aplicada por la Reserva Federal de los EE.UU., del Banco del Japón y del Banco de Inglaterra: compras directas en gran escala de bonos soberanos de miembros de la zona del euro. De hecho, es probable que la RC comience a principios de 2015.

La relajación cuantitativa y crediticia podría afectar a las perspectivas de inflación y crecimiento de la zona del euro mediante varios cauces de transmisión. Los rendimientos de los bonos a corto y a largo plazo de los países del centro y de la perifería –y los diferenciales en la periferia– podrían disminuir aún más, lo que reduciría el costo del capital para los sectores público y privado. El valor del euro podría bajar, lo que impulsaría la competitividad y las exportaciones netas. Los mercados de valores de la zona del euro podrían subir, lo que tendría efectos de riqueza positivos. De hecho, como la probabilidad de la RC ha aumentado a lo largo de este año, los precios de los activos ya han subido, como se había predicho.

Esos cambios en los precios de los activos –junto con medidas que intensifiquen el aumento del crédito del sector privado– podrían impulsar la demanda agregada y aumentar las perspectivas de inflación. Tampoco hay que descartar el efecto en el “instinto animal” –la confianza de los consumidores, las empresas y los inversores– que podría desencadenar un compromiso creíble por parte del BCE de abordar el crecimiento lento y la escasa inflación.

Algunos funcionarios del BCE más radicales están preocupados por que la RC propicie un riesgo moral al debilitar el compromiso de los gobiernos con la austeridad y las reformas estructurales, pero en una situación cercana a la deflación y a la recesión el BCE debe hacer todo lo necesario, independientemente de esos riesgos.

Además, la RC podría reducir en realidad el riesgo moral. Si la RC y unas políticas fiscales a corto plazo más relajadas impulsan la demanda, el crecimiento y el empleo, podría ser más probable que los gobiernos aplicaran reformas estructurales políticamente dolorosas y una consolidación fiscal a largo plazo. De hecho, la reacción social y política contra la austeridad y la reforma es mayor cuando no hay aumento de los ingresos ni de los puestos de trabajo.

Draghi señala correctamente que la RC sería ineficaz, a no ser que los gobiernos apliquen reformas estructurales más rápidas por el lado de la oferta y logren el equilibrio adecuado entre la flexibilidad fiscal a corto plazo y la austeridad a medio plazo. Aunque la RCC y el estímulo fiscal a corto plazo impulsaron el crecimiento y la inflación a corto plazo en el Japón, ahora los lentos avances en la tercera flecha de las reformas estructurales, junto con los efectos de la consolidación fiscal actual, están pasando factura al crecimiento.

Como en el Japón, se deben lanzar las tres flechas de la draghinomía para velar por que la zona del euro recupere gradualmente la competitividad, el crecimiento, la creación de puestos de trabajo y la sostenibilidad de la deuda a medio plazo en los sectores privado y público. Es de esperar que al final de este año el BCE comience a desempeñar su papel aplicando la relajación cuantitativa y crediticia.

Nouriel Roubini, a professor at NYU’s Stern School of Business and Chairman of Roubini Global Economics, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Federal Reserve, and the World Bank. Traducido del inglés por Carlos Manzano

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