La creación del AFRICOM y los objetivos de la política de EEUU hacia África

Tema: EEUU ha creado un mando regional para África, el AFRICOM, que responde a los cambios estratégicos del fin de la Guerra Fría y a las nuevas prioridades en los intereses globales y regionales de EEUU, pero que plantea una aproximación diferente para la zona tras las experiencias de Afganistán, Irak y de la Guerra Global al Terror (Global War on Terror).

Resumen: El Plan Unificado de Mandos ha sido modificado siguiendo la planificación que había establecido el anterior secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y que respondía a un paso más en la puesta al día de la estratégica global del Pentágono, tras la sucesivas modificaciones que se han realizado desde finales de los noventa en las áreas de responsabilidad de algunos mandos regionales y con la modificación y creación de otros tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El Mando Africano, AFRICOM, es una vieja aspiración que responde a los cambios estratégicos del fin de la Guerra Fría y a las nuevas prioridades en los intereses globales y regionales de EEUU, en cuanto a estabilidad y buen gobierno, contraterrorismo y contrainsurgencia, y seguridad energética. Desde el año 2000, EEUU estableció como uno de sus objetivos prioritarios de seguridad nacional la seguridad energética. En este sentido, la seguridad del abastecimiento petrolero y gasístico y el aumento de competencia debido al incremento en la demanda producido, en gran medida, por las necesidades de la República Popular China (RPC) y la India, junto con el establecimiento desde Costa de Marfil hasta Angola de uno de los polos de abastecimiento básico para EEUU, y el aumento de la presencia de terrorismo yihadista-salafista en el norte de África y el Sajel, han llevado al progresivo aumento de la importancia de África en la política exterior de EEUU. La necesidad de evitar la desestabilización de grandes áreas sin autoridad y gobierno real de la zona y su aprovechamiento por parte de grupos terroristas, con su posible expansión hacia zonas de interés vital para EEUU, junto con la competencia estratégica de China, han respaldado la creación de un mando unificado para África. Este mando, partiendo de la premisa de que los problemas principales del continente no son de carácter militar, va a acometer la coordinación de una estrategia comprehensiva para la zona basada en las lecciones aprendidas de las intervenciones en Afganistán e Irak y de los aciertos y fracasos de la Guerra al Terror (GWOT).

Análisis: Una de las más importantes características de la postura estratégica de EEUU en consonancia con los documentos sobre la estrategia de seguridad nacional de 2002 y 2006 (National Security Strategy, NSS) y las revisiones sobre defensa de 2001 y 2006 (Quadrennial Defense Review, QDR), es el Plan de Mandos Unificado (Unified Command Plan) y su progresiva evolución desde el fin de la Guerra Fría hasta su actual estructura. El Plan Unificado de Mandos (UCP) fue creado en 1946 tras la experiencia de una situación de conflicto global como fue la Segunda Guerra Mundial y después aplicado a lo que sería la Guerra Fría. Este plan se ha ido modificando progresivamente, (las modificaciones más recientes se realizaron en 1998 y 1999, y tras los ataques del 11 de septiembre de 2001), adaptándose a los cambios en el sistema internacional y a las necesidades estratégicas norteamericanas, aprovechando en última instancia la capacidad tecnológica y organizativa junto con la de proyección de fuerza de EEUU. Esta reestructuración responde al desarrollo de la reforma de la política estratégica de EEUU, la postura militar global (Global Defense Posture), el informe de la Comisión de Revisión de la Estructura Militar en Ultramar (Commission on Review of Overseas Military Structure) y el trabajo de la Comisión sobre redistribución global de las bases de EEUU (Bases Closure and Realigment Commission).

