La complejidad vasca

Los procesos electorales siempre constituyen una estupenda excusa para los análisis comparativos. Tras 30 años de elecciones de todo tipo, hoy en día resulta posible realizar cualquier suerte de comparación de manera que, bien lo saben los ciudadanos, la mayor parte de los partidos y candidaturas pueden encontrar la referencia adecuada para defender la bondad de casi cualquier resultado. Esta versatilidad extrema de los votos ciudadanos que sirven a veces para explicar lo que parecía que iba a ser difícil de entender es aún mayor en el caso de las elecciones municipales y forales, puesto que las variables locales permiten agarrarse no sólo a los resultados en conjunto, sino también a la suma de los movimientos producidos en los ámbitos municipales.

Esta capacidad de proyectar y comparar resultados con otros producidos en el pasado suele ser propia de los representantes políticos, que deben explicar sus logros ante su electorado o su militancia. Por el contrario, medios de comunicación y analistas muestran cierta tendencia a proyectar resultados en el futuro y realizar eso que llamamos 'extrapolaciones' en virtud de las cuales, con los resultados de un determinado tipo de elecciones, pretendemos averiguar el posible cuadro futuro del siguiente proceso electoral. Así, está extendido el debate sobre si las elecciones municipales celebradas pueden considerarse una suerte de primarias de las generales del año siguiente y, en el ámbito de la comunidad autónoma, podríamos activar el mismo debate sobre las próximas elecciones autonómicas.

No es fácil hacer una valoración global de los resultados del pasado domingo, por cuanto son muchos los factores en juego, muy diferentes los contextos en los que se producen y, más sorprendentemente, también son bastante variadas las tendencias que se perciben según dichos contextos. Quienes obtienen resultados interesantes en unos ámbitos parecen tenerlos menos en otros, y esto afectaría en estas elecciones a todos los principales agentes políticos. Es como si el resultado electoral hubiera querido que todos, a nivel estatal, autonómico, foral o municipal, tuvieran motivos para estar contentos y preocupados al mismo tiempo.

Por ello, quizás en este caso la extrapolación puede ser especialmente interesante. En las elecciones locales especialmente, corremos el riesgo de que los muchos árboles municipales (o autonómicos) no nos permitan ver adecuadamente el bosque autonómico (o estatal, en función de la escala que en cada momento queramos usar). Es necesario realizar una precisión inicial, ciertamente obvia, que es la de considerar que en este tipo de elecciones determinados elementos de interés local pueden primar sobre el comportamiento electoral de muchos votantes y, por ello, usar los resultados municipales como base para extrapolaciones de generales o autonómicas entraña un gran riesgo.

Sin embargo, las elecciones forales (a juntas generales) sí que nos ofrecen posiblemente un cuadro político más generalizable. En este sentido, podemos proyectar los resultados a unas hipotéticas elecciones autonómicas y comprobar cuál habría podido ser el resultado de las mismas con dichos datos. Antes de realizar esta operación, sin embargo, procede hacer otra salvedad no poco importante. En el caso de nuestra comunidad autónoma, las comparaciones y proyecciones se complican aún más, al considerar que el sector político que se autodenomina 'izquierda abertzale' ha podido sumar votos válidos en unas circunscripciones y no en otras, lo que obviamente distorsiona el resultado final. Por ello, de cara a contabilizar la hipotética presencia de ANV en un Parlamento vasco a cuyas elecciones pudiera presentarse, debemos considerar aquí no sólo los votos válidos adjudicados, sino también los votos nulos que presumiblemente habría recibido dicha formación, una vez descontado un porcentaje marginal del voto nulo producido.

Así pues, con los datos de las elecciones forales en la mano, ¿cuál podría ser el dibujo de un nuevo Parlamento vasco? ¿Existen realmente los vientos de cambios que algunos parecen percibir en el resultado electoral del domingo? La respuesta global a esta pregunta parece más bien negativa. Más allá de las percepciones concretas, los resultados globales de la comunidad autónoma no parecen ser muy distintos a los que ya se produjeron en 2005. Este país muestra un comportamiento electoral muy consolidado que impide grandes cambios en la composición de las instituciones. Las victorias y derrotas dependen entre nosotros de pequeños incrementos o descensos y de la capacidad de las diferentes fuerzas de movilizar a su propio electorado con más o menos éxito ante unas elecciones concretas.

