La aceleración de la transición energética de África

La aceleración de la transición energética de África

La transición del uso de combustibles fósiles al uso de formas más limpias de energía se considera un imperativo ambiental en gran parte del África. Debido a que los combustibles fósiles constituyen un porcentaje mayoritario – que llega hasta el 70%, en algunos casos – de la combinación de las fuentes de energía, la situación en el continente es, en verdad, ecológicamente nefasta.

Sin embargo, la transición energética de África también es económicamente urgente. Cada año, los subsidios petroleros consumen el 1,5% del PIB del continente – es decir, aproximadamente $50 mil millones. Esa cantidad de dinero es suficiente para proporcionar energía solar a alrededor de 300 millones de personas. Si el continente pudiese reequilibrar su cartera de fuentes de energía, alejándose lentamente de los hidrocarburos, esos subsidios podrían reasignarse en maneras que produjeran beneficios ambientales y económicos.

Hoy en día, ni los exportadores ni los importadores de petróleo están adecuadamente protegidos frente a las crisis de precios. Por ejemplo, cuando los precios del petróleo disminuyeron rápidamente en el año 2015, los importadores de energía de África gastaron menos en petróleo, mientras que los países exportadores sufrieron financieramente. Pero, cuando los precios se recuperaron, la relación cambió: los ingresos de los países exportadores de energía aumentaron, mientras que los países importadores se esforzaban por mantener los niveles de consumo.

Este es un ciclo innecesario. La integración de energía más limpia en los sistemas nacionales de energía no aumentaría solamente las capacidades locales, sino que también liberaría hidrocarburos para la exportación. Los ingresos resultantes podrían invertirse en formas nuevas de energía que sean más ecológicas. Tal transición, que requeriría de cooperación conjunta con el sector petrolero, apunta a impulsar el progreso socioeconómico.

Entre los mayores beneficios estaría la electrificación de áreas que, bajo los actuales sistemas de distribución, están literalmente en la oscuridad. Hoy en día, sólo el 30% de África tiene acceso a energía eléctrica confiable. Sin embargo, cuando se alcance una capacidad total estimada de alrededor de diez teravatios, la capacidad solar instalada de África podría ampliar el acceso a la energía eléctrica de forma espectacular. De hecho, según algunas estimaciones, el aumento de la generación solar hasta el año 2030 podría oscilar entre 15 y 62 gigavatios.

Los combustibles fósiles no están destinados a desaparecer en el futuro próximo, pero una combinación energética que pudiese incluir un aumento significativo de energía solar tendría importantes ventajas económicas para África, especialmente en áreas donde la agricultura es el sector económico más grande. Las zonas agrícolas que produzcan energía eléctrica facilitarían el almacenamiento y el transporte de productos cultivados, mejorarían la seguridad alimentaria e incrementarían la capacidad de ganancia de los agricultores.

En la campaña por reequilibrar la combinación de fuentes de energía de África, el continente mantiene una ventaja crucial sobre las economías desarrolladas: una carencia de historial. La relativa ausencia de inversiones heredadas es la principal razón por la cual la energía verde es la mejor opción energética de África. Si bien cada país debe equilibrar sus propias necesidades energéticas, la dependencia de las fuentes renovables y, en particular, de la energía solar, es la estrategia más rentable con respecto a la relación costo-beneficio cuando se busca fomentar el rápido desarrollo económico en todo el continente.

Se puede encontrar evidencia relativa a este potencial en las pocas plantas de energía fotovoltaica que han comenzado a operar en África. Por ejemplo, la planta solar Senergy 2 en Senegal vende electricidad a la empresa eléctrica senegalesa a un precio que reduce el costo de la combinación de fuentes de energía en un 50%. Las empresas de telecomunicaciones africanas están implementando soluciones solares similares para electrificar torres de telecomunicaciones.

La mejor manera de acelerar la transición desde los hidrocarburos hacia formas de energía más ecológicas sería redirigir una parte de los subsidios petroleros nacionales hacia las energías renovables. Esto crearía incentivos más fuertes para reducir el consumo de combustibles fósiles, al mismo tiempo que fomentaría la inversión y el crecimiento en la producción de energía verde. Además, en el caso de las regiones rurales de África, tales políticas ayudarían a sacar a las comunidades de la oscuridad y las conduciría a la instalación de otras infraestructuras de importancia crítica que el crecimiento económico requiera.

No obstante, si bien las energías renovables son la clave de la prosperidad de África en el largo plazo, la transición del continente hacia energías más limpias no debería conducir a un repudio inmediato, y en gran escala, de los hidrocarburos. El sector petrolero aún tendrá un papel importante que desempeñar. La experiencia de esta industria en el continente va a ser necesaria para navegar por las vías que conduzcan a la transformación energética. Y, debido a que los combustibles fósiles seguirán siendo parte de la combinación de fuentes de energía del continente, se debe alentar a que el sector petrolero ponga su propia casa en orden y se ecologice.

Esta puede parecer una alianza imposible. Sin embargo, a medida que los encargados de formular políticas en todo el continente vayan tras asegurar suministros adecuados de energía limpia con el propósito de garantizar un crecimiento económico rápido e inclusivo, así como la sostenibilidad ambiental, es probable que ellos se den cuenta que no existe otra alternativa. La cooperación entre las industrias energéticas nuevas y antiguas puede ser el único motor capaz de impulsar a África para que avance hacia el futuro.

Charlotte Aubin is CEO of GreenWish Partners, a renewable-power producer dedicated to Sub-Saharan Africa. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

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