La creación del Mando Africano: racionalidad
Así, desde las sucesivas revisiones estratégicas y las nuevas concepciones militares, la creación de un mando para África tiene su racionalidad global y regional. Pero no solo a corto plazo, sino a largo plazo, independientemente de la concepción de “Long War” del secretario de Defensa Rumsfeld, pero también relacionado con ella: África se ha convertido en el nuevo escenario de la GWOT, uno de los mayores contingentes energéticos de EEUU, y un escenario de competición geoestratégica, encuadrado en un “arco de inestabilidad” que se extiende hasta el litoral de Asia Oriental, con áreas de Estados fallidos que son caldo de cultivo para la acción terrorista.[1]

EEUU ya había dispuesto de un mando responsable de África que respondía a las necesidades de la Guerra Fría y, en concreto, a la guerra civil en el Congo. Así, se creo el USSTRICOM (US Strike Command) en 1962, que existió hasta 1971. La zona quedo sin asignación hasta 1983, cuando se incluyó en el área de responsabilidad del Mando Europeo, en la del Mando Central (Egipto, Sudan y el Cuerno de África) y en el Mando del Pacífico (PACOM), Madagascar y parte del Océano Índico costero con África, tal como se ha mantenido hasta hoy. Ya en 1990, las revisiones estratégicas llevadas a cabo por la Administración Bush al producirse el fin de la Guerra Fría estableció la primera política para África: tanto para el Norte de África (NSR 23-US Policy Toward the Maghreb) como para el África Subsahariana (NSR 30/NSD 75 American Policy Toward Africa in the 1990s). Estas directivas creadas nada más terminar la Guerra Fría comienzan a establecer una aproximación en el sentido de establecer la resolución de conflictos mediante mecanismos multilaterales y a través de organizaciones regionales e internacionales; afrontar los problemas de falta de buen gobierno y democracia; desarrollo social y económico; y enfrentarse a los ya incipientes problemas transnacionales como el tráfico de narcóticos, limitar la subversión producida por Irán, Irak y Libia, el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva. Sin embargo, la inhibición en cuanto a un mayor compromiso posterior en la zona se debieron al fracaso de la intervención en Somalia en 1993 y la subsiguiente política sobre operaciones de mantenimiento de la paz que estableció la Administración Clinton en 1995 con la PDD 25. Así, se lanzó en 1996 la ACRF (African Crisis Response Force), una fuerza africana entrenada y equipada por EEUU, en un sentido de que fueran los Estados africanos los principales responsables de las intervenciones en el continente, minimizando la presencia militar norteamericana. El proyecto no fue muy bien recibido por los Estados africanos, ya que esta iniciativa no había sido solicitada por ellos y no respetaba el papel de las organizaciones internacionales y regionales, sobre todo de la ONU y la OUA. Así nacería ACRI (African Crisis Response Initiative), más centrado en crear una fuerza de mantenimiento de la paz africana y relacionada con la ONU, bajo control operacional de sus Estados miembros; en 1997, siete Estados africanos firmaron ACRI y pusieron ocho batallones a su disposición, aunque entrenados en operaciones de paz por EEUU.

Tampoco la Administración Bush antes del 11 de septiembre había mostrado un gran interés militar en la zona. Sin embargo, tras los atentados de Nueva York, EEUU comenzó a considerar las deficiencias de ACRI y en 2003 lanzaría el ACOTA (African Contingency Operations Training). Este programa buscaba sobre todo solucionar algunos de los problemas de ACRI como era, sobre todo, la falta de entrenamiento para operaciones de imposición de la paz (peace enforcement), poniendo énfasis en la participación y consulta de organizaciones africanas como la Economic Community of West African States (ECOWAS) y la Southern African Development Community.

Desde el Pentágono, la estrategia militar de 2004 (National Military Strategy) establecía que en el arco de inestabilidad que va desde el Norte de África hasta Asia se encontraban los llamados “espacios desgobernados” (Ungoverned Spaces), donde África tiene un puesto destacado. Desde este punto de vista –llevar a cabo los objetivos establecidos en algunos documentos estratégicos y militares– se enfrentaban a la ineficiencia que supone tener el territorio africano dividido entre tres mandos diferentes: por ejemplo, la Joint Vision 2020 establece la búsqueda del dominio completo en todo el espectro de contingencias (Full Spectrum Dominance), esto es, la capacidad de las fuerzas armadas de EEUU de actuar unilateralmente o en combinación con aliados u agencias internacionales, para derrotar a cualquier adversario y controlar cualquier situación desde la disuasión estratégica y operaciones de combate, hasta todo tipo de operaciones de paz e intervenciones humanitarias. Desde este punto de vista, un conflicto como el de Darfur tenía a Sudan en el Mando Central, mientras que el Estado fronterizo de esa zona, Chad, estaba en el Mando Europeo. Sin embargo, Egipto se mantiene inicialmente fuera del área de responsabilidad del AFRICOM, permaneciendo en el Mando Central. A pesar de este problema de mando y control, el Pentágono fue estableciendo una cantidad apreciable de bases a lo largo del territorio africano, sobre todo en el espacio del Sajel entre Senegal y Etiopía: Dakar, Sao Tomé, Kampala y Yibuti. También instalaciones logísticas desde hace una década en Marruecos, Argelia y Túnez; bases navales en Monrovia, Accra y Libreville; y una base aérea en Bamako (Malí). La previsión es que el AFRICOM este totalmente operativo en 2009.

