La cuarta revolución iraní

¿Cómo deberían entenderse los acontecimientos sucedidos en Teherán? El Líder Supremo, el Rahbar,gran ayatolá Ali Jamenei y su colaborador Mahmud Ahmadineyad controlan la situación. Sin embargo, la violenta represión de las manifestaciones ha puesto en marcha un proceso que propiciará un profundo cambio. Para entender por qué, es menester evocar un siglo de historia de Irán que vio un fenómeno único y singular en Oriente Medio: revoluciones a gran escala.

En abril de 1905, los comerciantes y vendedores del bazar de Teherán se manifestaron contra el sha Mozafar al Din, de la dinastía Qajar, por la concesión de la aduana a un extranjero y la imposición de elevados impuestos. Las protestas incluyeron grandes manifestaciones, detenciones, marchas de mujeres, una veintena de víctimas mortales, procesiones fúnebres y huelgas. Numerosos líderes religiosos se sumaron a las protestas. En julio de 1906, las demandas experimentaron un salto cualitativo: los reformistas reclamaron una Constitución de veras con vistas a limitar los poderes absolutos del sha, elecciones libres y generales y un Parlamento.

Las manifestaciones se extendieron a otras ciudades. El sha cedió e Irán conquistó una Constitución al estilo europeo y un Parlamento democráticamente elegido. En junio de 1908, el nuevo sha (el anterior había muerto a principios de 1907) anuló todo lo anterior. Menos de un año después, fuerzas de la resistencia procedentes de las provincias marcharon sobre Teherán, depusieron al sha y restablecieron la Constitución.

En octubre de 1949, un político progresista, Mohamed Mosadeq, encabezó una multitud de estudiantes, comerciantes del bazar y políticos que irrumpió en el palacio imperial del sha en protesta por un fraude electoral. El Parlamento dio un nuevo paso cualitativo al decidir la nacionalización de la Anglo-Iranian Oil Company (AIOC) bajo control británico. En 1950, Mosadeq accedió al cargo de primer ministro y restableció un sistema democrático constitucional. El sha huyó del país. El nuevo gobierno era de carácter laico y progresista, enfrentado al Partido Comunista Iraní (Tudeh). También entonces lo que había empezado como una protesta contra un fraude electoral a cargo de un líder autoritario resultó en una democracia liberal. Pero en 1953, y bajo presión británica, la CIA y el MI6 fraguaron un golpe de Estado. El sha regresó y, con él, un sistema absolutista.

Los manifestantes de 1978-1979 componían una amalgama y sus aspiraciones y exigencias se cifraban en el control de la dictadura del sha y el término de la influencia extranjera. La revolución fue secuestrada por la elite religiosa y sus tropas de choque. Las demandas heterogéneas dieron paso a una clara semidictadura fanática de tipo islamista.

¿Qué cabe esperar ahora? El resentimiento social seguirá bullendo bajo la calma aparente. Las grietas en el núcleo dirigente del país desaparecerán de nuestras pantallas de radar, pero no quedarán plenamente reparadas. Las revoluciones en Irán duraron años antes de rendir sus frutos y cabe esperar más de lo mismo. Para contrarrestar su brutalidad y tras perder su legitimidad a ojos de numerosos iraníes, el régimen habrá de subrayar sus credenciales nacionalistas iraníes e islamistas, ahondando en la confrontación en el plano internacional. Cabe esperar más problemas en términos de bravatas antioccidentales, terrorismo internacional y empeño decidido en el tema nuclear. Asistiremos a una rivalidad entre el programa nuclear del régimen y las fuerzas partidarias del cambio. Si el régimen se convierte en el orgulloso poseedor de un arsenal nuclear antes de que los reformistas tomen un día la delantera, a estos les rechinarán los dientes y habrán de aguardar más en espera de una oportunidad para impulsar un cambio.

En el marco de la campaña diplomática que proyecta para entablar negociaciones con Irán, la Administración Obama topará con una nueva dificultad: si el régimen iraní endurece sus posturas, quedará escaso margen para la diplomacia. Si hay negociaciones, las largas discusiones diplomáticas proporcionarán al régimen iraní el tiempo que precisa para hacerse con el arma nuclear. Estados Unidos y el mundo arrostrarán un problema a la coreana,a mucha mayor escala.

La diplomacia no está descartada, pero según parece quedará paralizada durante algún tiempo. El Congreso puede comenzar a preparar una legislación sobre sanciones a Irán en materia de petróleo refinado, que prohibiría que cualquier empresa estadounidense ayudara a Irán mediante la venta y suministro de derivados del petróleo como gasolina y diésel, de los que depende Irán.

Por otra parte, la Casa Blanca necesita la complicidad de los rusos para forjar un frente común en el Consejo de Seguridad: si los rusos se suman a la iniciativa, es muy probable que China siga el ejemplo.

Si fracasan los esfuerzos de la diplomacia, Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas deberían entonces poner en marcha las correspondientes sanciones económicas eficaces.

Amatzia Baram, profesor de Historia de Oriente Medio y director del Centro de Estudios Iraquíes de la U. de Haifa, Israel.