En efecto, con los datos de las elecciones forales (y suponiendo que ANV se presentara a las mismas con normalidad en las tres provincias), el nuevo Parlamento vasco tendría la siguiente composición en escaños: PNV 23; PSE-PSOE 19; PP 14; ANV 10; EB-Aralar 5; y EA 4. Así pues, los cambios serían mínimos en el reparto actual de parlamentarios. Ganarían un escaño el PSE-PSOE, EB-Aralar y ANV (en comparación con EHAK); y perderían un escaño el PP y dos la suma de PNV y EA (aunque en caso de ir en coalición ambos partidos sólo perderían uno, siendo el PP entonces el que perdería dos). En definitiva, un mapa parlamentario muy similar al actual, por lo que no parece que en la comunidad autónoma podamos estar anunciando importantes cambios de representación entre los grandes bloques de partidos afines.

Más difícil es extrapolar datos del domingo a unas elecciones generales. Por de pronto, el PSOE y el PP juntos obtienen normalmente en este tipo de elecciones hasta diez puntos porcentuales menos de apoyo que en las generales. Ese buen sector de votos incrementa la presencia de partidos de ámbito autonómico y ello, si hacemos los cálculos pertinentes, alteraría el reparto de escaños al Congreso de manera significativa, pero poco creíble. Lo que resulta relevante es que el empate entre PP y PSOE prácticamente impediría una mayoría absoluta de uno u otro, algo que el sistema en principio favorece. Y no habiendo mayorías absolutas, es decir, distancias claras entre los dos grandes partidos, a fecha de hoy resulta claro que el PSOE tendría muchas más opciones de gobernar que el PP, dado el número de posibles aliados de unos y otros.

Respecto a la Comunidad Autónoma Vasca, los datos sí arrojarían alguna alteración significativa para unas generales. Así, el PNV revalidaría sus 7 escaños al Congreso, el PSOE perdería (por muy poco) uno en Álava en beneficio del PP, que sin embargo perdería uno en Guipúzcoa y otro en Vizcaya. ANV, por su parte, habría conseguido 2 escaños, uno por Guipúzcoa y otro por Vizcaya, y finalmente la coalición EB-Aralar conseguiría un diputado por Guipúzcoa. En caso de no concurrencia de ANV a esas elecciones, sus dos escaños se irían con estos resultados a manos del PP, que así conseguiría subir en uno su representación vasca en Madrid. Finalmente otro dato que puede dar una idea de cómo la visión de unos resultados locales distorsiona el diseño global es que en Navarra, con los datos del domingo, y a pesar de tener el gobierno en serio peligro, UPN recuperaría su tercer escaño en Madrid, que a su vez perdería el PSOE, mientras Nafarroa Bai mantendría el que actualmente ocupa Uxue Barkos.

En definitiva, que si bien el comportamiento en elecciones forales no tiene por qué ser el mismo que en unas autonómicas, la extrapolación de aquellos resultados al Parlamento vasco arroja, una vez más, la constancia en el comportamiento electoral de los vascos. Algo que, la mayor parte de las veces, puede comprobarse pueblo a pueblo. Siempre se apuntan tendencias y existen obvios vasos comunicantes entre determinados electorados, pero la esperanza de amanecer un día con un mapa político simple, en el que los gobiernos pudieran conformarse sin cábalas excesivas, parece algo irremediablemente alejado de la política vasca. Si algo se evidencia es que el voto tiene mucho de identificación personal y grupal, y relativamente poco de raciocinio; y también que ésta es una sociedad muy fragmentada y, en descargo de nuestra clase política, no precisamente fácil de gobernar.

Eduardo J. Ruiz Vieytez, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Deusto.