Así, superar la dificultad de llevar a cabo correctamente la coordinación de las operaciones contraterroristas desde tres mandos regionales diferentes –que unido a las lecciones aprendidas tras Afganistán, Irak y en general, en la GWOT– ha llevado a un cambio apreciable en la política norteamericana: en un sentido global, y regional en el caso de África, apoyándose en una aproximación más multilateral y realista. Este cambio de postura tiene su más clara exposición en el concepto de “Larga Guerra” que establecía el secretario de Defensa Donald Rumsfeld en febrero de 2005: el reconocimiento implícito por parte de Washington de la necesidad de renunciar a las soluciones únicamente unilaterales y a las coaliciones, y la aceptación de los intereses y asociación con potencias regionales para la solución de los problemas y la aplicación de políticas. En este sentido, la creación del AFRICOM abre una nueva serie de expectativas y nuevas aproximaciones como un nuevo enfoque para las políticas regionales derivadas de esta nueva postura. El jefe del Mando Europeo hasta 2006, General James Jones, durante su comparecencia ese año ante el Comité de Servicios Armados del Senado, declaraba como principal objetivo para su mando en África establecer una estrategia a largo plazo con medidas preventivas y preactivas hacia “espacios desgobernados”, sobre todo en el este y oeste subsaharianos: “las consecuencias de la inacción pueden incluir continuadas intervenciones de EEUU en conflictos y crisis humanitarias... y la presencia de fundamentalismo radical, especialmente en los espacios desgobernados de África”. En este sentido, el fin último era utilizar las capacidades del EUCOM como apoyo a unas estrategias comprehensivas interagencias para la mejora del buen gobierno de estas áreas. EEUU ha apoyado y promovido el desarrollo de estructuras de seguridad en la Unión Africana y en otras organizaciones africanas, no solo antiterroristas, sino instituciones, comercio, crecimiento económico, infraestructuras y lucha contra el sida.

Los objetivos de la política de EEUU hacia África: gobernanza y contraterrorismo
En julio de 2003, el presidente Bush realizó una gira por África lanzando una serie de iniciativas como el Millenium Challenge Account, unas series de planes sobre educación, derechos de las mujeres, lucha contra el sida y la malaria y sobre operaciones de paz, como una política comprehensiva hacia África. Está incluía la profundización de las relaciones comerciales con el continente a través del Africa Growth and Opportunity Act (AGOA) creada en 2000: sin embargo, solo un 3% de sus importaciones totales vienen de África (unos 1.700 millones de dólares en 2005), sobre todo productos energéticos (81%), básicamente de Nigeria, Angola y Gabón. La inversión directa de EEUU en el África Subsahariana en 2005 fue de 15.400 millones de dólares, solo un 1% de su inversión total. Esto permitirá a los Estados productores crecer en 2007 un 9,1%; sin embargo, los no productores solo lo harán un 4,5%, debido a los problemas estructurales, la deuda, la falta de inversión directa y el impacto del sida.

