La brutalmente honesta votación de los Óscar es la mejor parte de la temporada

Si usted pasa la mayor parte de su tiempo en las redes sociales hablando de películas, la temporada de premios puede ser tan desconcertante como fascinante, un pequeño vistazo perfecto a la locura colectiva. Los temas son generalmente los mismos: quién ganará qué premio y por qué; qué grupo subrepresentado está siendo rechazado por qué ceremonia y por qué razones; quién tiene el respaldo de los gremios y los estudios y las agencias; y, eventualmente, tal vez —con suerte, pero no necesariamente— alguien hablará sobre la calidad real de las películas en cuestión.

Sin embargo, una fuente de desprecio aparentemente compartida es la revelación anual de los votos brutalmente honestos. Durante años Scott Feinberg, de la revista “Hollywood Reporter”, ha estado lanzando entrevistas en las que los votantes anónimos de los Óscar explican el razonamiento detrás de sus votos. Por mucho tiempo, el público ha aullado su indignación mientras aprendemos cuán poco saben realmente las personas que votan por estos premios sobre las películas en cuestión y cuán malo es realmente su gusto. ¡Si solo nosotros, las masas críticas, pudiéramos tomar las decisiones! Lo haríamos mucho mejor.

Debo confesar: me encantan los votos brutalmente honestos. Los amo mucho. Son el antídoto perfecto para todos los que piensan que estos premios en realidad tienen alguna validez .

Considere este ejemplo: una miembro anónima le reveló sus preferencias a Feinberg, y esas preferencias son ocasionalmente divertidísimas. Un ejemplo: “'Little Women’ estuvo mal actuada y confusa, y no tengo idea de por qué eligieron a cuatro actrices británicas para interpretar a chicas estadounidenses”. “Mal actuada” y “confusa” son subjetivos, por supuesto, y creo que hay algo que decir en contra de la estructura enrevesada del guión de Greta Gerwig, que parece diseñada para atraer a los fanáticos de toda la vida del libro pero deja a los recién llegados sin mucha idea, pero es lo que dice sobre británicas interpretando a estadounidenses es lo que resalta.

Uno supone que esta votante anónima es estadounidense y que le molesta ver que estos trabajos, que las estadounidenses realizarían con entusiasmo, son entregados a extranjeras, un sesgo que también explicaría por qué preferiría que “un director estadounidense” gane el premio a Mejor Película (específicamente, Quentin Tarantino). Este modesto trozo de xenofobia, en teoría, socava el resto de sus elecciones: ¿Cómo podemos tomar su voto en serio si esta es la métrica por la cual mide el arte?

Pregunta justa. Pero tales quejas, francamente, no son más tontas que las que vemos de los críticos que escriben sobre la temporada de premios. Hablando de xenofobia moderada, lo desafío a que dé su opinión sobre esta pieza que habla del problema de que “Parasite” esté nominada a Mejor Película y Mejor Película Internacional (anteriormente la categoría de “idioma extranjero”). La crítica dice que la doble distinción a la fábula del director Bong Joon-ho sobre la desigualdad en Corea del Sur le da una gran ventaja: ¡Podría ganar dos veces! —o en realidad la pone en una desventaja demasiado grande: ¡Ganará cero premios porque la gente asume que será compatible con la otra categoría!— en la noche de los Óscar.

La angustia de que se esté eligiendo gente de la nacionalidad equivocada para desempeñar un papel es tonta, claro, pero no es realmente mucho más tonta que las quejas porque actores de la “raza equivocada” estén nominados para los premios. Me imaginé que podríamos superar todas estas tonterías después de las victorias en la categoría de Mejor Película por “Moonlight” y “12 Years a Slave” y las nominaciones para “Black Panther”, “BlacKkKlansman”, “Get Out” y otras. Y aunque me hubiera encantado ver a “Us” obtener algunas nominaciones —Lupita Nyong’o fue total y genuinamente rechazada—, no puedo decir que sea impactante que una película de terror lanzada en marzo no acumuló nominaciones, especialmente porque “Parasite” parece haber conseguido el voto de “lucha de clases”. Awkwafina también podría haber merecido una nominación por “The Farewell”.

Una revelación constante en estos votos es cuántos votantes no se dignan a ver las películas. Incluso aunque después de que se anuncian las nominaciones, la cantidad de películas por ver se reduce. Nunca olvidaré el voto en 2016 de un ejecutivo anónimo, quien admitió que nunca vio “Mad Max: Fury Road”. La película del Óscar más fácil de ver y disfrutar. La película que hizo todas esas listas de lo mejor de la década. Esa. Esa pelicula. No pudo encontrar el tiempo. Votó por los Óscar de todos modos.

Todo esto es para decir que usar a los Óscar como una especie de medida del progreso social es una pérdida de tiempo : ponerse nervioso por desaires; alzar el puño cada vez que uno de tus favoritos gana, es una enorme pérdida de tiempo. Una iniciativa profundamente tonta. Deberíamos tratarlo como lo que es: nada más que una feria comercial de la industria, aunque sea con gente famosa. Unos premios Clio exclusivos, por así decirlo. Y nadie libraría una lucha a muerte por los Clio, ¿verdad?

Sin embargo, habiendo dicho eso, si Tarantino finalmente no gana el premio a Mejor Director o Mejor Película por “Once Upon a Time... in Hollywoo d”, organizamos una revuelta. ¿Quién está conmigo?

Sonny Bunch is the editor-in-chief of Cinestate.com. Previously, he served as the executive editor of, and film critic for, the Washington Free Beacon, the film critic for the Washington Times and the assistant editor of books and arts for the Weekly Standard.

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