La agenda oculta de las infraestructuras

Nunca acabaré de saber si el fin de las discusiones políticas, los debates de la nación, las tertulias e incluso de las elecciones a las que nos convocan cada cierto tiempo es ocultar la agenda subterránea de aspectos como las infraestructuras. Entretenidos en los debates sobre la casta (como antes lo fue sobre el tahúr del Misisipi), una gran conspiración se desarrolla en el retroescenario. Lo paradójico de esta representación inmune al desaliento es su gran visibilidad. No hay política más apreciable que la de infraestructuras, que saja, abre, corta, remueve, destroza y reurbaniza el territorio. En cambio, pasa sin pena ni gloria, es decir, sobrevive, a las tensiones económicas, sociales y políticas de la marejada cotidiana. En el año 2003, hace más de un decenio, el Ministerio de Fomento “cerraba” el trazado de alta velocidad que debía unir Madrid con Extremadura. En aquel mes de mayo, ya se hablaba de Plasencia como destino de la actuación y de cómo aquella ciudad de poco más de 40.000 habitantes iba a contar con una estación AVE. No me negarán que ha llovido desde el 2003: se han sucedido gobiernos y el mundo ha estallado en decenas de conflictos y en aquel año, la burbuja no había alcanzado su máximo esplendor, Lehman Brothers pasaba por ser todavía una compañía decente y nadie sabía lo que eran las subprime. La mayor crisis del capitalismo en tiempos recientes debía caernos encima como una losa, todavía… Pues bien, las previsiones de Fomento se han cumplido. En este año de 2015, Plasencia contará con una línea de alta velocidad. Es más, con toda la que ha caído, con un mundo y una España en llamas, en este 2015, los habitantes de Badajoz y de Plasencia, pasando por Cáceres, podrán recorrer su región de norte a sur. Es fantástico. ¿Quién ha dicho que hay improvisación en España? ¿Improvisación? Ya te digo: ¡más planificación que un antiguo plan quinquenal soviético!

En España puede llover chuzos de punta que hay una cosa que no cambia: el mapa. “Nuevos destinos AVE que se abren en 2015″, titulaba hace poco un periódico. Un lector europeo podrá pensar que, dada la magnitud de la crisis, España ha concentrado sus esfuerzos en unir ciudades y territorios especialmente relevantes, dinámicos y rentables (¿digamos las regiones urbanas de Valencia y Barcelona?). Una vez más, se equivoca. León, Burgos, Zamora, Castellón, Cádiz, Granada, Plasencia, Cáceres, Badajoz y Vigo estarán comunicados, prácticamente, con Madrid por AVE. En aquel lejano ya 2003, el Ministerio de Fomento aseguraba que el AVE extremeño será utilizado por la friolera de más de dos millones de viajeros cada año y que el presupuesto de ejecución era de 600 millones de euros. Como el papel lo aguanta todo, la previsión ministerial hablaba de 28 trenes diarios de Cáceres a Mérida, 14 entre Cáceres y Badajoz y 6 entre Mérida y Badajoz. El lector puede entender qué significa 28 trenes diarios entre dos ciudades que suman, conjuntamente, 153.000 habitantes. Para que se hagan una idea, esta población equivale al distrito barcelonés de Sarrià-Sant Gervasi o a la suma de los valencianos de Quatre Carreres y Poblats Marítims.

¿Es que los extremeños no tiene derecho a un AVE? Pues tal vez no. Como tampoco le hacía falta a Requena-Utiel, en mi tierra para que no se diga. A lo que sí tienen derecho es a un ferrocarril rápido, cómodo y seguro. A un desplazamiento en condiciones, fiable, integrado y sostenible. Ahora comprenderán por qué digo que existe una gran conspiración en marcha, una agenda oculta de infraestructuras que debe ser desenmascarada. ¿Recorte del gasto público? Es una quimera. Como informaba este mismo periódico, las adjudicaciones del 2014 en materia de ferrocarril aumentaron un 106% respecto del 2013 y 1.083,2 millones de euros fueron destinados a ampliación de líneas AVE, lo que representa un 110% más que el año anterior. Y lo peor no es eso.

Lo peor es que el mapa que está guiando esta inversión es exactamente el mismo que en aquel lejanísimo 2003 ya se tenía entre manos. En ese año, la cúpula militar de ETA era detenida en el sur de Francia, Alemania entraba en recesión y la Casa Real, sin conexión aparente con los otros sucesos, anunciaba el compromiso del príncipe Felipe. En el 2015, ETA ha dejado, gracias a Dios, de matar. Alemania pone firme a Grecia y Felipe es rey y ya tiene hijas. Y, deberíamos añadir, el Ministerio de Fomento está listo para cerrar el capítulo que abrió en aquel año. Al fin, Plasencia, la ciudad Noble, Leal y Benéfica, fundada en el año 1186, podrá lucir con orgullo su lema “Ut Placeat Deo et Hominibus”, algo así como “Para el placer de Dios y de los hombres”.

Josep Vicent Boira, profesor del departamento de Geografía de la UV.

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