Desde el punto de vista de la política de seguridad, el NSS 2002 y la política declarativa de la Administración Bush, se apostaba por el refuerzo de la seguridad colectiva y el apoyo a las organizaciones regionales africanas para que fueran ellas el mecanismo primario y principal para hacer frente a los problemas de seguridad colectiva y seguridad humana, aunque mantenía acuerdos bilaterales y “coalitions of the willing”. Esta política incluye tres estrategias interconectadas: (1) apoyo a Estados pivote como Sudáfrica, Nigeria, Kenia y Etiopía; (2) coordinación de los aliados y las instituciones internacionales para llevar a cabo las operaciones de paz; y (3) el fortalecimiento de los Estados pivote y de las organizaciones regionales como mecanismos principales contra los desafíos transnacionales, como el sida y el terrorismo. Así, ACOTA, dentro de la GPOI (Global Peace Operations Initiative, con un presupuesto en cinco años de 660 millones de dólares), ya ha establecido 15 socios africanos, aumentando sus fondos vía presupuesto para el GPOI hasta 48 millones de dólares en 2007, entre fondos para entrenamiento, instalaciones y otras medidas. El objetivo de estos programas es ayudar a la Unión Africana (UA) a entrenar a unas 26.000 tropas en operaciones de paz, desarrollar sus propias capacidades y la creación de una política de seguridad y defensa de la UA.

En este sentido, aunque la creación del Mando Africano parece directamente relacionada con la Guerra contra el Terror, su racionalidad tiene unas bases y proyección a largo plazo que acompasan más factores, como la seguridad energética, aunque son las experiencias y lecciones aprendidas en Afganistán, Irak y en general en la propia GWOT, las que van a conformar un enfoque diferente al tratamiento de los problemas en África. Sobre todo, y desde un punto estratégico, África tiene su mayor problema en la falta de gobierno y zonas de desestabilización crónica que permiten su aprovechamiento por parte de grupos de terrorismo yihadista-salafista. Sin embargo, se ha comprobado que los Estados en el oeste, norte y este del África Subsahariana –esto es, el Sajel– son instrumentales y no verdaderas bases de estos grupos, que utilizan Estados más estructurados como Kenia o Tanzania. De hecho, este mando, según la planificación del Pentágono, será el primero cuyos principales objetivos serán la prevención de conflictos y las operaciones humanitarias y de entrenamiento, más que operaciones de combate. El equipo de planificación para la creación del AFRICOM (Implementation Planning Team) reconocía que los problemas principales del continente no son de carácter militar, con lo que se establecerá una representación de otras agencias y departamentos en la estructura del mando de mucha mayor importancia cuantitativa y cualitativamente: la coordinación con el Departamento de Estado, a cargo de ACOTA; con la USAID (US Agency for International Development) y su programa TRADE (Trade for African Development and Enterprise) que ejecuta las provisiones de asistencia técnica comercial de AGOA; con el FBI y su programa ILEA (International Law Enforcement Agency) sito en Botswana; y el Departamento del Tesoro y la FATF (Financial Action Task Force). Desde el punto de vista del Departamento de Defensa, también se desarrollan varios programas básicos para todos los mandos regionales: IMET (International Military Education and Training), Combined/Multinacional Training and Exercises, Joint Contact Team Program o Humanitarian Assistance (HU), los cuales se llevan a cabo a través de 44 oficinas de cooperación en defensa con las embajadas de EEUU en los Estados africanos. También en este sentido se ha creado un instituto para estudios estratégicos sobre África sito en la National Defense University en Washington DC, el African Center for Strategic Studies. Quizá el programa más en línea con el nuevo enfoque del AFRICOM sería el Programa de Prevención del HIV/Sida, llevado a cabo por el Mando Europeo, con un presupuesto en 2006 de 5,3 millones de dólares.

Desde el punto de vista organizativo, hay dos estructuras básicas que probablemente serán uno de los núcleos duros operativo de la estructura del AFRICOM: la CJTF-HOA (Combined Joint Task Force-Horn of Africa) y la JTF Aztec Silence. A la vez, creaba una serie de iniciativas enmarcadas en un nivel regional africano, pero desde el punto de vista de la GWOT: la TSCTI (Trans-Saharan Counter-Terrorism Initiative) con un aspecto relacionado con la Operación Libertad Duradera (Enduring Freedom), la Operation Enduring Freedom, Trans-Sahara (OEF-TS) y la EACTI (East African Counter-Terrorism Initiative). La JTF Aztec Silence se creo en diciembre de 2003, bajo el mando del EUCOM y el control operacional de la VI Flota de EEUU, enfocándose en operaciones de vigilancia, reconocimiento e inteligencia sobre organizaciones terroristas, para proporcionar información a los Estados del Norte de África.

