La banda del cuatro por ciento

La banda del cuatro por ciento

A los partidos de la vieja política se les está haciendo largo el invierno judicial. En Cataluña, la retransmisión de los juicios va camino de convertirse en un subgénero televisivo. Y esto, al parecer, está detrás del fulminante cambio de director de TV3. Ver a Millet y Montull, los tenores de la banda del cuatro por ciento, cantando La Traviata no debe de ser plato de gusto para una antigua Convergencia que no se ha lavado la cara pero ha cambiado de nombre.

La primera vez que se habló en público de la corrupción de CiU fue en 2005 cuando en sede parlamentaria, Pasqual Maragall le espetó a Artur Mas “ustedes tienen un problema que se llama 3%”. Si realmente Maragall sabía que eso era así, tendría que haber seguido adelante con su acusación, pero Mas le amenazó con retirar su apoyo al nuevo Estatuto de Cataluña y la bandera tiró más que defender a los catalanes del latrocinio de aquellos políticos que actúan como bandas organizadas de cobro de comisiones ilegales.

Intentar tapar con la bandera lo que hacen con la cartera es un clásico en Cataluña que inauguró Jordi Pujol cuando fue acusado por el caso Banca Catalana, pero es evidente que no van a encontrar una estelada tan grande como para tapar la corrupción. En 2014 fue el propio Pujol quien confesó que tuvo en el extranjero una fortuna sin declarar y, según se ha ido sabiendo, parece que no hay nadie de su numerosa familia que no tenga las manos manchadas por la corrupción.

De hecho, parece que la corrupción se extiende no sólo a sus hijos biológicos sino también a su hijo político, Artur Mas. A imagen y semejanza de su mentor, Mas se ha intentado cubrir con la bandera para tapar sus vergüenzas. Según él, todas las acusaciones no son más que un plan urdido por el malvado Estado español para acabar con Cataluña, como si él y los suyos representaran a todos los catalanes. Sin embargo, varios de los casos de corrupción parten de Cataluña como, por ejemplo, los denunciados por la exconcejal de ERC en Torredembarra, la tristemente desaparecida Montserrat Gassull, quien aseguraba que tanto Mas como Junqueras estaban al corriente de todo y no hicieron nada.

La corrupción política forma parte del modus operandi de los partidos de la vieja guardia y son muchos los casos que salpican a PP, PSOE y CiU lo que ha supuesto, por un lado, la desafección con la política de parte importante de la ciudadanía y, por otra, el nacimiento de nuevos partidos como Ciudadanos dispuestos a luchar contra la corrupción y limpiar las instituciones. Como no tenemos mochilas, podemos exigir por igual comisiones de investigación sobre los casos de corrupción del PP, PSOE o Convergencia. Estas comisiones son importantes para que los españoles pongamos cara a aquellos que nos han estado robando. Además, mentir en una comisión parlamentaria es delito que puede llegar a suponer la cárcel.

Asimismo, los viejos partidos se ayudan entre ellos y es frecuente el indulto a políticos tanto del PP, como del PSOE o como de CiU. Estos privilegios indignan, y con razón, a la mayoría de ciudadanos, que acaban teniendo la percepción de que la justicia no es igual para todos. Por eso proponemos que se acabe de una vez por todas con los indultos a políticos.

Ahora bien, una vez que todos tenemos asumido que la corrupción representa un problema ético y una lacra para la calidad de nuestra democracia, es el momento de señalar que se trata, fundamentalmente, de un atraco. El origen del dinero público no es otro que el bolsillo de la gente. Pero, además, cuando la corrupción se fortalece, las oportunidades de futuro de todos se debilitan.

Cada vez que el señor Daniel Osácar, el Bárcenas de Convergencia, se llevaba una mordida, estaba dejando a miles de catalanes sin ayudas para la dependencia. Cada vez que Millet hacía una factura falsa y defraudaba, nos privaba a todos los catalanes de recibir una buena sanidad. Cada vez que políticos como el señor Mas miran para otro lado y cada día que políticos como el señor Puigdemont dejan pasar sin tomar medidas contundentes, están siendo cómplices del daño que la corrupción provoca en la vida cotidiana de los catalanes.

Por último, hay que recordar que los Millet, Montull, Prenafeta y Alavedra, cuyos juicios se están viendo estos días, no forman parte de un pasado remoto y superado. Las investigaciones que llevan a cabo el Juzgado de Vendrell respecto al pago del 4% sobre obra pública apuntan a la presunta participación en la trama del consellerGordó y del propio Artur Mas. Dudo que los catalanes perdonen que Artur Mas, el mismo que tapó el 4% con la bandera en 2005, el heredero de Jordi Pujol, trate ahora de evitar su responsabilidad directa en la financiación ilegal de su partido buscando dividir a los catalanes entre sí, y separarnos de España y Europa.

Ha llegado la hora de decir la verdad: quienes decían que tenían prisa por salir de España y de la Unión Europea querían decir que tenían prisa por salir de la Justicia de España y de la Unión Europea. Ha llegado la hora de defender la memoria: Artur Mas ocupaba la secretaría general de CDC en la época de los hechos que se juzgan.

Llevamos demasiado tiempo sufriendo los efectos de la corrupción. Ha llegado el momento de que nos pongamos a trabajar para acabar con esta lacra que provoca daños en la vida cotidiana de los ciudadanos y bloquea las posibilidades de avanzar como sociedad.

Carlos Carrizosa es diputado y portavoz de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña.

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