La autonomía, una solución para el Sáhara

En el diferendo regional relacionado con el tema del Sáhara, Marruecos mantiene el rumbo fijado por el Consejo de Seguridad con el objetivo principal de alcanzar una solución política y mutuamente aceptable, y todo ello a través de la negociación.

En este sentido, Marruecos no ha cejado en su esfuerzo, obrando de buena fe y con todos los medios disponibles, para poner fin a esta disputa geopolítica y acabar con la tragedia humanitaria que los cálculos cínicos imponen a una parte de la población saharaui.

Hoy Marruecos lo confirma de nuevo, el statu quo no es solamente inaceptable, sino que representa un serio riesgo para la región del Magreb y más allá. Ya no podemos permitirnos mantener esta región en tal incertidumbre que acabaría empeorando las vulnerabilidades existentes. Urge, por tanto, evitar que nuevos factores de violencia se apoderen de la situación causando aún más tensiones.

Marruecos ha asumido voluntariamente y plenamente sus responsabilidades presentando su iniciativa para la negociación de un Estatuto de Autonomía para el Sáhara, iniciativa que ofrece una respuesta constructiva a la llamada del Consejo de Seguridad, del secretario general de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional en su conjunto, que no han dejado de expresar el deseo de llegar a una solución política para este problema regional.

Es así como después de constatar la inaplicabilidad tanto del plan de arreglo de 1991 como del plan Baker II, el secretario general de las Naciones Unidas lanzó, en su informe del 18 de octubre de 2004, y en abril de 2008, un llamamiento para terminar con la situación de estancamiento y encaminarse hacia una salida política realista y con espíritu de compromiso.

Esta iniciativa marroquí, altamente apreciada por la comunidad internacional, representa una respuesta eficaz y objetiva a las recomendaciones expresadas por el Consejo de Seguridad sobre la cuestión del Sáhara y que han identificado claramente el espíritu de compromiso y el realismo como parámetros necesarios para la solución política deseada.

Resultado de una aproximación participativa y fruto de un amplio proceso de consultas tanto a nivel nacional como local, así como a nivel regional e internacional, la iniciativa de Marruecos para la negociación de un Estatuto de Autonomía constituye un acto de gran alcance político que traduce una voluntad sincera y un compromiso firme para avanzar hacia una solución política sin vencedores ni vencidos, y siempre en el marco de las Naciones Unidas.

Aunque no guste ni plazca a ciertos detractores, la preeminencia de la iniciativa marroquí ha sido reconocida por las siete últimas resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad. La autonomía goza del apoyo y el aprecio de un número creciente de países que no dudan en elogiar los esfuerzos “serios y creíbles” desplegados por Marruecos.

En primer lugar, es una iniciativa que se distingue por estar conforme con las normas internacionales, porque garantiza a la población de la región la posibilidad de gestionar democráticamente sus asuntos a través de los órganos legislativos, ejecutivos y judiciales correspondientes.

Por otra parte, plantea una solución de compromiso en el marco de la tercera vía con una visión de la solución política, ajustándose totalmente a la legalidad internacional sin dejar de inspirarse útilmente en los modelos contemporáneos relativos a las resoluciones de los diferendos. Un compromiso que representa a la vez una virtud preconizada por la comunidad internacional, una señal de voluntad política, en pro de un acuerdo que privilegie el diálogo, la negociación y la reconciliación.

La propuesta de autonomía es igualmente realista ya que permite acomodamientos, concesiones mutuas y una voluntad cierta de renuncia a posiciones extremas. El Reino de Marruecos ha hecho el esfuerzo de presentar una iniciativa abierta, en línea con las realidades y especificidades propias de la región del Sáhara, región, nunca está de más recordarlo, que goza, desde 1975, de un interés especial y de una dedicación importante en materia de desarrollo humano y de infraestructuras.

Es, también, la respuesta adecuada a las esperanzas y aspiraciones de la población, cuyos dos tercios viven actualmente en la región del Sáhara, tanto en términos de integración y de reconciliación como en cuanto a la buena gobernanza y el desarrollo.

Al limitarse a seguir defendiendo alternativas cuya inaplicabilidad ha sido constatada por las Naciones Unidas, la propuesta de las otras partes no toma en consideración los parámetros del Consejo de Seguridad y retrasa la resolución de este conflicto, que ya ha durado demasiado. Lo dijo el ex enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas, Peter van Walsum, ante el Consejo de Seguridad el 21 de abril de 2008: “Un Sáhara independiente no es una opción realista”.

La población de los campamentos de Tinduf ha sido excluida y descartada de cualquier consulta acerca de lo que el Polisario denomina su “propuesta”. Peor aún, esta población sigue sufriendo violaciones de derechos humanos y permanece obligada a vivir en condiciones deplorables: la confusión que impera en estos campos, en territorio argelino, sobre todo en cuanto a la cifra real de refugiados y la responsabilidad jurídica del país de acogida, no hace sino que acentuar y agravar este calvario.

Marruecos, por su parte, continúa cumpliendo plenamente sus compromisos en el marco de un proceso irreversible que tiene como meta consolidar y reforzar, aún más, los logros adquiridos, desmintiendo así y de manera definitiva y categórica, las alegaciones y pretensiones difundidas por las otras partes, que se empeñan en instrumentalizar la noble temática de los derechos humanos para desviar el proceso de negociación de su cauce.

Es de destacar que después de presentar su iniciativa para la negociación del Estatuto de Autonomía, Marruecos ha emprendido una serie de reformas en beneficio de las provincias del sur. Prueba de ello es la adopción de una nueva Constitución que consagra el componente saharo-hassani, el lanzamiento de un proceso de regionalización amplia y ambiciosa que abarca todas las regiones del país, empezando por la región del Sáhara, así como la ampliación del ámbito de los derechos y libertades con la apertura de oficinas regionales del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en las ciudades de Dajla y El Aaiún.

Conviene precisar también que el Modelo de Desarrollo Regional para la región del Sáhara, presentado recientemente a su majestad el rey Mohammed VI por el presidente del Consejo Económico, Social y Medioambiental (CESE), representa una verdadera hoja de ruta, ya que propone una plataforma que se inscribe en el marco de una regionalización avanzada, y conlleva, entre otros, los aspectos económicos, sociales, ambientales y culturales. Del mismo modo, hace hincapié en la necesidad de coherencia de las políticas públicas e insiste sobre el principio de la gobernanza en sus dimensiones de derechos humanos fundamentales, de desconcentración, de descentralización, de subsidiariedad, de transparencia y responsabilidad.

Marruecos sigue dispuesto a negociar sobre la base de las condiciones bien definidas y enésimas veces reafirmadas por el Consejo de Seguridad. Esta es precisamente la posición notificada al señor Christopher Ross, enviado personal del secretario general de las Naciones Unidas, durante su última visita a Marruecos, tanto por el Gobierno como por los partidos políticos, así como por los componentes de la sociedad civil, con el fin de avanzar hacia una solución política que garantice la paz, la seguridad y la prosperidad de todos los países del Magreb.

Youssef Amrani es ministro delegado de Relaciones Exteriores y Cooperación de Marruecos.

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