La dinámica de cambio para la zona es significativa y se refleja en la ayuda en seguridad reducida que estableció la Administración Bush para un área en principio no prioritaria: unos 8 millones de dólares. Este era el caso de la PSI (Pan-Sahel Initiative) en 2003 (unidades antiterroristas en Mauritania y Malí, entrenadas por el Mando de Operaciones Especiales del Mando Europeo, y en Níger y Chad, entrenadas por los Marines) y del continuado enfoque, aunque con altos y bajos, en el cuerno de África desde la intervención en Somalia en 1992. El PSI fue sustituido por la TSCTI. Esta iniciativa significaba un cambio cuantitativo y cualitativo tanto en la GWOT como en el enfoque regional –y, en concreto, para Marruecos, Argelia y Túnez–, una inversión de 500 millones de dólares y realmente el único mecanismo de coordinación entre las políticas antiterroristas de los Estados saharianos. La TSCI incluye 10 Estados: los incluidos en la PSI más Marruecos, Argelia, Túnez, Ghana, Nigeria y Senegal, con un presupuesto de 100 millones de dólares anuales, que incluye un programa social llevado a cabo por la USAID. El CJTF-HOA, con unas 2.000 tropas, tiene su cuartel general en Camp Lemonier, Yibuti, (antiguo cuartel general de la Legión Extranjera Francesa), con lo que hasta ahora quedaba bajo mando del CENTCOM y se encargaba de las operaciones contraterroristas y contrainsurgencia en el Cuerno de África, sobre todo enfocado en al-Qaeda y otras organizaciones como el Consejo de Tribunales Islámicos en Somalia. En este sentido, la EACTI, creada en 2003 y con un presupuesto de 100 millones de dólares, se enfocaba primordialmente en Somalia, Sudán, Kenia y Etiopía, aunque con diferentes objetivos y misiones para cada caso: contraterrorismo y contrainsurgencia para Somalia y Sudán, incluyendo la solución de la crisis de Darfur, y la creación de relaciones y asociaciones estrechas de seguridad con Kenia y Etiopía.

La seguridad energética de EEUU
Sin embargo, el objetivo prioritario a largo plazo en la política exterior de EEUU en África es la seguridad del abastecimiento petrolero y gasístico, con el establecimiento del Golfo de Guinea como uno de las fuentes de abastecimiento estratégico energético para EEUU. Un hecho fundamental no muy difundido ocurrió poco antes del 11 de septiembre de 2001 e influyó en la postura estratégica de EEUU, sobre todo en la primera Administración Bush: por primera vez en 2000 las importaciones de petróleo de EEUU aumentaron por encima del 50% del consumo total del país. Como consecuencia, en los primeros meses de la Administración Bush se llevó a cabo una revisión de la política energética, que en mayo de 2001 se convertiría en el National Energy Policy. Entre otros objetivos se planteaba una mayor diversificación de las fuentes de abastecimiento de EEUU, evitando la excesiva dependencia de un número pequeño de fuentes, en algunos casos inestables. En este caso, África occidental y, en concreto, el Golfo de Guinea se veía como uno de las fuentes de petróleo y gas de mayor y rápido crecimiento para el mercado de EEUU.

A partir del 11 de septiembre, esta política se convertiría aún más en un objetivo de seguridad nacional. Dentro y fuera del Gobierno se establecieron varios grupos de estudios, tanto sobre política energética como sobre seguridad. Uno de ellos, el African Oil Policy Initiative Group, envió un informe al Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes en 2002, pidiendo al Congreso que declarara el Golfo de Guinea interés vital de EEUU. A la vez, se iniciaba el llamado Dialogo sobre Energía entre EEUU y el Reino Unido, donde se identificaban las necesidades energéticas y políticas necesarias para diversificar la producción global de energía. Aunque aún se veía Oriente Medio como el gran productor para la demanda futura de energía, se identificaba África occidental como uno de los puntos de producción donde se debía de cooperar entre ambos Gobiernos y las grandes compañías de gas y petróleo (Shell, Chevron, British Petroleum, British Gas y Exxon Mobil) para mejorar las condiciones de inversión, el buen gobierno y la estabilidad política y social para mantener la seguridad a largo plazo del abastecimiento. Uno de los objetivos recaía en la necesidad de crear un régimen de transparencia en estos objetivos, políticas y acción de los gobiernos y las compañías. Los objetivos serían la promoción de la seguridad y diversidad del futuro abastecimiento internacional de energía, la integración de la inversión internacional energética con los problemas de desarrollo económico y social de los estados abastecedores, el desarrollo de tecnologías energéticas “limpias” y la expansión de la relación comercial entre EEUU y el Reino Unido en el sector energético.

