Tras muchos años de incesantes esfuerzos, hemos alcanzado un acuerdo histórico contra el cambio climático en París. El acuerdo es una victoria mayúscula para la comunidad internacional. Constituye el mayor pacto multilateral del siglo XXI, y el primer acuerdo universal sobre cambio climático. Pero París es mucho más que un acuerdo. Es también un retrato del éxito de la diplomacia y de la influencia de Europa y sus aliados en el mundo. Hoy quiero contarles una historia de cómo Europa y sus aliados lograron alcanzar un acuerdo ambicioso en París que compromete por vez primera a los grandes países emisores en la lucha contra el cambio climático. Un relato sobre cómo Europa y sus aliados han hecho historia.
Algunos habrán oído hablar sobre la emergencia de la Coalición de Gran Ambición en París. Esta coalición no fue un accidente, ni tampoco una alianza efímera. La Coalición de Gran Ambición es el plan maestro que Europa y sus aliados llevan diseñando durante el último año. Está compuesta por un grupo de países desarrollados y en desarrollo que, al unísono, transformó la dinámica de las negociaciones para alcanzar un acuerdo ambicioso en París. Pero para comprender el alcance de nuestro éxito en París, es necesario entender por qué fracasamos anteriormente en la conferencia de Copenhague en 2009.
En Copenhague la dinámica reinante era de enfrentamiento. Dos bloques dividían al mundo entre países desarrollados y países en desarrollo; ellos contra nosotros. Desde entonces, muchos países han comprendido que el cambio climático no entiende de fronteras o divisiones, que el calentamiento global nos afecta a todos por igual. El mundo ha cambiado sustancialmente desde que ratificáramos el Protocolo de Kioto en 1997. En la actualidad, los países desarrollados causan el 35% del total de emisiones, y esta cifra sigue disminuyendo. En cambio, los países en desarrollo generan el 65% de las emisiones. Sencillamente, n o es posible frenar el cambio climático sin la participación de países en desarrollo como China, India, Brasil, Suráfrica, o Indonesia.
En Copenhague, Europa fue criticada por no estar en la mesa donde se fraguaban los pactos. Un sentimiento de frustración, incluso de humillación política, se apoderó de muchos delegados europeos. Ante tal situación, a la Unión Europea sólo tenía una opción: levantarse y actuar unida para continuar luchando. Pero luchando de forma creativa y estratégica. En la conferencia de Durban de 2011, la UE y un número de países en desarrollo ejercieron presión conjuntamente para establecer una hoja de ruta hacia París. Sobre esa base, Europa y un pequeño grupo de países, desarrollados y en desarrollo, ricos y pobres, grandes y pequeños, se han reunido de forma discreta durante el último año con un claro objetivo: apremiar a los mayores emisores a alcanzar el mayor nivel de ambición contra el cambio climático.
En nuestra primera reunión éramos sólo unos pocos. Pero teníamos mucho en común. Queríamos un objetivo a largo plazo, revisar los compromisos adquiridos cada cinco años, adoptar reglas de transparencia y de rendición de cuentas comunes y robustas, y alcanzar un acuerdo justo en financiación climática y apoyo. Desde entonces, nos reuníamos en los márgenes de las mayores conferencias sobre cambio climático, repitiendo nuestro mensaje y apoyándonos mutuamente. Generamos un sentimiento de pertenencia y cohesión sin ser un grupo formal. Pero seguíamos siendo pocos. Necesitábamos convencer a otros a unirse a nuestra causa.
Con este propósito, nos pusimos en marcha para reclutar a otros países. Yo mismo viajé a Papúa Nueva Guinea en el Pacífico, a Marruecos en África, y a Ecuador y Brasil en América Latina. A medida que el grupo crecía, prosperaban las ideas y las discusiones sustanciales. Ya en las negociaciones formales, el rumor de que un grupo compuesto por países desarrollados y en desarrollo exigían ambición se expandía. Nos bautizaron como la Coalición de la Ambición.
Ya en París, el martes 8 de diciembre, la UE dio un golpe sobre la mesa. Anunciamos una alianza con 79 países de África, el Caribe y el Pacifico para exigir un acuerdo ambicioso. El miércoles, Estados Unidos llamó a nuestra puerta para unirse formalmente a nuestra coalición. Había nacido la Coalición de Gran Ambición. A partir de entonces, muchos otros países se unieron a nuestra causa. Y entonces se sumó Brasil, que cambió la dinámica de las negociaciones de forma definitiva. Nuestro movimiento era ya imparable. Ante la gran expectación generada, el viernes entramos todos juntos en el plenario. Fue la confirmación de que alcanzaríamos un acuerdo histórico.
El acuerdo de París es la culminación de muchos años de duro trabajo para alcanzar un acuerdo multilateral y universal sobre cambio climático. Hablando con una sola voz, Europa ha defendido siempre un acuerdo ambicioso, aportando la experiencia de una política climática efectiva y una tradición de negociación basada en la cooperación. Europa se ha implicado desde el principio en la Coalición de Gran Ambición, cuyos esfuerzos e ideales han contribuido enormemente a tan exitoso desenlace. Disfrutemos ahora de este histórico momento
Miguel Arias Cañete es Comisario Europeo de Energía y Cambio Climático.