La conferencia que quería ETA

Después del proceso de negociación que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero abordó con la banda terrorista ETA, y de la alfombra roja desplegada por las más altas instituciones del Estado a Bildu-Batasuna en las últimas elecciones municipales y forales, se materializa ahora una tercera fase en el proceso de cesiones que el entramado institucional socialista -central y autonómico- ha consentido. La Conferencia que ETA diseñó.

Esta última fase es la que más le interesa al mundo abertzale y a su estrategia de desviar la atención hacia escenarios que no van a ser los de la disolución, entrega total de las armas y petición de perdón a las víctimas. Se les convierte irresponsablemente en actores internacionales, se suavizan sus actitudes pasadas incardinándolas en un conflicto que la Conferencia ha querido analizar y hace que la inmensa mayoría de quienes contemplan esta cesión lo hagan o bien con el freno de mano echado -es decir, sin las críticas y el riguroso análisis que todo este juego macabro se merece-, o bien con un inaceptable voluntarismo que echa por tierra el espíritu construido sobre la derrota de ETA y la única condición en la que pueden ser vistos y entendidos para siempre, la de vencidos.

A los demócratas la Conferencia que se ha llevado a cabo en San Sebastián sólo nos ofrece más inseguridades, pues la gran beneficiada de la propaganda de esta escenificación va a ser la izquierda abertzale que rodea a ETA. Y la consecuencia añadida, sin duda, será la previsible institucionalización de un nuevo olvido oficial.

Esta Conferencia ha estado construida y se ha desarrollado sobre 10 claves que no han supuesto más que perseverar en los intereses unilaterales que definían el chantaje de la banda a nuestra sociedad democrática.

La primera de las claves es que se organiza sobre la concepción que la propia ETA estableció como hoja de ruta en su obsesiva actitud de negociar e internacionalizar. La segunda de las claves principales es que el PSOE y sus gobiernos implicados, el central y el vasco, han seguido a pies juntillas esa hoja de ruta, no han desvirtuado en ningún momento la trayectoria de la misma y hoy quieren a través de la infame representación del PSE ser actores, estrictamente de necesidad electoral, en tan oscuro momento.

La tercera clave está en que el PNV vive un momento crítico y no ha podido diferenciar sus obsesiones abertzales de la exigencia democrática que se requiere ante ETA. Los nacionalistas vascos están como sonados y si el interés de fortalecer al entorno de ETA para los socialistas es electoral, para los nacionalistas la situación en su dimensión abertzale se ha convertido en un agujero negro que les absorbe inexorablemente. En este sentido la cuarta de las claves es que fue el Plan Ibarretxe, por su radicalidad y su «confluencia de procesos políticos y de paz», uno de los instrumentos que mejor ha servido a la estrategia de ETA para tener bien neutralizada la actitud de los jeltzales.

La quinta clave es que se está construyendo, contrariamente a lo reclamado por el lehendakari pero con su aparente anuencia, un relato falso del fin de ETA. El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, o el propio Patxi López están hablando del terrorismo como acabado cuando aún ETA no sólo no ha entregado las armas sino que se sabe perfectamente que tiene sus estructuras preparadas para sus fines macabros. Y todo el mundo sabe que la sola existencia de ETA es terrorismo. ¿O no creemos en la memoria histórica?

La sexta clave se configura con el elemento personal. Siempre ha tenido que existir un extranjero para meter la nariz, habitualmente desde la más clamorosa ignorancia y a instancia siempre del nacionalismo radical. Desde el cura Reid hasta el difunto Cosiga llegando al omnipresente Currin y a su sonriente Grupo Internacional de Contacto hemos ido comprobando que ahora con Lokarri, siempre al servicio del más descarado nacionalismo, enriquecido y facilitador, la estrategia del fin de ETA será la claudicación del Estado de Derecho en forma de pomposa Conferencia.

La siguiente clave es la escénica. Actores pagados para un voluntarismo en el que o participan desde la ignorancia del hombre bueno o a instancia de parte -el caso de Gerry Adams es notorio y clarificador-, o desde la incompetencia, porque a ver qué puede aportar al País Vasco Kofi Annan, 10 años secretario general de Naciones Unidas e incapaz de arreglar en esa década, ni avanzar siquiera, en la resolución del contencioso del Sáhara Occidental, sumida aún en el agravio y en la injusticia. No es auténtico ese protagonismo, son floreros de plástico.

La manipulación progresiva del lenguaje constituye la octava clave. ¿Cómo es posible que el aquelarre donostiarra se titule Conferencia Internacional para promover la resolución del conflicto en el País Vasco? ¿Qué conflicto? El único que ha existido es el de orden público, el de la desatada delincuencia en el país por la acción terrorista. No existe conflicto político, ni contencioso, ni deudas históricas, ni necesidad de reconciliación. Aquí la Conferencia se mide en las claves de Irlanda o de Sudáfrica y todos sabemos que no es lo mismo.

La novena clave hay que encontrarla en la profusión de actores secundarios que, con un peso específico rayano al del neutrino, han formado un grupo coral que ha llegado a parte de la opinión pública. EA, Izquierda Unida Vasca, Alternatiba o Aralar han realizado una gran labor en un marasmo de manifestaciones, ruedas de prensa, fotos callejeras y abrazos fraternales a favor de la mesa de guardia de ETA, que Etxeberria o Erkizia o la misma Goirizelaia han instrumentalizado. Lokarri, organizador de la Conferencia, es una fusión del coro probatasuna.

Y como conclusión la clave final. Una Conferencia que no ha exigido nada a ETA. Sólo un comunicado como los de siempre para a renglón seguido poner la pelota de nuevo en el Estado español o en el francés a través de la petición de nuevos procesos de negociación política. Ha sido un esfuerzo fallido. ETA se merece un juicio histórico por sus crímenes y no una oportunidad como la que le ofrece esta Conferencia.

Algo está claro: es muy duro ser perseverante en la exigencia permanente, es muy duro reclamar todos los días justicia y que se pida perdón a las víctimas. Es más fácil hablar de escenarios, de ser generosos y dar pasos. ¿Ser generosos con quién y para qué? Con los asesinos y para su tranquilidad ¿Dar pasos hacia dónde? Hacia la impunidad.

Esta Conferencia ha consagrado un retroceso, ha funcionado sobre las tesis clásicas de ETA y en ese sentido las condiciones son inaceptables para la democracia. Y lo que está claro es que se puede derrotar a ETA pero no por este camino que es el que la banda ha diseñado.

Por Carmelo Barrio Baroja , parlamentario vasco del Partido Popular.

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