En este sentido, también uno de los factores más importantes para EEUU en la zona es la competencia energética de China (RPC) desde este punto de vista estratégico: la RPC ha desarrollado todo un abanico de alternativas para acometer sus necesidades energéticas y, desde este punto de vista, el acceso a los recursos energéticos es de una prioridad vital para la estabilidad y seguridad de la RPC y África es uno de los objetivos de compañías como la China National Petroleum Corporation (CNPC). Así, un consorcio de CNPC obtiene unos 300.000 barriles diarios en Sudán, mientras que China es el mayor abastecedor de armas del régimen. Presente desde 1995, China ocupó el vacío dejado por EEUU tras el bombardeo en 1998 de El Shifa Pharmaceutical Industries, como represalia por los atentados en las embajadas de Kenia y Tanzania, y Sudán ahora representa el 5% de todas las importaciones de petróleo de la RPC, mientras que es el mayor receptor de la inversión directa exterior china, y mantiene más de 10.000 trabajadores chinos en el país. Sin embargo, otros Estados también tienen intereses energéticos en la zona: por ejemplo, la India ha invertido 700 millones de dólares en el Greater Nile Oil Project en Sudán y la Korea National Oil Corporation tiene el 65% y la Corporación india Videsh el 25% de los derechos de producción de petróleo y gas en dos prospecciones en la costa de Nigeria. Corea del Sur y la India son el cuarto y sexto consumidores energéticos mundiales.

De acuerdo con los análisis del National Intelligence Council se espera que las importaciones de EEUU desde la zona aumentarán desde el Golfo de Guinea, (incluyendo Nigeria, Gabón, Sao Tomé, Guinea Ecuatorial y Angola), desde el 15% actual sobre todas las importaciones de petróleo de EEUU hasta un 25%-35% hacia el 2025, siendo además un petróleo de mejor calidad y de más fácil extracción y protección –ya que la mayoría de las prospecciones están en la costa o submarinas–. Pero la importancia estratégica de la zona en gas será casi mayor para EEUU: la demanda de gas natural será un 50% mayor en 2020 y el abastecimiento tradicional de EEUU solo podría cubrir en ese momento el 75% de la demanda. En este sentido, por ejemplo, Chevron ha invertido en Nigeria 5.000 millones de dólares (20.000 millones con otros socios) para conseguir el 15% de las reservas del país. Dada la importancia de las instalaciones energéticas de la zona, el EUCOM había diseñado una iniciativa de seguridad marítima para la zona, con un plan concreto de 10 años para el Golfo de Guinea (GGG, Gulf of Guinea Guard). También se incluye la creación de lazos con las fuerzas de los Estados de la zona mediante cruceros conjuntos: el West African Training Cruise envía cada año buques norteamericanos al Golfo de Guinea, donde se realizan las primeras operaciones conjuntas de tropas de Estados africanos con no solo tropas o marines norteamericanos sino, por ejemplo, con infantería de marina española e italiana. Como colofón a estas iniciativas, en noviembre de 2006 se celebró en Cotonu la Conferencia sobre Seguridad Marítima para el Golfo de Guinea.

