La construcción de un mejor marco para la salud mundial

Causa asombro pensar que cuando se celebró el último Foro de París sobre La Paz, en noviembre del año 2020, aún no se había aprobado ninguna vacuna COVID-19. Un año después, se han administrado más de siete mil millones de dosis, lo que ha evitado innumerables muertes y ha ayudado a cambiar el rumbo de la pandemia en muchos países. Sin embargo, este triunfo científico está ve ensombrecido por la imposibilidad de garantizar que todas las personas se beneficien del mismo.

En el momento de escribir estas líneas, más de un tercio de la población mundial está totalmente vacunada. No obstante, en África, ese porcentaje alcanza tan sólo al 6,7%. Esta situación es inaceptable, y debemos hacer que cambie urgentemente. Cualquier amenaza a la solidaridad mundial es una amenaza a la seguridad y la estabilidad a nivel mundial.

Todos los gobiernos tienen la responsabilidad de proteger a su propia población. Sin embargo, el hecho de que algunos gobiernos no hayan compartido recursos de importancia crucial (entre ellos: información, muestras biológicas y herramientas, estas últimas a su vez incluyen vacunas, pruebas y otros suministros) ha privado a sus homólogos en muchos países de ingresos bajos y medios bajos de la capacidad para cumplir con ese mandato.

La pandemia de COVID-19 no será la última. Es por ello que, a medida que nos recuperamos y reconstruimos de esta crisis, también debemos tomar medidas para garantizar que podamos enfrentar futuros brotes de enfermedades dentro de un ámbito de cooperación y colaboración eficaces, en lugar del ámbito de caos y confusión que ha exacerbado la crisis actual.

La respuesta mundial a la pandemia de COVID-19 ha sido objeto de muchos análisis. Y ha habido muchas recomendaciones de medidas que nos permitirían detectar el próximo brote de enfermedad de manera temprana, y de esa manera se pueda ya sea evitar que se convierta en una epidemia (y mucho menos en una pandemia), o ya sea se pueda garantizar una respuesta rápida y eficaz. En todos estas revisiones e informes se destacan cuatro temas.

En primer lugar, la gobernanza mundial debe ser más inclusiva, equitativa y responsable. La actual arquitectura mundial de salud y seguridad es compleja y fragmentada, y los mecanismos voluntarios no han producido el nivel necesario de acción colectiva.

Es por esto que abogo a favor de la creación de un nuevo instrumento internacional, como por ejemplo un tratado, que guíe la preparación y respuesta ante las pandemias. Al proporcionar un marco general para la cooperación mundial, que incluya reglas de juego claras, ese instrumento podría impulsar la solidaridad entre países de manera significativa. Los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud debatirán esta iniciativa este mes, en una Sesión Especial de la Asamblea Mundial de la Salud.

En segundo lugar, necesitamos más y mejor financiación para la preparación y la respuesta ante las pandemias. Esto incluye un aumento sustancial de la inversión nacional, así como una mayor financiación internacional para apoyar a los países de ingresos bajos y medios bajos. Es fundamental que cualquier mecanismo de financiación se cree a través de las instituciones financieras existentes; la creación de otros nuevos mecanismos fragmentaría aún más la arquitectura mundial de salud. Además, dichos mecanismos no se deberían financiar únicamente con asistencia voluntaria para el desarrollo, debido a que ello intensificaría la competencia por los ya escasos recursos. Por el contrario, proponemos crear un Fondo Mundial para las Amenazas a la Salud con el propósito de mancomunar recursos adicionales, mismo que podría establecerse en el Banco Mundial en la forma de un Fondo de Intermediarios Financieros, y podría ser financiado por los países y las organizaciones regionales sobre la base de la distribución de la carga.

En tercer lugar, debemos diseñar e implementar mejores sistemas e instrumentos para la vigilancia multisectorial de la salud. La OMS ya ha comenzado a construir tales herramientas. El 1 de septiembre, inauguramos el nuevo Centro de Información de la OMS sobre Pandemias y Epidemias en Berlín, que proporcionará al mundo mejores datos y analíticas para apoyar en la detección de, y la respuesta a, emergencias de salud pública. Posteriormente, tuve el honor de unirme al presidente francés Emmanuel Macron, en Lyon, para celebrar la ceremonia de inauguración de la Academia de la OMS, que utilizará tecnologías innovadoras para ampliar el acceso a la formación continua de alta calidad para los trabajadores de la salud del mundo.

Se están desarrollando otras iniciativas, como un BioHub mundial de la OMS, este es un centro para almacenar e intercambiar patógenos con sede en Suiza, y el Examen Universal de la Salud y la Preparación; siguiendo el modelo del Examen Periódico Universal (EPU) utilizado por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Examen Universal de la Salud y la Preparación utilizará el examen entre pares para aumentar la rendición de cuentas y la transparencia entre los Estados miembros de la OMS, a medida que ellos identifiquen las deficiencias y construyan la capacidad para la preparación y respuesta ante una pandemia.

Por último, necesitamos una OMS fortalecida, empoderada y financiada de manera sostenible que se ubique en el centro del marco para la salud mundial. Con 194 estados miembros y 152 oficinas en los países, la OMS se destaca por su mandato, alcance y legitimidad a nivel mundial. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha debilitado progresivamente por un desequilibrio debilitante entre las contribuciones señaladas (obligatorias) y las contribuciones voluntarias y asignadas. Esto distorsiona nuestro presupuesto, lo que limita nuestra capacidad para atraer y retener a los mejores talentos, y nos limita en cuanto a cumplir con las expectativas de nuestros Estados miembros.

La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve la importancia fundamental que reviste la seguridad sanitaria mundial. El mayor debilitamiento de la OMS y la mayor fragmentación del marco institucional de la salud mundial se encuentran entre los mayores riesgos que amenazan dicha seguridad. El mundo debe invertir ahora en una organización que realmente represente y trabaje a favor de la salud de todos los países.

En los próximos meses y años, otras crisis exigirán inevitablemente nuestra atención. Pero no debemos perder de vista la importancia de reforzar la seguridad sanitaria mundial. Si el mundo continúa por su camino actual, sólo conseguiremos que nuestra salud se deteriore, con consecuencias económicas y políticas devastadoras. Sin embargo, si adoptamos nuevas ideas y trabajamos juntos en solidaridad, podemos construir un futuro que sea más saludable, más seguro, más justo y más pacífico.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, former Minister of Foreign Affairs of Ethiopia, is Director-General of the World Health Organization. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

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