La apuesta europea por un transporte más limpio

Representantes de casi todos los países se reunieron en Bonn del 6 al 17 de noviembre con motivo de la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP 23), para debatir cómo impulsar medidas relativas al cambio climático, de acuerdo con los compromisos del Acuerdo de París. El objetivo está claro: limitar el aumento de la temperatura muy por debajo de los 2 grados centígrados a finales de siglo, y a ser posible, por debajo de los 1.5 grados. Si consideramos que se prevé que en 2017 las emisiones de gases de efecto invernadero aumenten por primera vez en cuatro años; queda claro que solo tendremos éxito en la lucha contra el cambio climático si cada país cumple con su parte.

Europa está decidida a predicar con el ejemplo, cumpliendo su promesa de reducir al menos en un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. El acuerdo alcanzado entre el Parlamento Europeo y el Consejo sobre la reforma del mercado de carbono europeo el pasado 9 de noviembre marcó un primer hito. Esta revisión contribuirá a poner a la UE en buen camino para lograr una parte importante de su compromiso. Ahora es el turno de que los sectores no cubiertos por el mercado de carbono europeo contribuyan, especialmente el transporte. De hecho, si bien es cierto que Europa ha reducido sus emisiones en un 23 % desde 1990, las emisiones procedentes del transporte por carretera han aumentado en torno al 20 %. En la actualidad, estas emisiones representan el 22 % del total de emisiones, mientras que el transporte sigue creciendo en la UE.

Por esta razón, el 8 de noviembre la Comisión Europea adoptó un paquete de medidas orientadas a acelerar la introducción de vehículos limpios en la Unión. El paquete incluye un reglamento en el que se establecen nuevas normas de emisión de CO2 para coches y furgonetas, obligando a los fabricantes de automóviles a reducir las emisiones de CO2 en un 15% en 2025 y en un 30% en 2030 en comparación con niveles de 2021.

La propuesta introduce asimismo un innovador sistema de incentivos para recompensar a aquellos productores que inviertan más en vehículos limpios. El sistema no prevé cuotas obligatorias o mandatos, sino que proporciona un punto de referencia que indica la cantidad de vehículos de cero y bajas emisiones que cada fabricante idealmente debería poner en el mercado en 2025 y en 2030. Si el fabricante produce más vehículos limpios que el punto de referencia indicado, será recompensado con créditos que puede utilizar para cumplir su objetivo específico de CO2.

Por último, la propuesta también pretende recuperar la confianza de los consumidores, gracias a un sistema de control reforzado y a inspecciones más estrictas que aseguren que los fabricantes de automóviles cumplen sus objetivos en la práctica y no solo sobre el papel. La industria europea del automóvil tiene una historia digna de orgullo; pero tras el reciente escándalo de emisiones contaminantes, su reputación, tradicionalmente basada en la confianza y la fiabilidad, está en peligro. La industria automovilística europea debe recuperar la confianza de sus consumidores. Debemos invertir hoy en los vehículos limpios del mañana.

La propuesta no solo ayudará a Europa a cumplir su compromiso climático –contribuirá a ahorrar el equivalente a la emisiones totales anuales de Austria y Grecia juntas y a mejorar el aire que respiramos–, sino que también aportará beneficios a los consumidores, que ahorrarán dinero en las gasolineras: hasta 600 euros para los vehículos nuevos comprados en 2025 y hasta 1.500 euros para los comprados en 2030. Por último, contribuirá a que la industria automovilística europea siga siendo competitiva e innovadora.

Analicemos los hechos: Europa actualmente se está quedando atrás en la carrera mundial de los vehículos limpios. En 2016 los vehículos eléctricos representaban menos del 1% de las nuevas ventas en la UE (+/- 150.000 vehículos). En lugar de a Europa, las inversiones están yendo a California, donde existen fuertes incentivos, y a China, que acaba de establecer cuotas de vehículos eléctricos para 2019 y 2020, y cuyo objetivo es producir 7 millones de vehículos eléctricos al año para 2025.

Si queremos que los vehículos limpios entren en el mercado, no será suficiente con fijar objetivos. El éxito de los vehículos de cero emisiones dependerá, por un lado, de la disponibilidad de la infraestructura de recarga y, por otro lado, de la rapidez con la que las baterías estén disponibles a precios competitivos. Es por esta razón que, junto con el Paquete de Movilidad, estamos presentando un plan de acción de 800 millones de euros para apoyar proyectos de infraestructuras, incluyendo aquellos de recarga de vehículos eléctricos; y que estamos lanzando una emblemática iniciativa de baterías de 200 millones de euros, para asegurar que la próxima generación de baterías se produzca y se desarrolle en Europa. La carrera tecnológica mundial está en marcha, y Europa tiene que mantenerse a la cabeza.

Saludamos la presentación en España en julio de este año de la Agenda Sectorial de la Industria de la Automoción. Plantea una visión integral que tiene por objeto la mejora de la competitividad. Las medidas que la Comisión ha planteado como parte del Segundo Paquete de Movilidad encajan perfectamente en esta visión y contribuirán a construir la industria del futuro.

Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y Energía.

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