Conclusiones: La creación del AFRICOM responde a las nuevas prioridades en los intereses globales y regionales de EEUU, en cuanto a estabilidad y buen gobierno, contraterrorismo y contrainsurgencia y, sobre todo, seguridad energética. EEUU ha establecido uno de sus objetivos prioritarios de seguridad nacional en la seguridad energética, y una de sus fuentes de abastecimiento básico es el Gofo de Guinea. Además, el aumento de la presencia de terrorismo yihadista-salafista en el norte de África y el Sajel han llevado al progresivo enfoque en África en la GWOT y en la política exterior de EEUU en general. La necesidad de evitar la desestabilización de grandes áreas desgobernadas, con su posible expansión hacia zonas de interés vital para EEUU, han respaldado la creación de un mando unificado para África. Sin embargo, el AFRICOM tendrá a su disposición una serie de estructuras, iniciativas y, sobre todo, un enfoque diferente, con una estrategia comprehensiva para la zona basada en las lecciones aprendidas de Afganistán, Irak y de GWOT. En este sentido, aunque con mayor presupuesto y con incluso una perspectiva de mejor infraestructura, organización y coordinación cuando el AFRICOM este totalmente operativo, las iniciativas como TSCTI no pueden compensar totalmente la todavía falta de capacidad de las fuerzas armadas de Chad o Malí, considerando la extensión de las fronteras y la amplitud de los territorios a controlar.

A pesar de la política y las iniciativas llevadas a cabo, éstas se enfrentan a una serie de problemas y deficiencias en diferentes áreas: por ejemplo, AGOA favorece sobre todo a los exportadores de petróleo, gas y minería –de por sí los Estados más ricos–, reforzando la diferencia con los no exportadores y más pobres, con lo que se favorece el aumento progresivo de la diferencia de desarrollo, con lo que la percepción en algunos Estados africanos no es muy favorable. Mientras China ha ido aumentado su presencia comercial y militar en África –de 18.000 millones en 2003 a 30.000 millones de dólares en 2006–, ha perdonado la deuda externa a 21 Estados africanos y ha creado un foro de cooperación China-África con 46 de los 53 Estados africanos. Además, ha vendido armas a Zimbabwe, Etiopia, Eritrea, Angola, Malí, Namibia, Sierra Leona y Mozambique.

También, mecanismos como ACOTA se enfrentan a importantes obstáculos, sobre todo la falta de infraestructura logística, movilidad y proyección: véase, por ejemplo, la necesidad de apoyo de la UE y la OTAN para que la AMIS, la operación de la UA en Sudán, pueda llevar a cabo operaciones en Darfur. En este sentido, también algunos Estados considerados pivote por EEUU en su estrategia hacia África tienen otras prioridades más en consonancia con la modernización de armamento que con las capacidades necesarias para operaciones de paz. Esto, de hecho, hará más dependiente a estos Estados y las organizaciones regionales de la ayuda norteamericana y exterior, en un momento cercano a la sobre-extensión en los despliegues, no solo norteamericanos, sino occidentales y de la ONU en general.

En cuanto a la seguridad energética, EEUU puede tener problemas en el Golfo de Guinea debido al aumento de la insurgencia en la región del Delta del Níger: los ataques del Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger (MEND) durante 2006 han reducido en más de un cuarto las exportaciones petroleras de Nigeria (500.000 barriles) y, aún así, EEUU importó en 2006 casi 1.2 millones de barriles diarios desde Nigeria (la importación desde Arabia Saudí fue de 1.4 millones de barriles en 2006). Como Estado pivote estratégico para EEUU, la desestabilización de Nigeria podría dar al traste con varios de los objetivos estratégicos norteamericanos en la zona, como principal aliado en la zona, líder en ECOWAS, con un enorme peso en la UA y por su papel en las diferentes iniciativas conjuntas militares y antiterroristas. En este sentido, la postura de transparencia y desarrollo económico y social apuntada en la estrategia energética norteamericana no está teniendo impacto en el núcleo duro de su mayor exportador energético de la zona, el Delta del Níger. Además, la mitad de población del país (140 millones) es musulmana, y los problemas entre las etnias musulmanas del norte y las cristianas del sur podrían ser aprovechadas por islamistas radicales o por la propia al-Qaeda, que señalo en 2003 el país como uno de los territorios para “ser liberado de la esclavitud a EEUU”. Esto podría llevar a que se produjeran acciones directas de EEUU, en caso de que se le acabe declarando al MEDN como grupo terrorista si prosigue su campaña de atentados o si se produce la aparición de terrorismo yihadista.

David García Cantalapiedra, investigador, Real Instituto Elcano.

[1] US Military Presence in Iraq: Implications for Global Defense Posture. Deputy Secretary of Defense Paul Wolfowitz. Statement before the House Armed Service Committee, Washington DC, 18/VI/2003.