La confusión de la tercera hora

La inmersión es un término propio de la Pedagogía, concretamente de la didáctica de las lenguas, que pretende el aprendizaje eficaz y rápido de una lengua que no se domina. Aquí ha ido acompañada de otro objetivo: el mantenimiento del catalán como lengua de referencia nacional, de cohesión social y de garantía de dominio de las dos lenguas oficiales por parte de muchos alumnos a los que sus entornos no les facilitan este aprendizaje.

Esta metodología ha hecho posible una escuela catalana que, como definen Joaquim Arenas y Margarida Musset en una reciente publicación, es aglutinadora de toda diversidad, facilitadora de cohesión, da sentido de pertenencia y recoge la tradición catalana de incorporar a un proyecto común a personas de origen muy diverso. He ahí su actualidad. Ahora más que nunca tenemos que protegerla, haciendo realidad el principio de no separar nunca a los alumnos por razón de lengua, como recomendaba Alexandre Galí.

Las metodologías pueden ser formuladas, aplicadas y evaluadas desde la perspectiva didáctica, pero no deben ser modificadas ni afectadas a través de una norma formulada por una Administración ajena, como es el Ministerio de Educación, que no conoce ni controla su aplicación. Si en 23 años se evitó este tipo de injerencia, es inexplicable que ocurra esto ahora.
La pretensión política del Gobierno de intervenir a través del real decreto de 8 de diciembre del 2006 para regular de forma detallada y uniforme el número de horas de las materias lingüísticas, independientemente del entorno sociolingüístico y de las metodologías utilizadas, ha suscitado un fuerte debate. Por primera vez, a través de una clara invasión competencial, se introduce un correctivo al proyecto lingüístico de nuestras escuelas, obligando a compensar la supuesta pérdida de horas de castellano, fruto de la inmersión, y forzando la programación de materias no lingüísticas en castellano, rompiendo así el modelo vigente de escuela catalana.

Es en este sentido que el decreto penaliza, después de más de 20 años, no solo la inmersión, sino también la enseñanza en catalán de los contenidos compartidos por las materias de catalán y castellano, es decir, de aquellos aspectos comunes a las dos lenguas: el valor de los nombres, de los verbos, de los artículos, de los adverbios dentro de las frases, la función sintáctica... Si lo que es común se enseña en castellano, no es preciso incrementar el número de horas del catalán, pero al revés, sí. Si se enseña en catalán, es necesario aumentar las horas de castellano o impartir materias no lingüísticas en castellano.

Una decisión estrictamente política que no fue frenada a tiempo por el Govern y a la que no se ha querido plantar cara a través de una ley específica derivada del despliegue del nuevo Estatut.

Difícil es explicar que ahora que tenemos más competencias que nunca en ordenación curricular se obligue a modificar a las escuelas los horarios de las materias lingüísticas a instancias del Gobierno.

CiU, desde el Parlament, instó al Govern a recurrir ante el Tribunal Constitucional el real decreto, lo que no invalida su vigencia, a pesar de las supuestas líneas rojas que tenían que imposibilitar la implantación de esta norma.

Desde el Govern de Catalunya, a través de unas instrucciones de la Secretaria General de Polítiques Educatives, del Departament d'Educació, se ha ordenado a los centros educativos el mandato de compensar las supuestas pérdidas horarias del castellano. El Tribunal Superior de Justícia de Catalunya ha reconocido, últimamente, la concordancia del contenido de las instrucciones del Govern con las exigencias del real decreto, y manda el estricto cumplimiento de las mismas a todos los centros desde el inicio del curso escolar 2008-2009.

Cuando esto sucede, ERC promete de nuevo, retóricamente, que mientras ellos formen parte del Govern no se va a aplicar la norma que se ha dictado desde su Govern. Mientras, el PSOE, por oportunismo político y para contraponerse a los postulados congresuales del PP, loa la inmersión lingüística y obvia los efectos del real decreto que su Gobierno obliga a aplicar en Catalunya para minar los efectos de la inmersión lingüística.

Mientras, maestros, directores e inspectores viven una pesadilla horaria al autorizar los proyectos lingüísticos de centros para incluir, o no, la llamada "tercera hora" o bien acumularla en los cursos posteriores, lo que supondría la enseñanza de varias materias no lingüísticas en castellano, poniendo fin al modelo de escuela catalana en lengua y contenidos.
Algo parecido están viviendo los profesores de catalán de bachillerato al ver reducida la asignación horaria para el próximo curso, sin que se resuelva una cuestión tan capital como es la exigencia de un buen dominio lingüístico en las materias no lingüísticas.

Por ello, desde CiU reclamamos una actitud valiente y clara del Govern de Catalunya y le venimos solicitando, desde hace más de un año, su apoyo para aprobar una ley específica que regule los usos lingüísticos en la enseñanza y el pleno dominio en la enseñanza primaria y secundaria para que los proyectos lingüísticos, a partir del curso 2008-2009, se hagan de acuerdo con las previsiones del nuevo Estatut.

Irene Rigau, maestra y diputada de CiU.